Una sentencia pionera del Juzgado de lo Penal tira de la reciente declaración de inconstitucionalidad del estado de alarma por el COVID-19 para absolver a un vecino de Toro que se saltó el confinamiento entre el 31 de marzo y el uno de mayo de 2020 para desplazarse a Zamora. Ni una ni dos, sino ocho veces fue detenido por trasladarse hasta la capital en ese periodo para realizar gestiones tan peregrinas como “ir de compras”, “cortarse el pelo” o “para ver a un amigo y, de paso, quedarme de copas”.

Ni las advertencias de los policías municipales ni las denuncias que le fueron cayendo lograron disuadirle del continuo peregrinaje a la capital. Y terminó imputado por ocho delitos de desobediencia a la autoridad, por los que la Fiscalía Provincial exigía una condena a 9 meses de prisión y una indemnización.

Tras celebrarse el juicio, al que el acusado ni acudió, la magistrada no tuvo que entrar siquiera a valorar las pruebas para condenar al imputado, al quedar sin efecto alguno la trascendencia penal de las sucesivas infracciones cometidas por el toresano, de las que dieron cuenta al detalle los doce policías municipales que testificaron en la vista oral en el Juzgado de lo Penal.

Todas las denuncias que cursaron los agentes quedaron anuladas en cuanto el Tribunal Constitucional dictó la sentencia el 15 de julio pasado que declara inconstitucional el estado de alarma. De modo que carece de efecto el Real Decreto que “limitaba la libertad ambulatoria de los ciudadanos como medida para contener la extensión del COVID-19”, norma aprobada por el Gobierno central el 14 de marzo de 2020.

La magistrada de Zamora apunta en su sentencia, la segunda dictada por un juzgado en todo el país, que la inconstitucionalidad del Real Decreto “hace que la orden” de los agentes “carezca de cobertura legal”, por lo que el toresano ejercía su derecho a deambular por las calles libremente durante el confinamiento, ahora sin efecto legal. Una sentencia con la que el abogado del imputado, Alberto García, se mostraba “muy satisfecho, es una de las primeras, de hecho, no encontré ninguna otra que me pudiera servir de referencia” cuando tuvo que presentar el escrito de defensa, manifestaba a LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA. Solo existe otro fallo con igual argumentación de fecha posterior a la fijada para celebrar el juicio en la capital zamorana, que se desarrolló el 30 de septiembre. La Fiscalía basaba su acusación en que el ciudadano, “a pesar de conocer las limitaciones a la libertad de circulación”, no respetaba el confinamiento domiciliar, que solo podía incumplirse por causa justificada. Una actitud que mantuvo durante tres meses, “pese a ser advertido por los agentes” que lo detenían, “desoyendo el mandato policial explícito y haciendo caso omiso a las indicaciones” que se le hacían, agregaba el Ministerio Público.

Diecisiete días tardó este ciudadano en desafiar la nueva normativa que impedía salir de casa a los españoles y que les mantuvo tres meses y una semana encerrados en sus casas, hasta el 21 de junio de 2020. El toresano se paseó por la avenida de las Tres Cruces a las 12.43 horas del día 31 de marzo de 2020 para ir de “compras y a cortarse el pelo”, confesó sin inmutares a los agentes municipales que le dieron el alto.

A pesar de las advertencias de los policías, tres días después, volvió a recorrer los casi 40 kilómetros que separan Zamora de su residencia, esta vez por la tarde, a las 19.00 horas caminaba por la calle de la Ronda de la Feria; y cuatro horas después, a las 23.00 horas, volvió a ser localizado en la calle de Villalpando. Cuando los policías municipales le preguntaron qué hacía fuera de su municipio y de su casa, “manifestó que había venido desde Toro a ver a un amigo y que, de paso, se iba a quedar de fiesta por Zamora”.

Las tres denuncias que ya acumulaba le dejaron frío, tanto como para que el 13 de abril de 2020, a las 15.40 horas se le volviera a localizar por el barrio de Las Viñas, en la calle de Donantes de Sangre; y el día 30 de ese mismo mes, en la confluencia de las calles de Juan II y de Santa Teresa, andando tranquilamente, según testificaron los agentes.

La última vez que se dejó caer por la capital zamorana no llegó a pasar de Vista Alegre, eran las 18.40 horas del día uno de mayo, y “con actitud provocadora replicó a los agentes que iba andando a Toro, donde residía”, según la declaración de l estos en el juicio. El hombre se encontraba en la carretera de Tordesillas, frente al centro comercial Vista Alegre.