Zamora pierde población se mire por donde se mire. Hasta los coletazos finales de la primera década del siglo XXI, el área urbana se mantenía como el último reducto del crecimiento gracias al impulso ofrecido por la capital pero, desde entonces, la ciudad y sus principales municipios colindantes han entrado también en números rojos. De hecho, solo en la última década, la suma de la ciudad, Morales del Vino y Villaralbo ha pasado de los 70.194 habitantes a 65.769. Son 4.425 menos; una caída del 6,3% entre 2011 y 2020.

La elección de estos tres municipios no es aleatoria. Los mapas y los informes elaborados por el Gobierno incluyen en las áreas urbanas a los ayuntamientos que cumplen determinadas características de población y de actividad. De ahí esta limitación que deja a Zamora, Morales y Villaralbo como los lugares representados. Entre ellos, acumulan actualmente el 38,6% de la población total que tiene la provincia.

Curiosamente, a pesar de haber perdido más de 4.000 habitantes en la última década, el área urbana de Zamora tiene ahora más peso sobre el total de la población de la provincia que en 2011, cuando el porcentaje se situaba en el 36,2%. La explicación de ese dato se encuentra en el hecho de que las zonas rurales pierden capital humano a un ritmo mucho mayor.

Así, en los últimos diez años, la pérdida de población que acumulan los 245 municipios ajenos al área urbana de Zamora roza el 15%. A ese resto de la provincia se le ha esfumado, solamente en esta década, un volumen de habitantes superior al censo total de Benavente. De los 123.189 vecinos de 2011 a los 104.819 de 2020.

Este descenso de 18.370 personas sitúa al amplísimo territorio ajeno a la capital cerca de bajar de los 100.000 habitantes, castigado también por la pérdida de vigor de las cabeceras de comarca. Estos municipios se han visto condenados a una decadencia sin freno, como constató recientemente el último informe del CES. Su progresivo y constante vaciado ha lastrado de forma decisiva al área urbana, acostumbrada a alimentarse de la emigración desde los pueblos a la capital provincial.

Ese escenario de Zamora se percibe también en otras áreas urbanas, generalmente pertenecientes al territorio de la llamada España Vaciada. Aquí, Castilla y León hace pleno, con una caída generalizada que reafirma la mala tendencia de la comunidad autónoma, agravada además desde el estallido de la crisis económica de 2008.

La problemática de las capitales y de sus entornos pone sobre la mesa las dificultades que se plantean a la hora de iniciar una recuperación. La ciudad de Zamora tiene ahora menos de 61.000 habitantes y una población cada vez más envejecida. Además, lugares como los citados Villaralbo o Morales, así como algunos otros que se quedan fuera de este área, como Moraleja del Vino o Roales, se han estancado en los últimos años o están experimentando subidas insuficientes para revertir el problema.

La capital tiene 5.684 personas menos que en 2008, cuando alcanzó su pico

Durante mucho tiempo, al citar la cifra de población de Zamora capital, la mayor parte de la gente redondeaba en los 65.000 para ofrecer un dato redondo. Más allá de los matices, a lo largo de los veinte años que pasaron entre 1996 y 2016, esa aproximación resultaba bastante cierta. En este periodo, la ciudad no bajó de los 63.000 ni subió de los 67.000 efectivos en ningún momento.

En estos años, Zamora vivió dos fases bien diferenciadas: el crecimiento hasta 2008 y el bajón a partir de entonces. Entre finales de los 90 y los primeros 2000, la ciudad fue evolucionando positivamente, con subidas en el padrón que se acumulaban de forma poco llamativa pero constante.

Así, la capital pasó de 63.783 habitantes en el 96 a los 66.672 de 2008; una subida de 250 personas al año que puso a Zamora en el camino hacia los 70.000 vecinos. Nada más lejos de la realidad. A partir de ese momento, el municipio se vio lastrado por la carencia de oportunidades laborales, la crisis demográfica de su entorno rural y una pequeña fuga hacia sus localidades periféricas que hizo crecer rápidamente, en su día, a determinados pueblos. El ejemplo más evidente es Morales del Vino, que ahora lleva casi diez años sin subir en exceso, pero que, entre 2004 y 2011, sumó 800 habitantes.

Así, Zamora fue cayendo a una velocidad superior a la que había crecido desde mediados de los 90. En 2017, se dejó atrás la barrera de los 63.000; ahora, la ciudad sufre para agarrarse a los 60.000. Los 65.000 de siempre ya no encajan.