Veintitrés guardias civiles aportarán a lo largo de hoy al jurado popular de la Audiencia de Huelva detalles sobre el amplio operativo dispuesto el 14 de diciembre de 2018 para localizar a la joven Laura Luelmo, desaparecida dos días antes en la localidad onubense de El Campillo, al volver del supermercado, y asesinada por Bernardo Montoya, según la Fiscalía y las acusaciones que exigen una condena a prisión permanente revisable y 32 años de cárcel por violación y detención ilegal de Laura. Asimismo, solicitan a la Audiencia que imponga al imputado 22 años de alejamiento de la familia de la víctima y de Zamora, donde residen los padres y hermanos de la joven profesora de Dibujo. 

La investigación policial, que se expondrá en esta segunda jornada del juicio que arrancó a las 10.00 horas, llevó a los agentes a afirmar en su día que el asesino confeso de Laura la estaba controlando desde su casa a la joven zamorana, que vivía enfrente desde hacía solo unos tres días en un inmueble que le había alquilado en el pequeño municipio onubense una compañera del instituto de Enseñanza Secundaria Nerva, en el que realizaba una sustitución desde hacía una semana.

Así fue el primer día del juicio por el asesinato de Laura Luelmo

En la sesión ha testificado también el voluntario de Cruz Roja que encontró la ropa de la Laura a 200 metros del cadáver. Fue una pista clave para localizar a la joven.

El único imputado en el crimen llegó a comentar a los agentes tras su detención el 18 de diciembre que la profesora zamorana "le había gustado mucho" y que la tarde que volvía del supermercado a las 17.20, al verla, la abordó y la obligó a "la fuerza a entrar en su casa". Allí "la maniató, la amordazó para que no gritara y terminó por asestarle varios golpes" que le provocaron heridas mortales, de hecho, la Guardia Civil halla una fregona con sangre de la joven zamorana y del propio acusado, según consta en las diligencias policiales que se corroborarán en el juicio, hechas públicas por el coronel y jefe de la Comandancia de Huelva, Ezequiel Romero, y por el teniente coronel de la Unidad Central Operativa (UCO), Jesús García Justel, quien manifestó creer que Montoya cometió el crimen antes de la noche del 12 de diciembre, si bien aún faltaba la autopsia definitiva que estableció la hora de la muerte entre las 17.35 y las 18.40 horas.

El mando de la UCO explicó su tesis por lo detalles ofrecidos por Montoya sobre lo ocurrido, una versión en la que "admite conocer a Laura y haber estado con ella", incluso llega a confesar el crimen a las pocas horas de su arresto el 22 de diciembre en el cuartel de la Guardia Civil y, más tarde, ante la juez de Valverde del Camino, si bien fallos en el sistema de grabación de la comparecencia impidieron conservar el crucial testimonio.

La Guardia Civil deja un dispositivo montado a la puerta de la vivienda de Laura Luelmo el 13 de diciembre, una vez el padre de la joven presenta una denuncia en la Comisaría de Zamora y la dueña de la vivienda alquilada a la joven llama al 061 pidiendo que se entre en la casa para ver si la profesora zamorana está dentro. Una patrulla de la Guardia Civil revisa la vivienda con su dueña: Laura no está y no observan nada extraño, ni que indique que haya habido un robo. Ese mismo día se precinta la casa de la profesora zamorana, se identifica a Montoya y el dispositivo policial se mantiene en la calle no solo para controlar el domicilio de la joven, sino para vigilar estrechamente a quien resulta ser un delincuente habitual que había salido de la cárcel dos meses antes y que ya había cumplido anteriormente una condena a17 años por el crimen con arma blanca de una anciana de 82 años.

La vuelta a casa de Montoya, fallida

Para entonces ya es un sospechoso para la Guardia Civil por la desaparición de la joven, "por ser vecino de la víctima y por sus antecedentes, por eso le vigilamos porque no sabemos si puede tener a Laura viva en algún lado", explicó García Justel en su día. Por ese motivo, "no queríamos que fuera consciente de que estábamos muy pendientes de él", ya que si Montoya hubiera tenido esa sospecha, "no iría al lugar donde pudiera tener retenida a Laura", una hipótesis que se barajó hasta que la joven apareció asesinada. 

La Guardia Civil le sigue la pista desde el principio también "por su comportamiento huidizo y su deslocalización, cuando no le localizamos, y por el posible ocultamiento por parte de algún familiar", agregó Ezequiel Romero al inicio de la investigación. Y es que el autor confeso del crimen estuvo desaparecido de El Campillo varios días, pero antes vecinos del pueblo "le vieron tratar de volver a su casa andando cuando había anochecido, hacia las 20.00 horas del mismo día en que se le identifica, pegado a las paredes, ocultándose, llegó a la esquina" de su vivienda, "se asomó dos veces y, observando a la patrulla de la Guardia Civil, se fue rápidamente".

El informe de la Guardia Civil

El informe de la Guardia Civil establece que "Laura Luelmo estuvo en la casa de Montoya" sin lugar a dudas, "pero poco tiempo, ya que hay testigos que vieron el coche del imputado, un Alfa Romeo negro, con el maletero abierto poco después de las 18.10 horas" del 12 de diciembre. Montoya “introduce a la joven profesora en el maletero", sostiene la Guardia Civil, "y la lleva a donde se la encontró” ya muerta, al paraje "Las Mimbreras", en un lugar de difícil acceso, con jaras que miden entre un metro y un metro y medio.

Las características de la zona explican que la primera vez que se rastrea allí nadie observara ningún indicio de que el cadáver de la zamorana pudiera estar en el lugar, abundaron los responsables de la Guardia Civil, por lo que será la segunda vez que se bate este lugar cuando un voluntario de Cruz Roja localiza un pantalón y ropa interior de mujer que resultaron ser de la víctima, hallada por una patrulla del Seprona a 200 metros de dónde Montoya la abandonó.

El teniente coronel de la UCO de la Guardia Civil, que participó en la investigación policial, ya manifestó que "no me cabe ninguna duda de que en ese lugar no se produjo ningún acto violento del que Laura Luelmo fuera consciente" en contra de lo que describió Montoya en su declaración al inculpar a su exnovia, que dijo había actuado por celos contra la joven zamorana. "Si hubiera sufrido en ese lugar, la posición final del cuerpo no sería la que encontramos y tendría alguna lesión en las piernas", dado que estaba sobre las jaras.

Los agentes dieron por válida la primera declaración de Montoya en la que dice que confesó que golpeó la cabeza de la joven zamorana contra el suelo, agresión que el imputado situó en el transcurso de un forcejeo durante el cual Laura llegaría darle una patada en un costado, del que parece que fue atendido en un hospital con posterioridad a cometer el crimen.

Los investigadores pudieron comprobar que el viernes, día 14 de diciembre, Montoya acudió por la tarde al centro de salud de Cortegana, donde residen su padre y dos hermanas, porque le dolía un golpe que tenía en un costado, "que pudo ser fruto de un forcejeo con Laura", indicó el jefe de la Comandancia en su día.

Las pruebas testificales se prolongarán durante todo el día de hoy, 16 de noviembre, en jornada de mañana y tarde.

TODO SOBRE EL ASESINATO DE LAURA LUELMO