Los agentes del Seprona de la Guardia Civil hallaron 70 garrafas de líquidos tóxicos abandonados en el paraje de Las Chanas, en un radio de 200 metros cuadrados, que procedían de la empresa de productos lácteos ubicada en el polígono industrial de Los Pinares, en Coreses, según la declaración prestada durante el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal. La Fiscalía exige un año de cárcel y una multa de 2.160 euros para el actual titular de las instalaciones, convertidas en un taller de soldadura, al que acusa de los vertidos.

Los guardias, que no pudieron precisar si las garrafas se abandonaron antes de que se vendiera la nave de la agroalimentaria a la empresa de soldadura, indicaron que la mayor parte de los productos eran sosa cáustica, distribuida en un total 18 envases. Se trata de un producto que se utiliza para limpiar las cubas en las que se deposita la leche. En el mismo lugar, encontraron botes de pintura y esmaltes, así como restos de placas de fibra de vidrio, tubos de plástico; y 110 garrafas de 25 litros, 82 de ellos vacíos; 7, con ácido nítrico; 3, con productos sin identificar; y los indicados de sosa. Los agentes detallaron que también había documentación de la empresa láctea, puertas de la nave donde desarrollaba la actividad industrial y tacógrafos abandonados.

Por su parte, el nuevo propietario de las instalaciones negó que fuera el responsable de los vertidos y sostuvo que cuando le entregaron las llaves, tras firmar las escrituras de la propiedad, no había rastro de las garrafas ni de los elementos que la Guardia Civil había encontrado en Las Chanas, tras la denuncia de un ciudadano.

El baile de fechas entre el momento en el que un empleado de la agroalimentaria entrega las llaves al nuevo titular de la nave y cuando se suscribe el contrato de compraventa no se despejó con el testimonio de este trabajador. En su comparecencia ante la juez de lo Penal manifestó no recordar el día exacto en que los dueños de las instalaciones le llamaron para decirle que debía dar las llaves al nuevo propietario.

El trabajador asegura que desconoce el destino que se les dio a las garrafas que había en la nave, “una llenas y otras vacías”, que contenían los líquidos abrasivos. Confirmó que en las oficinas de la empresa láctea, ubicadas en esas instalaciones del polígono industrial de Los Pinares, había tacógrafos, como los que le mostró la Guardia Civil; y algún talonario para apuntar los litros de leche que se recogían en la empresa, cuyo dueño tendrá que testificar en la próxima sesión del juicio, que tuvo que ser pospuesto por segunda vez para recoger el testimonio del anterior titular de la agroalimentaria.