El funcionamiento de la cooperativa La Calera, de Villalobos, adoleció en los últimos años del rigor necesario para llevar un control estricto de las cuentas, tanto de los ingresos como de los gastos, según el testimonio de los dos socios que denunciaron al presidente que ejerció entre 2008 y 2009, cuando sostienen que se quedó con 90.000 euros de la sociedad. Un paso que dieron porque “una persona entendida nos dijo “con esta contabilidad os están robando. La cooperativa era un instrumento” del expresidente “para hacer caja”, declaró ayer uno de los denunciantes.

Precisamente, la Audiencia de Zamora juzga al exresponsable de La Calera, de iniciales A.F.B., por el delito de apropiación indebida, del que le acusan dos socios y por el que su abogado pide 10 años de prisión. La administración desleal es otro de los delitos que se le imputan, al considerar que nunca dio cuenta de su gestión en asambleas, que se reducían a “reuniones en un bar”, y que “simuló la aprobación de las cuentas para continuar con sus supuestas prácticas fraudulentas, haciendo en sus cuentas privadas ingresos de la cooperativa, según la imputación.

La acusación particular sostuvo ayer que “el descontrol de asientos contables” tenía el único objetivo de “quedarse con el dinero”, así como el no informar sobre la procedencia de las cantidades, como de “los 18.870 euros que ingresó en diferentes cuentas cuando era todo de la cooperativa”. La contable de la cooperativa cerealista, por su parte, quiso quitar hierro a una práctica administrativa “más habitual de lo que me gustaría, los socios ponen dinero” para cuadrar las cuentas.

La técnico explicó, a preguntas de la Fiscalía Provincial, que no ejercer la acusación pública, que esta forma de gestión puede generar situaciones como la falta de facturas para justificar los movimientos de dinero como, al parecer, ocurrió con la administración del expresidente. No así con el dinero, concretó ante los magistrados en el juicio que continúa hoy.

La contable abundó que en empresas pequeñas, como La Calera, “se confunde el patrimonio de los administradores y de la sociedad” con frecuencia, al ser preguntada por la acusación particular.

Transferencias

En este caso, el juez que investigó el caso apunta que el expresidente “realizaba transferencias desde una cuenta de la cooperativa a su propiedad privada “Tijero Agrícola” para el pago de nóminas, seguros sociales”, entre otros conceptos, “sin que haya demostrado su devolución”, de acuerdo con los documentos aportados por bancos y que se encuentran entre los hechos probados del auto judicial de imputación, extremo al que aludió la acusación particular.

La investigación abierta en el Juzgado de Villalpando tras la denuncia de los dos socios dejaría al descubierto este supuesto modus operandi, que se seguiría también para el pago d e “seguros privados o comidas familiares” con fondos de la cooperativa; o el cobro de cheques.

Por su parte, el acusado, de iniciales A.F.B., que se negó a contestar a las preguntas del abogado de la acusación particular, sostiene desde Tijero llegó a anticipar 15.000 euros a La Calera y que si su empresa debía alguna cantidad la abonaba. A lo que la acusación particular replicó que “cuando retornaba el dinero nunca se sabía cómo lo hacía ni el destino del mismo”. El imputado apuntó que los socios llegaron a deber más de 58.000 euros a la cooperativa, al tiempo que negó haber obtenido préstamos personales con cargo a la cooperativa, como se le acusa, sobre los que no existe documentación, concluyó.

“Que nos dé lo nuestro, no repartió e hizo siempre lo que le dio la gana”

“Que nos dé lo nuestro”, reclamaba ayer uno de los socios que denunció al expresidente de la cooperativa La Calera de Villalobos, “que se pasaba años sin repartir, se ha repartido muy poco” de los beneficios de la venta de los cereales que cultivaban en las tierras adscritas a la sociedad. Y se refirió a la buena cosecha que hubo entre 2008 y 2009, “con una subvención de 90.000 euros de la Junta de Castilla y León, y no recibí nada”, a pesar de haber aportado 37 hectáreas a la cooperativa.

La única cantidad que percibió en ese periodo fueron 270 euros para un viaje que la habría pagado el acusado de su bolsillo, no la cooperativa. El imputado, A.F.B., durante el periodo que fue presidente “ha hecho solo lo que le ha dado la gana durante años, ni reuniones había. Se compró una empajadora en 2008 y no contaba con nadie”, declaró ayer el testigo en el juicio de la Audiencia, además de relatar que “el presidente y otros sacaron dinero de mi cuenta sin decirme nada”.

El otro denunciante, que llegó a ser secretario del Consejo Rector de la cooperativa, incidió en esa falta de reparto de beneficios en esos dos años que fueron buenos para los cerealistas, “con otros presidentes sí recibí”, agregó. El investigado “hacía cuentas manuscritas”, declaró el cooperativista, y “después hacía lo que quería”. Negó haber recibido las cantidades por las que tuvo que tributar a Hacienda, que justificó porque “la gestoría ponía en la contabilidad lo que le decía” el acusado. Este testigo reconoció que “firmé préstamos, pero no supe a dónde iba el dinero” y concretó que “pedí la contabilidad, pero no me la daban”.