Fue en 2017 cuando decidió dar el paso y mudarse a Ámsterdam. La zamorana Marina Domínguez García, graduada en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, se ha especializado en el diseño gráfico, forjándose una carrera profesional con gran futuro en los Países Bajos. “Mi pareja es holandés y, después de visitar la ciudad varias veces, decidí dar el paso. Me atraía mucho el estilo de vida de los holandeses y, sobre todo, me pareció una buena oportunidad para crecer laboral y personalmente”, considera sobre la decisión de aquel viaje.

Hasta esa fecha, su vida profesional había dado ya pequeños pasos que lograron que su trabajo se conociera en Zamora, gracias a la creación del espacio La Puerta de la Cabeza, junto a su hermana Romina, en la mítica calle Balborraz. “Allí empecé a dedicarme al diseño gráfico de forma profesional. Nuestros clientes eran sobre todo pequeñas y medianas empresas y algunas instituciones de Zamora y alrededores”, recuerda. Pero ella quería seguir avanzando. “Estando al principio de mi carrera, tenía ansias de mejorar, pero se hacía difícil hacerlo por mi cuenta. Deseaba aprender de otros profesionales, trabajar dentro de un equipo y mejorar en el sector”, explica.

Un sueño que, en un principio, se planteó buscar —como tantos otros jóvenes zamoranos— en Madrid, pero que rechazó “porque las experiencias que escuchaba no eran muy positivas”, reconoce. Así que, como sabía que las condiciones laborales en los Países Bajos eran mucho mejores que en la gran capital, finalmente optó por comprar un billete de avión e instalarse en centroeuropa. Una experiencia, la de vivir en el extranjero, que ya había tenido cuando en su último año de licenciatura se fue a la ciudad brasileña de Belo Horizonte gracias a una beca.

“Nada más llegar a Ámsterdam, encontré que la demanda de diseñadores era muy alta. No hay prácticamente desempleo y las marcas, negocios y nuevas empresas necesitan estar siempre a la última en cuanto a imagen. En menos de tres meses había hecho varias entrevistas y, finalmente, conseguí un bueno trabajo, con unas condiciones laborales justas y un buen sueldo para alguien casi sin experiencia”, agradece.

Desde entonces, trabaja cuatro días a la semana como diseñadora para una firma de moda holandesa en pleno crecimiento. “Estoy en las oficinas centrales en Ámsterdam, dentro del equipo de marketing, donde, curiosamente, todos son holandeses menos yo”, señala. Allí se ocupa de diseños gráficos para las plataformas online, del contenido web, redes sociales, catálogos y otros materiales para las tiendas. “En resumen, me encargo de que la identidad gráfica comercial de la marca sea atractiva y, sobre todo, consistente y a la altura de las tendencias actuales”, recapitula.

La creatividad, sobre ruedas

La creatividad, sobre ruedas B. Blanco García

Los viernes no trabaja en el estudio, pero dedica el día a su marca de ilustración, Tintamarina, y también a algunos proyectos de diseño gráfico por cuenta propia. “Aquí es muy común trabajar cuatro días y dedicar uno a proyectos personales o a la familia”, explica. De hecho, asegura que junto a su pareja disfruta mucho de ese tiempo libre, que es una parte que se respeta en la cultura holandesa. “De vez en cuando vamos a descubrir sitios nuevos o vamos al mercado o a la playa, sobre todo si sale el sol. Entonces, los holandeses sacan a la calle mesas y sillas, comida y bebida, y pasean en barco por los canales”, describe.

Es esa vida social una de las cosas que más añora de España y de Zamora. “Sobre todo echo de menos a mi familia y amigos, aunque intento ir tres veces al año. Y la vida en la calle, los bares, las tapas, el bullicio. En Holanda son muy sociales y disfrutan mucho en grupo, pero todo es más planeado, son mucho menos espontáneos”, compara.

Sus estudios de Bellas Artes le ayudaron a conocer muchas técnicas de expresión artística, “pero me costó darme cuenta de qué se me daba bien y a qué podría dedicarme realmente. Para mí, la salida profesional con diseño gráfico no estaba muy clara ni tenía idea de la cantidad de oportunidades laborales que tendría en el extranjero”, reconoce. Echando la vista atrás, asegura sentirse orgullosa “de haber conseguido un trabajo estable, en el que disfruto siendo creativa y trabajando junto a otros profesionales y, a la vez, tener tiempo y espacio para iniciar mis proyectos artísticos más personales, así como aprender idiomas, música y hacer otras cosas que me llenan”, concluye.