Su biografía es un pequeño mapamundi con señaladores en todos los continentes. Nació en Venezuela, de madre gallega y padre zamorano. Se crio entre la sierra madrileña y las Semanas Santas y veraneos a la zamorana. Conoce la calle de los Herreros a la perfección pero vive en Berlín desde que decidiera hace años estudiar allí cine y fotografía. Este fin de semana presenta a concurso su ópera prima en el Festival de Cine de Valladolid (SEMINCI). Una película documental rodada en Ciudad Juárez, uno de los lugares más peligrosos del planeta, sobre todo si eres mujer. Una proeza conseguida para dar forma y vida a “Luchadoras”. Seis meses de rodaje en la boca del lobo sin pensar nunca en abandonar el proyecto.

–Paola Calvo, directora de cine, de sangre zamorana y con un par.

–Jajajaja. La verdad es que estamos un poco locos. Ha sido un trabajo en equipo, con un grupo de gente super profesional y una buena producción. Lo hice porque mi compañero Patrick Jasim, director y guionista también de esta historia, estaba a mi lado. Evidentemente sin todo esto hubiera sido imposible hacerlo.

–Cuéntele a los lectores qué es “Luchadoras”, el documental que se exhibe hoy sábado y mañana domingo en la Seminci.

–“Luchadoras” es una película que muestra una nueva imagen totalmente desconocida de las mujeres de Ciudad Juárez. Siempre se las presenta como víctimas de feminicidio y de violencia machista, que lo son, indudablemente. Pero también son mujeres que luchan por un cambio. Súperheroínas en su día a día, muchas veces sórdido y súperheroínas también en un ring de lucha libre, con sus nombres de cómic, sus trajes y máscaras de colores chillones, donde pelean y se defienden con posturas imposibles. Cuando descubrimos esta otra cara de Ciudad Juárez nos pareció algo tan impresionante y tan bonito que dijimos: esto hay que contarlo, sacarlo al mundo porque tiene un montón de fuerza. Y aquí estamos con ellas y junto a ellas.

–¿Cómo descubren ese mundo en un lugar tan hostil?

–Las cosas que suceden en Ciudad Juárez han sido y siguen siendo horribles desde los años 90, con la desaparición y asesinato de miles de mujeres, la guerra del narco y la violencia en general. Saber que hay un sitio en el mundo que se conoce fundamentalmente porque allí se mata a mujeres era algo que me ponía triste, me ponía de malhumor. Tanto a Patrick como a mí siempre nos llamó la atención. Una amiga alemana, luchadora profesional, se mudó allí. Ella nos descubrió este mundo desconocido, impresionante y maravilloso lleno de energía . Gracias a ella además conocimos a nuestras chicas.

–Lady Candy, Baby Star y Mini Sirenita son las tres protagonistas de su historia. ¿Fue fácil acceder a ellas?

–Ciudad Juárez no es un sitio fácil para tener una vida social, para conocer a gente, ni tampoco para trabajar de la forma que lo hacemos nosotros. Todo el mundo desconfía de todo el mundo y con razón. Al principio nos miraban como a extraterrestres y nos costó hacerles entender lo que necesitábamos de ellas. El proyecto era algo súper íntimo. Queríamos estar en sus vidas durante un tiempo, formar parte de su esfera más privada y rodar. No fue fácil pero lo bonito del proyecto es que al final traspasamos la barrera del profesionalismo y nos hicimos amigos. Pasamos tanto tiempo juntos y tantas situaciones de miedo que nos unimos un montón y hoy en día mantenemos unos lazos uper potentes aún en la distancia.

–¿Cómo consiguieron rodar tanta naturalidad en ellas, con la cámara tan cerca, día tras día y ante la que se sinceran a veces de forma tan desgarradora?

–Nosotros trabajamos con mucha sinceridad y honestidad desde el principio. Es básico conectar con quien tienes delante de la cámara. Si lo consigues eso da pie a que confíen en ti y la confianza abre las puertas a todo. A través de la confianza y sobre todo del respeto hemos conseguido que se muestren tal y como son. Con sus victorias, infiernos y anhelos.

–Seis meses de rodaje en Ciudad Juárez. Eso tiene que dejar una fuerte resaca emocional…

–Sí. No es un lugar que invite precisamente a irte de vacaciones. Nunca estás relajado. Hay mucha tensión y eso se nota en cada esquina y en cada persona que se relaciona contigo. De hecho la primera imagen que nos impactó al llegar fue ver el centro de la ciudad totalmente abandonado. Parece una ciudad fantasma y eso produce de entrada una sensación desagradable.

–¿Miedo?

–Creo que lo que más aprendimos durante ese tiempo fue a lidiar con el miedo. Algo personal e intransferible que cada miembro del equipo vivió de una manera diferente. Yo me di cuenta de que el miedo se convierte en un mecanismo de poder. Utilizan el miedo para que desconfíes y si no confías en el vecino, en el de al lado, la gente acaba aislándose, se queda sola y por tanto tiene más miedo.

–¿Y cuál es la solución para romper ese círculo infernal en un entorno violento?

–Pertenecer a un grupo, a una comunidad; la familia, las asociaciones de mujeres, la lucha libre… El grupo es lo que te va a salvar y te va a dar la energía que necesitas para sobrevivir. Nosotros también hicimos comunidad y lo que pasamos lo pasamos juntos. Ha sido un proceso de aprendizaje a nivel personal muy interesante.

–La opresión del lugar, el feísmo del paisaje, la tensión del momento traspasa la pantalla. ¿Peligró el rodaje en alguna circunstancia?

–Nunca pensamos en abandonar pero sí vivimos momentos de verdadero peligro. Y el problema es no saber quién está detrás de toda esa escalada de violencia gratuita. Subirte a un taxi en Ciudad Juárez a las dos de la madrugada después de rodar es jugarte la vida y eso lo hacíamos a diario. Muchísimas personas desaparecen durante el trayecto en Úber y te preguntas ¿Cómo es posible si es una aplicación con geolocalizador? Pues pasa. Así que acabamos alquilando un coche o pidiéndolo prestado. Vas aprendiendo a crear estrategias para lidiar peligros y temores pero jamás pensamos en abandonar el proyecto. Somos unos inconscientes jajaja.

–Azules fríos que cortan la respiración para el ambiente sórdido de las calles de la ciudad. Sin embargo los interiores de las casas, las risas, los niños y el ring de lucha están llenos de color…

–Es así. No hay nada artificial.Y ellas son así también. Dicen: vale, vivimos en condiciones muy difíciles, pero seguimos. Obviamente hay días llenos de batallas perdidas en los que no quieren ni salir a la calle pero… ellas siguen. Se ríen, crían felices a sus hijos, se arreglan, se maquillan y siguen adelante.

–Desde principios de los años 90 miles de mujeres han desaparecido o han muerto asesinadas y mutiladas en Ciudad Júarez. ¿Por qué?

–Las maquilas, donde muchas de ellas trabajan, llegaron a Juárez prometiéndoles independencia económica de los hombres. Muchos de ellos ya las maltrataban en casa. Y mira por dónde su salvación se convierte en la boca del lobo. Muchos de los asesinatos se han producido durante el trayecto del bus que las lleva y las trae de trabajar. Es todo tan cruel y tan perverso… Es peor que una película de ciencia ficción. Pero las cosas están cambiando. En Juárez ya no solamente hay víctimas. Hay mujeres fuertes, luchadoras que se están empoderando y van a salir adelante. Eso es lo bonito. Esa es la base de nuestra película.