Cerca de 40 zamoranos han sido trasplantados de hígado en el Hospital Río Hortega de Valladolid, la única unidad acreditada para esta técnica en Castilla y León que celebra su vigésimo aniversario. Menos conocido que otro tipo de trasplantes más numerosos (como el de riñón) o más llamativos (como el cardiaco), el trasplante de hígado también salva muchas vidas todos los años, a veces actuando en cuestión de horas, como en el caso de los intoxicados por setas que acaban en cirrosis fulminante y en los que este tipo de intervención es la única posibilidad que tienen de salir con vida.

Zamora es históricamente una provincia generosa, ya que dona más hígados de los que recibe, 36 por 29 en la última década, según los datos contrastados por este diario. Desde 2004 hay datos pero incompletos, que hablan de 54 hígados donados en Zamora por 37 recibidos por los zamoranos mediante trasplante. Sea como fuere el sistema de trasplantes español se basa en la solidaridad y los hígados que se generan de los donantes van a parar a la persona compatible que los necesite con mayor urgencia.

En el último año, 2020, se generó un hígado de donante en Zamora y se trasplantó otro a un paciente de la provincia que lo necesitaba. De Zamora era precisamente la primera mujer trasplantada en la comunidad que logró ser madre tras recibir un nuevo hígado, algo poco habitual no tanto por contraindicación médica, sino porque la edad de los pacientes suele ser bastante elevada y supera con mucho la de la fertilidad femenina. Así lo explica Félix García Pajares, doctor de la unidad de trasplante hepático del hospital Río Hortega de Valladolid. “En Castilla y León rondábamos entre 40 y 50 trasplantes al año, en la mediana de las unidades de España”.

Más que el alcohol

Los grandes grupos de indicaciones del trasplante hepático se pueden resumir en dos. Por un lado, pacientes que tienen una enfermedad hepática avanzada, “es decir, una cirrosis por diferentes causas. Todo el mundo conoce las cirrosis por alcohol, pero hay causas inmunológicas, autoinmunes, infecciones víricas, hay un montón de causas. Además del paciente con cirrosis en estadio terminal e incurable, otra indicación muy típica es la hepatitis fulminante, que es cuando un paciente tiene una hepatitis aguda y su vida corre peligro. El caso más típico es el que ocurre todos los otoños cuando la gente coge setas sin control y sin conocimiento, se equivoca y come por error la típica amanita phalloides. Todos los otoños trasplantamos a algún paciente que se intoxica por coger setas en el campo”.

En Castilla y León se hace solo trasplante procedente de cadáver, pero también existe entre personas vivas. “El caso más habitual es el de niños, nosotros los que tenemos van a La Paz normalmente. Es típico cuando nace un niño con una malformación hepática hacer el trasplante de un fragmento del hígado de un familiar. En un niño de tres kilos si el padre o la madre le dona el lóbulo izquierdo, un tercio del volumen del hígado , puede llevar un vida completamente normal, si todo va bien”, indica Félix García Pajares.

¿Que pasa si no funciona el hígado? “Para entendernos, sería como el riñón, son órganos donde sintetizamos un montón de proteínas y metabolizamos un montón de productos tóxicos. De hecho todos los productos que ingerimos por el tubo digestivo pasan por el filtro del hígado antes de llegar a la sangre general: alimentos, tóxicos, grasas o alcohol, todo pasa por el hígado, que lo metaboliza y lo distribuye al resto del cuerpo. Es “similar” a la función de los riñones, la ventaja de estos es que cuando fallan hay una máquina de diálisis con la que se puede vivir durante muchos años hasta que el paciente se puede trasplantar”.

“Con el hígado no se ha inventado todavía un tratamiento similar que haga el efecto de la diálisis en este órgano, eso no existe. Cuando un paciente no tiene hígado y no se puede sustituir su función en los años siguientes fallece por complicaciones propias de la enfermedad hepática, porque no hay ninguna máquina o fármaco que depure o filtre la función que hace el hígado”.

Eso sí el pronóstico después del trasplante de hígado suele ser bueno. “El trasplante hepático es muy agradecido, porque no tocamos el tubo digestivo realmente, quitamos el hígado enfermo del paciente y colocamos el del donante en el mismo sitio. Si todo va bien el paciente en dos días pasa de la UCI a planta y entre una semana y diez días después está en su casa haciendo vida normal, con las lógicas molestias abdominales de la cirugía”, agrega el doctor.

La receta para cuidar el hígado es bien sencilla: llevar una vida sana, con dieta mediterránea saludable en lugar de “comer porquerías” hacer ejercicio físico y evitar sedentarismo y huir también de los tóxicos como el alcohol.