La crisis global del vidrio comienza a generar cierta inquietud en la provincia de Zamora, con una pujante industria de vinos y licores que mira de reojo este atípico comportamiento del mercado. Y es que, pese a que todo el mundo dentro del negocio da por garantizado el suministro de botellas, también es generalizada la sensación de que se está viviendo una burbuja que va a estallar de un momento a otro y que puede provocar daños colaterales. Las empresas pequeñas, tanto bodegas como destilerías, apuntan a ser las grandes perjudicadas de una situación que se va a prolongar durante los próximos meses. Y es que, a los problemas con el embotellado, se ha sumado en las últimas jornadas la sombra del desabastecimiento de tapones, así como el encarecimiento del resto de materiales que participan en la cadena, como el corcho, el cartón, el metal o la luz. Poca broma.

La comarca de Toro ha sido la primera en notar cierto ambiente enrarecido en torno al suministro de vidrio para todas sus bodegas, que suman en torno a sesenta bajo el paraguas de la Denominación de Origen. El presidente del Consejo Regulador, Felipe Nalda, admite una pequeña dosis inquietud, aunque también hace un llamamiento a la tranquilidad. “Desabastecimiento no ha habido y confiamos en que no haya”, inicia su razonamiento. “Sí es verdad que, al principio del verano, tuvimos problemas con el stock en algunos modelos; y también puede ser que las bodegas pequeñas noten más esta situación. Pero, lo que está claro es que las vidrieras no pueden parar la producción, así que hay que apelar a la cordura”, explica a este diario.

El argumento de las pequeñas bodegas no es baladí. Y es que, sus particulares diseños están siendo los primeros en ser borrados de la cadena de producción de las vidrieras ante el incremento de la demanda de otros formatos para los grandes grupos del sector vitivinícola. Esto está provocando que estas empresas, que hacen vino prácticamente de autor, tengan que irse a otro tipo de botellas que no son sus habituales, con los perjuicios que ello conlleva en el resto de la cadena de elaboración. A menudo, no coinciden ni las pegatinas de papel ni los estuches de cartón. Más gastos.

Una mujer abre una botella de vino. | LOZ

En Camarzana de Tera, la destilería Orujos Panizo está viviendo esta situación desde la tranquilidad de haber llegado a tiempo. “Ha sido cuestión de suerte, porque nos hicieron la fabricación justo antes de que estallara esta crisis; medio millón de botellas para nuestra crema de orujo y licor de hierbas justo en el mes de agosto”, explica Jerónimo Panizo, gerente de la empresa. En su caso, el castigo es doble porque para destilar hace falta gas. Mucho gas. Y las cosas están como están. “Ahora mismo, no sabemos ni cómo hacer el cálculo, porque cada día nos llegan noticias diferentes. Eso sí, la certeza es que el coste de producción va a ser muchísimo más alto que otros años”, se lamenta.

La apreciación de Jerónimo Panizo es el pan de cada día del sector de vinos y licores, teniendo en cuenta que la crisis del vidrio ha llegado en un momento de inflación absoluta en el resto de la cadena de producción. “Todo ha subido: plástico, vidrio, cartón aluminio… Estamos hablando de subidas por encima del 20%”, explica Nalda. “Solo el cartón ha incrementado el precio un 50%”, incide Panizo. Y a esto hay que añadir el coste energético, con la luz y el gas completamente disparados. “¿Quién se podía esperar esta inflación? La verdad es que la situación no pinta nada bien; esperemos que sea una burbuja y que reviente lo antes posible, porque esto no es sostenible por mucho más tiempo y, desde luego, es difícil de creer que la gente consuma tanto de repente, como nos están contando”, añade el empresario de Camarzana de Tera.