Los altos mandos del Ejército de Tierra han propuesto al Ministerio de Defensa trasladar los edificios del campamento militar de Monte la Reina a la parcela estatal situada al otro lado de la N-122 que durante años se utilizó como campo de maniobras. La razón no es otra que el riesgo de inundabilidad que planea sobre los terrenos situados más próximos al río Duero. Los mapas elaborados a tal efecto por el Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables demuestran que, en efecto, el peligro es alto. Concretamente, de acuerdo con los parámetros que maneja el organismo de la cuenca, este espacio tiene “alta probabilidad” de sufrir una avenida cada diez años, como ya ha ocurrido en anteriores ocasiones, anegando todo lo que el río Duero encuentra a su paso.

La situación no es nueva, pero sí la normativa. De hecho, es la misma que impidió la ampliación de las instalaciones de Leche Gaza en la capital zamorana. Desde el año 2016, existe una regulación estatal de los usos permitidos en zonas que se encuentran en riesgo de avenidas por crecidas. El Reglamento del Dominio Público Hidráulico distingue entre zonas de flujo preferente y zonas inundables. Y cualquiera de las dos compromete la actividad de un acuartelamiento militar como el de Monte la Reina, como así han detectado ahora los altos mandos del Ejército de Tierra encargados del proyecto de reapertura de las instalaciones.

El sistema de mapas de peligrosidad elaborado por la Confederación Hidrográfica del Duero distingue zonas inundables para periodos de retorno de diez, cien y quinientos años. Y, en todos ellos, los terrenos que ocupaba el antiguo campamento militar de Monte la Reina salen mal parados. La situación, en realidad, afecta de manera generalizada a toda la vega del Duero que discurre entre las ciudades de Toro y de Zamora. No en vano, el “destrozo” que esta cartografía establece para la capital es notorio e hizo quejarse enérgicamente al Ayuntamiento de Zamora en el año 2018, durante el citado conflicto entre el organismo de la cuenca y la central lechera, cuando Francisco Guarido apuntó que las previsiones eran “descabelladas” y hacían imposible un desarrollo urbanístico sensato a futuro.

Ahora, esos mismos parámetros de la Confederación Hidrográfica del Duero se han vuelto en contra del proyecto de reapertura del campamento militar de Monte la Reina, cuyos responsables han propuesto el desplazamiento de toda la infraestructura al otro lado de la carretera. Así se lo transmitieron el pasado viernes a la ministra Margarita Robles, con cuyo equipo deberá tomar la decisión final acerca de la mejor ubicación para el regreso de los militares a Zamora.

Edificio abandonado en el campamento militar de Monte la Reina. Jose Luis Fernández

Las avenidas anegarían todos los edificios que se mantienen en pie en el recinto castrense

La Casa del Coronel, la Casa de la Plana Mayor, la cantina, el polvorín, la piscina… Todo. Absolutamente todo lo que se mantiene en pie del antiguo campamento militar de Monte la Reina quedaría bajo las aguas del río Duero una vez cada diez años si se cumplen los pronósticos del Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables. La crecida, según los mapas elaborados por la Confederación Hidrográfica del Duero, tan solo libraría al pasillo de entrada al recinto desde la carretera N-122, cuya ligera pendiente permitiría salvarse de la quema.

La información que ha podido recabar este diario acerca de los objetivos iniciales del proyecto apuntaba a la intención de mantener en pie la Casa del Coronel y la Casa de la Plana Mayor debido a “cuestiones de singularidad”. El resto del campamento debería ser completamente remozado debido al estado de abandono en el que se encuentra sumido tras más de dos décadas de abandono. No obstante, todo esto era antes de conocer el cambio de planes del Ejército de Tierra y su nueva propuesta de ubicación al otro lado de la carretera.

El Ministerio de Defensa, por lo tanto, deberá aclarar en el proyecto lo que ocurrirá con todos estos edificios que la Confederación Hidrográfica del Duero sitúa en riesgo de inundación una vez cada diez años y decidir si esa singularidad es suficiente para mantenerlos en pie.