La “resignación” y la “incertidumbre” siguen dirigiendo la vida en la isla de La Palma, a merced de la erupción del volcán Cumbre Vieja. Aún es muy pronto para conocer el alcance de los destrozos en la red de carreteras regionales que la lava se ha ido tragando, explica la zamorana Mónica Gómez Miguel, delegada del Colegio de Ingenieros de Obras Públicas de La Palma.

Esta técnico será una de las responsables de evaluar y de trabajar en esa reconstrucción cuando la calma regrese a la isla, como responsable de la Jefatura de Coordinación e Información de la Consejería de Obras Públicas, Transportes y Vivienda del Gobierno Canario. “Como ingenieros, estamos resignados porque, mientras no termine esta actividad volcánica, no se puede buscar una solución definitiva; la magnitud no se sabe cuál será, ni los científicos y menos nosotros”.

Sin perder de vista que “es imprevisible cuánto se complicará la situación”, en estos momentos se trabaja en el estudio previo de una obra de emergencia para “abrir una vía, apoyándonos en un camino existente, que dé acceso a Porto Naos”, uno de los principales puntos de turismo de la isla. Este acceso, en el que la Consejería colabora con el cabildo, intercomunicará los pueblos costeros de los alrededores de ese municipio, las localidades El Remo, que cuenta con una reserva marina, y La Bombilla. Pero los trabajos a ejecutar no podrán comenzar hasta que no termine la erupción.

Cedida Carretera LP-2 en obras en La Palma, a cargo de Mónica Gómez Miguel.

La vía alternativa servirá como paso a los cultivadores para llegar a los platanares y a las fincas agrícolas, en general de la zona, donde se concentra una población aproximada de 2.000 habitantes, actualmente evacuados. “Estamos trabajando de lleno en ese proyecto”, explica la ingeniera zamorana.

El despertar del Cumbre Vieja sorprendió a Mónica Gómez en plena ejecución de una obra de renovación del asfaltado de 33 kilómetros de la carretera regional LP-2, situada a once kilómetros de la zona de explosión. La lava se coló entre tramos ya terminados y otros en los que solo se había comenzado con el movimiento de tierra. Esta “barrera” volcánica ocupaba ya en la mañana de ayer, sábado, 1,7 kilómetros de la vía que es competencia del Gobierno canario, según los últimos datos que manejaba Mónica Gómez.

La oficina de obra que dirige la zamorana, situada en Fuencaliente, a salvo de la zona más activa del volcán hasta el derrumbe de la cara norte del cono ocurrida la noche del viernes, día 8 de octubre, mantiene su actividad, “se puede trabajar con cierta normalidad, a pesar de que se han intensificado los movimientos sísmicos en la zona”, subraya la ingeniera que terminó sus estudios en la Escuela Politécnica Universitaria del Campus Viriato en 1998, donde cursó Ingeniería Técnica de Obras Públicas.

Vallado de la zona terminada de la carretera LP-2 de la Palma, obra que dirige la zamorana. Cedida

"Asumo que las erupciones pueden ocurrir, me da tranquilidad"

Si bien los daños de la lava sobre las vías de comunicación serán nada desdeñables, “lo más importante son las plantaciones y viviendas que se ha tragado”, declara Mónica Gómez Miguel. Las únicas actuaciones posibles a nivel de infraestructuras viarias en estos momentos, tras la reactivación del volcán, continúan centrándose en “limpiar la ceniza” que cae del volcán. “Nos limitamos a conservar la carretera en condiciones para que circulen vehículos de emergencia; para facilitar a diario el paso a los cultivos de plátanos, que no se han perdido, entre comillas, porque están sacando el producto que estaba ya más a punto del corte de las piñas; los que no estaban en ese punto de madurez, no”. Se facilita, asimismo, el acceso de los palmeños a sus casas cuando se les permite para recoger enseres.

En la zona de responsabilidad de la ingeniera zamorana, los obreros trabajan con una motoniveladora y una pala mixta; y se intenta mantener el firme sin restos de ceniza con palas y barredoras, explica la delegada del Colegio de Ingenieros de Obras Públicas de la isla. El servicio de mantenimiento de carreteras del Cabildo de la Palma, de Gran Canaria y de Tenerife colaboran en estas tareas en las carreteras que son regionales, dependientes del Gobierno canario, así como empresas constructoras locales, apunta Gómez Miguel.

Vista del volcán Cumbre Vieja desde la carretera LP-2 en obras que dirige la zamorana. Cedida

Esta zamorana, “de Piedrahíta de Castro”, reside a caballo entre Tenerife y Santa Cruz de la Palma, esta última localidad a 17 kilómetros del volcán, desde donde alguna noche ha escuchado ese “rugir”, que es continuo en las zonas próximas. Describe las explosiones que del Cumbre Vieja como “si fueran una bomba de fuegos artificiales, pero con un ruido más intenso”. Gómez Miguel, que llegó hace 22 años a Canarias “con un contrato de seis meses y me quedé”, asiste con absoluta calma y asombro al hecho histórico y previsible, dice, “porque La Palma es una isla joven y es normal que se produzcan erupciones, igual que hubo una hace 50 años”. Y, a modo de ejemplo de esa actitud, se refiere al aplomo del palmeño que, al conocer que el volcán estaba activo, dijo “todavía hay tiempo de comer”.

Así, “sin perder los nervios, soy muy tranquila”, sale cada mañana con su casco, sus gafas para evitar que las cenizas dañen sus ojos y con la mascarilla. Para explicar esa templanza, añade que “asumo que esto puede ocurrir, eso me da tranquilidad, que te salga un volcán al lado de casa es como que te toque la lotería. Si hubiera salido tres kilómetros más al sur, hubiera arrasado solo terreno”. Desde “un paisaje desolador”, admite que “durante el día te preocupa”, pero “la vida cotidiana, salvo que estés al lado de donde cae la ceniza, se desarrolla de espaldas al volcán”.