Zamora está hasta la bandera. Lo dicen los hosteleros, que ya advirtieron de que la ocupación para el puente de diciembre rondaba el 100%, pero sobre todo se percibe en las calles del centro de la ciudad: grupos con guías, personas con mapas, acentos de otras tierras o palos selfi en cada esquina dan cuenta de una realidad favorecida por el largo periodo festivo que ha deparado el calendario.

Dos personas se fotografían en una zona del casco antiguo. | Emilio Fraile

A pesar de que mañana martes es día laborable, su presencia entre dos fiestas ha provocado que muchas personas hayan podido cogerse el día para disfrutar de cinco días consecutivos de asueto, todo un lujo. De ahí que las buenas perspectivas no concluyan hoy con el día de la Constitución, sino que se extiendan hasta el miércoles.

Una mujer consulta un mapa de la ciudad. | Emilio Fraile

El crecimiento de las pernoctaciones se empezó a percibir el viernes, pero se consolidó durante un fin de semana en el que los monumentos, la iluminación navideña y la gastronomía han ejercido como grandes acicates para el turismo. Hay que tener en cuenta que el lleno de Zamora tampoco implica una masificación como la de otros territorios turísticos, por lo que los viajeros han podido encajar su desplazamiento con el cumplimiento de la normativa básica sanitaria.

El tiempo ha acompañado relativamente, con temperaturas propias de la época, pero sin precipitaciones en la capital. De ahí que las horas centrales del día hayan empujado a los visitantes a la calle y hayan incrementado el trabajo de los empleados de la oficina de turismo municipal. A sus puertas se acumularon las colas durante la mañana dominical, casi como si repartieran churros.

Además, hay que tener en cuenta que la ciudad y la provincia han recibido también a multitud de hijos de la tierra durante estos días. De hecho, la cifra de desplazamientos prevista por la DGT para el puente se aproximaba a la de las operaciones especiales de agosto. Es decir, los pueblos también han incrementado su población en un anticipo de la Navidad que debe servir para que la hostelería siga recuperando el vigor perdido durante la fase de más restricciones.