Las molestias estomacales de su mujer de 80 años, enferma de Alzhéimer desde hace cinco años, les obliga “a ir a urgencias cada dos por tres”, explica el zamorano Antonio G. F., desesperado por una burocracia de la Administración sanitaria que ha dejado a su esposa cinco días sin el fármaco específico que le recetó hace una semana, el 29 de noviembre, la especialista de Digestivo.

Todo porque el visado de la receta, imprescindible para que la farmacia les dispense la medicina, solo podía hacérselo su médico de familia, un trámite que iba camino de demorarse hasta el día 9 de diciembre, cuando su centro de salud Virgen de la Concha le dio cita a pesar de la urgencia del caso, “mi mujer con dolores de estómago continuos. Esto es una vergüenza”.

Pero Antonio no es de los que se resigna, al día siguiente se presentó en su centro de salud “para realizar una queja”, a la que adjuntó la receta para sellar y una copia del informe médico. El problema quedó resuelto y el anciano salió de su centro de salud con la receta en la mano, eso sí, sin la que el especialista le había dado para sellar y sin la copia del informe que había adjuntado con la reclamación. “Cuando lo pedí, me dijeron que se había perdido”, comenta ya con cierto tono jocoso. Sin embargo, su mujer no ha podido tomar su medicina hasta este viernes, el mismo día en que Antonio recibió una llamada interesándose por lo qué había ocurrido en ese tiempo y para tranquilizarle, “ no se preocupe que ya estamos en ello”, le vinieron a decir.

Una actitud bien diferente a la mostrada el lunes pasado en los diferentes lugares por los que fue rotando sin hallar nada más que desesperación. Al salir del Hospital Provincial, donde la mujer fue atendida por la especialista de Digestivo, Antonio no dudó en seguir la ruta que le indicaron y acudir a Inspección Médica directamente, a la sede que el INSS tiene en la avenida de Príncipe de Asturias, para obtener el “salvoconducto” en la receta que le acababa de expedir la médica para aliviar los dolores de la paciente.

Siempre con su esposa a su lado, no puede dejarla sola por el Alzhéimer que padece, “lleva cinco años yendo al centro de día”, apunta con infinita paciencia este zamorano que terminó ese lunes cansado de ir de un lado al otro sin hallar una respuesta rápida y eficaz al problema del visado.

El periplo del matrimonio comenzó a las 9.30 horas en la consulta de Digestivo. El segundo destino fue el centro de salud, a donde les derivaron desde la Inspección porque debe ser el médico de familia quien solicite el dichoso visado a la Inspección, un trámite que tampoco es automático, tarda unos días. Tras comentar el problema con la médico de familia que atendió a la pareja por urgencias, ya que “no teníamos cita previa con el nuestro”, y después de “esperar un montón, teníamos que aguardar a que pasaran los pacientes con hora”. Una vez expuesto el caso, leída la documentación y la receta, la facultativa “me dice que saquemos un volante para nuestro médico de familia. Vuelvo abajo, pido consulta ¡y me dicen que hasta el 9 de diciembre no hay hora disponible!”, explica el zamorano enojado por tanto recorrido inútil de una administración a otra.

Antonio, pegado a su mujer que todavía puede acompañarle de acá para allá, no se rindió y el mismo lunes se hizo con el impreso para poner una queja ante el Sacyl, desconcertado porque nadie le resolvía el problema, “algo tan sencillo como sellar la receta” y que el fármaco se incluya en la medicación habitual de esta enferma de Alzhéimer. El martes pasado cumplió con su propósito. La protesta no es caprichosa, es que “es urgente que mi mujer tome lo que le ha mandado la especialista porque le tienen que hacer unas pruebas y el tratamiento se lo han puesto para que comience a tomarlo cuanto antes”.

El anciano no comprende cómo es posible que le citaran para el día 9 de diciembre y que, tras su queja, el simple trámite se haya resuelto en una mañana. Su mujer, que permanece al lado de Antonio mientras este relata la peripecia, se impacienta en estos pocos minutos que su marido utiliza para explicar el caso. La enfermedad tira de ella y le pide dejar de hablar y volver a casa , “está cansada”, apunta su marido, mientras pide disculpas por las molestias que haya podido causar, decidido, añade, a continuar con su lucha e ir donde sea necesario para poner en evidencia lo que considera un mal funcionamiento del sistema sanitario cuando existe una urgencia como la de su esposa.

“Esto no puede seguir así, ya no sé ni qué hacer”

El zamorano Antonio G. F. se mostraba dispuesto a acudir a donde fuera necesario para exigir que se le dé prioridad al visado de la medicina que su mujer necesita para combatir sus fuertes dolores de estómago. “Esto no puede seguir así, es vergonzoso, estamos indignados”. El hombre confesaba que “ya no sé ni qué hacer con este sistema” que no es la primera vez que falla, “lo que nos ha pasado a nosotros que no vuelva a pasar”, exponía el anciano harto de la falta de respuesta por parte de la Administración. Habían logrado que la especialista en digestivo la atendiera tras tener que ir a urgencias en varias ocasiones a causa de las molestias y se toparon con el retraso en el acceso a la medicina durante días, cuando la especialista de Digestivo dio el tratamiento a la paciente para que comenzara “cuanto antes a tomarlo”. Se trata de mejorar la calidad de vida de una persona que ya sufre bastante por el Alzhéimer que padece, expone Antonio.