El cementerio de Zamora estrenó este viernes “una cruz para todos los ausentes, sean o no cristianos”. Con esa idea en la mente trabajó en la obra su autor, José Luis Alonso Coomonte, que asistió a la colocación del monumento junto al alcalde de la ciudad, Francisco Guarido. El propio escultor se definió, de forma irónica, como “ateo, gracias a Dios” y celebró la instalación de esta cruz de hierro que sustituye a la anterior de hormigón, castigada por el paso del tiempo y un tanto estigmatizada por su origen como parte de un recuerdo a los caídos.

La nueva obra es un monumento de seis metros de alto y 700 kilos de peso, que “podría ser la última” obra de estas características que realiza Coomonte. El escultor ya roza los 90 años, aunque él mismo subrayó que su inquietud por seguir trabajando y pergeñando ideas no se ha detenido.

Como muestra de ese interés por mantenerse en activo, Coomonte ideó esta obra cuya instalación había generado una cierta polémica por su carácter cristiano. Guarido quiso salir al paso de esa controversia y defendió la necesidad de gobernar para el colectivo. “Es un acto de respeto y de tolerancia”, afirmó el dirigente de Izquierda Unida, que aprovechó la ocasión para recordar que el camposanto incluye una zona para musulmanes y para anunciar la inminente instalación de “algún elemento simbólico” que represente el daño padecido por los fusilados en la Guerra Civil.

Ante este panorama, Guarido pidió altura de miras en política y se definió a sí mismo como una persona “agnóstica”. De hecho, para el alcalde, el principal valor de la cruz reside en su componente artístico y en la relevancia que tiene el hecho de que un artista como Coomonte haya sido el autor.