“Durante el confinamiento habíamos suspendido las representaciones de la obra sobre Esquilo en el Teatro Bellas Artes (de Madrid), estuve retirado en el campo y todas las tardes en las que no sabíamos qué iba a pasar con nuestras vidas por el virus y tras sufrir una “simonitis” aguda grave, me enganché terrible al doctor Simón, (tono jocoso) me puse a leer biografías de Valle Inclán”. Y precisamente a partir de una de ellas, un texto “muy curioso” que escribió el hispanista norteamericano Robert Lima “vi totalmente clara la posibilidad de hacer un espectáculo sobre esta figura tan increíble con una obra tan imponente y con una biográfica tan curiosa y sugerente” certifica el actor y dramaturgo Rafael Álvarez “El Brujo”, quien anoche puso en escena el montaje “El alma de Valle Inclán” en el Teatro Principal que colgó hace jornadas el no hay entradas para la representación tanto de ayer como para la prevista hoy.

“El alma de Valle Inclán”, estrenado en la ciudad de Sevilla, se cimienta en dos textos producidos por el escritor gallego. A partir de una colección llamada “Jardín umbrío” que “reúne cuentos populares que él oía de pequeño a las viejas gallegas, unas narraciones que allí se denominan consejas. Él con toda esa tradición oral construyó un libro de relatos muy bello de misterio, de cosas gallegas muy atractivas y sugerentes”, describe Rafael Álvarez, quien también ha tomado para su espectáculo “Divinas palabras”, una obra que aproxima “siguiendo las acotaciones de la obra, las acotaciones escritas por el propio Valle Inclán” que conecta en tono de comedia con la realidad actual.

El dramaturgo, que ha participado en piezas teatrales como “La taberna fantástica”, “La sombra del Tenorio”, “Mujeres de Shakespeare” o “Esquilo, nacimiento y muerte de la tragedia”, se siente “muy identificado” con Ramón del Valle Inclán porque “era un inadaptado políticamente”, atestigua entre risas. “Me parece un aspecto realmente interesante de su figura”. Y prosigue: “Él decía que era carlista pero al mismo tiempo defendía la república e incluso en una ocasión le preguntaron que si él era de derechas o de izquierda y respondió que él era carlista, pero de uno de los dos bandos del carlismo. En uno están todos los demás carlistas y en el otro estaba él”.

El intérprete, que entre otros reconocimientos ha obtenido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, también menciona la dimensión espiritual de los personajes de las obras de Valle Inclán. “La búsqueda de un significado espiritual a los acontecimientos del drama me gustó mucho” agrega.

Sin escenografía ni más compañero de reparto que el músico Javier Alejano, El Brujo evoca en esta obra la imagen del pie descalzo de María Gaila desnuda o invoca a la diosa galaica y al compadre Miau, entre otros personajes, que vertebran el monólogo. “Es mi técnica habitual desde hace 20 años. Es mi manera de trabajar, mi estilo y es el medio en el que mejor me expreso”, remarca.

Rafael Álvarez, un habitual en las programaciones del Teatro Principal, reconoce, con alegría en la voz, que actualmente el público “está asistiendo mucho más que antes al teatro”. Desde su punto de vista “se debe al cerrojazo con las restricciones y ahora hay muchas ganas de salir”, sentencia con convicción. “Los teatros están funcionando muy muy bien”. No obstante, atestigua que cuando volvieron a abrirse los liceos “me resulta rarísimo ver al público con mascarillas, pero ahora el público y los actores estamos ya habituados y la gente reacciona casi como si ya no las llevaran”.

Con anterioridad, El Brujo se ha atrevido con Shakespeare, Moliére, Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz, entre otros. “Regreso a ellos una y otra vez porque en ellos francamente encuentro todo tipo de respuestas”.