A pesar de los innumerables esfuerzos realizados, el coronavirus se resiste a marcharse, como la más incómoda de las visitas. Cada vez que alguien da la pandemia por superada, los casos de COVID se disparan para recordar que la crisis sanitaria sigue aquí, aunque la vacunación haya paliado sus consecuencias. En Portugal, la incidencia ha alcanzado ya los 325 contagios por cada 100.000 habitantes, y el Gobierno ha tomado medidas. Tras la declaración del estado de calamidad, el certificado digital será obligatorio para casi cualquier actividad, determinados espectáculos requerirán de un test negativo, se dará prioridad al teletrabajo después de Navidad y, sobre todo, se controlará de nuevo el acceso de extranjeros por la frontera, ya sea vía aérea o terrestre.

Día festivo en Portugal

Esas vigilancias empezarán hoy miércoles, un día festivo en el país vecino, que celebra el aniversario de la restauración de su independencia. Este día uno llegará tras un martes muy intenso, con informaciones cruzadas, comunicados confusos, advertencias de la Unión Europea, quejas desde la frontera y unos cambios de opinión que han derivado en una decisión que parece favorecer a los intereses de los zamoranos que viven en La Raya. En lo que afecta a los españoles, los controles aleatorios que realizarán los agentes lusos en las zonas fronterizas servirán solo para comprobar que el viajero que accede al país porta el certificado vacunal. Nada de test negativo, como se había anunciado previamente. Al menos, por el momento.

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El día ya comenzó con buenas noticias en ese sentido. El Gobierno de Portugal, que inicialmente había anunciado su intención de pedir certificado y test a cualquier extranjero que accediera a su país por la vía que fuera, aceptó la posibilidad de habilitar una excepción para los trabajadores transfronterizos, de transporte, de emergencias o de seguridad. Una concesión lógica.

La pesadilla acecha de nuevo

Sin embargo, las relaciones fronterizas no se limitan al tránsito laboral. En las comarcas zamoranas que tocan con Portugal, muchas acciones cotidianas obligan a acceder al otro lado: “Esto ya no es como cuando yo era pequeña y te pedían el DNI para entrar; ahora, la convivencia es total”, explica María del Mar Marcos, responsable de un restaurante en Fermoselle.

"Esto ya no es como cuando yo era pequeña y te pedían el DNI para entrar; ahora, la convivencia es total"

Esta zamorana habla de los viajes que realiza a la parte lusa para adquirir los champiñones que luego usa en su cocina, de los desplazamientos de numerosos vecinos a su taller de coches de confianza en un municipio portugués o del dentista de Mogadouro al que acude. Si el país vecino pide un test para ir a realizar este tipo de actividades, los fermosellanos tendrían que conducir 61 kilómetros a Zamora, hacerse (y pagar) la prueba, esperar el resultado y cruzar la frontera en las 72 horas siguientes. Demasiado incordio para cuestiones que son del día a día.

Pero lo cierto es que, ayer mismo por la mañana, ese era el plan. Así lo constataron tres agentes portugueses situados en el puesto ubicado entre Quintanilha y la localidad alistana de San Martín del Pedroso, el epicentro de los controles en Zamora durante los últimos cierres de fronteras.

La pesadilla acecha de nuevo

Cuando apenas faltaban doce horas para la entrada en vigor de las medidas, los policías lusos dejaron claro que la normativa inminente les forzaría a pedir el certificado COVID y el test negativo a todas las personas que cruzaran la frontera terrestre y se toparan con un control. También lo veían así los representantes del área del Gobierno con sede en Braganza, la Secretaría de Estado de Valorización del Interior. Una de sus trabajadoras insistió en esa información y se volvió hacia la pantalla del ordenador para señalar la detección de casos de la variante ómicron en Portugal: “Esto es así”, lamentó.

La pesadilla acecha de nuevo

En el centro de la ciudad vecina, la normalidad imperaba durante la mañana del martes, a la espera de la entrada en vigor de las medidas. De hecho, varios operarios se afanaban en culminar el montaje de la decoración y las atracciones navideñas, que esperaban a los visitantes españoles como uno de los elementos clave de la repercusión económica de esta animación. El avance del COVID, la implantación de nuevas medidas y el adelgazamiento del programa a causa de la situación sanitaria ponen en jaque ese plan, más allá de que el test negativo parezca quedarse inicialmente en la reserva.

Controles más estrictos

Además, durante la mañana de ayer, trabajadoras de la oficina de turismo de Braganza, como Anabela Pereira, informaron a varios potenciales visitantes de los planes primigenios del Gobierno de Portugal para controlar de un modo más estricto de los accesos por carretera: “Vendrán menos, pero vendrán”, indicó la empleada lusa, que mostró los datos del registro de visitantes del último mes en el monitor. Los turistas españoles duplicaron con creces a los viajeros procedentes de otras zonas de Portugal. Zamora es uno de los mercados de mayor interés.

Noticias con el avance de las horas

Solo a primera hora de la tarde, la situación se fue ordenando. Los telediarios portugueses comenzaron a informar de la flexibilización de las medidas para acceder al país y las noticias empezaron a fluir. A eso de las cuatro, hora lusa, el dueño de un supermercado situado a las afueras de Miranda do Douro, Pablo Martins, explicó el anuncio de los alivios para los viajeros y dejó claro el suyo propio. “Muchos españoles vienen aquí porque los precios son más baratos. Si al final ponen el test, vuelves, te cuento y haces una página”, remachó.

Una llamada posterior a las fuerzas policiales portuguesas situadas en el puesto ubicado entre Quintanilha y San Martín del Pedroso sirvió para confirmar esa información trasladada por los medios: “Si vienes desde España, solo hará falta el certificado o el pasaporte COVID. Si no lo tienes, un test negativo en las últimas 48 o 72 horas”, en función de si la prueba es de antígenos o PCR. Nunca las que se venden en farmacia.

Unos minutos después, un comunicado hecho público por la agencia Efe aportó la explicación realizada por el Ministerio de Administración Interna de Portugal en relación a la flexibilización de la medida. Según el mapa que actualiza cada jueves la Unión Europea, España se encuentra actualmente en nivel moderado, lo que permitirá a sus ciudadanos acceder a Portugal con el certificado de vacunación y sin test negativo.

Esa es la información oficial, pero existen algunas dudas. La primera procede de otro mapa dividido por comunidades y publicado en redes sociales por el Consulado de España en Lisboa, que elevaba el riesgo para regiones como Castilla y León y lo reducía para otras como Extremadura; y la segunda, y más relevante, la que plantea qué ocurrirá cuando mañana se vuelva a actualizar la información y España supere ya los 200 contagios por cada 100.000 habitantes, un umbral que rebasó oficialmente ayer mismo, según Sanidad.

A juzgar por la citada comunicación del Gobierno portugués, este cambio de escenario podría provocar que los ciudadanos españoles que accedieran al país por vía terrestre a partir de entonces sí tuvieran que aportar el test negativo junto al certificado o pasaporte, salvo que quisieran afrontar las multas de entre 300 y 800 euros previstas para los incumplidores.

Cabe esperar que, durante los próximos días, Portugal vaya aclarando estos supuestos. Tendrá que hacerlo bajo la atenta mirada de la Unión Europea, que avisó al Gobierno luso de sus dudas sobre la imposición de barreras a ciudadanos comunitarios con certificado de vacunación. Lo que parece evidente es que las restricciones vuelven. La pesadilla acecha de nuevo.

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