Con la reivindicación de una visión femenina de la historia se despiden mañana las Terceras Jornadas Prehistóricas de Zamora. La encargada de poner el broche final será la catedrática de Prehistoria de la Universidad de Granada Margarita Sánchez Romero, quien impartirá la conferencia “Mujeres y prehistoria: la ciencia y la construcción de la igualdad”, a las 20.30 horas, en el salón de actos de La Alhóndiga.

–¿No ha habido relación entre la mujer y la prehistoria?

–La arqueología y la historia en general olvidan en sus discursos a las mujeres. No hay nada más que ver los manuales y los libros de texto. Toda esa historia que hemos narrado ha dejado atrás a las mujeres. La arqueología lo hace por unas razones muy determinadas, que tienen que ver con su propia configuración como disciplina científica, las condiciones sociales, políticas y económicas de Europa, ya que es una ciencia muy eurocéntrica. Esto hace que sus preocupaciones se interesen por temáticas como tecnologías o formas de organización social, lo que provoca que no se narre a las mujeres. Desde finales de los 70 es cuando hay arqueólogas que deciden que en la construcción de la narración de nuestro pasado no puede seguir faltando las mujeres. El registro arqueológico y la metodología que utilizamos es la misma, pero las preguntas que nos hacemos son distintas y eso provoca que tengamos discursos, información y conocimientos nuevos que no solo benefician a las mujeres, porque nos hacen más partícipes en esa narración histórica, más visibles, sino que mejora la disciplina y la narración que hacemos del pasado.

–¿Qué han aportado a ese nuevo discurso?

–Había conocimientos que le eran negados a las mujeres porque se suponía que no participaban en ellos, pero sin ninguna base científica. Por ejemplo, frente a la idea de que las mujeres no cazan ni generan arte rupestre, apareció hace poco más de un año en los Andes un yacimiento con una mujer enterrada con armamento para la caza mayor y el titular fue “Las mujeres también cazaban en la prehistoria”. Pero para las que hacemos arqueología desde esta perspectiva, eso nunca había sido un misterio. Lo mismo pasa con el arte rupestre, siempre que nos imaginamos que el hombre es quién hacía las pinturas, pero en unas que hay en unos abrigos al norte de Granada se encontró una huella dactilar de una mujer. Hizo falta encontrarla para afirmar que las mujeres pintaban, pero, ¿de verdad entendemos que en el arte rupestre, que es una forma de comunicación y de construir comunidad, no hubo participación femenina en ningún momento en ningún lugar del mundo? Eso no tiene ningún poso científico y, sin embargo, es el discurso más normal.

–¿Está cambiando esta imagen falseada?

–Por un lado, tenemos que aplicar las metodologías para entender que las mujeres están participando en un montón de actividades en las que no se les había visto hasta ahora por prejuicio presentista. Por otro lado, también tenemos que entender que la importancia de las mujeres no está en que hagan también lo que los hombres hacen, sino que históricamente han estado en una serie de actividades, de mantenimiento y de lo que denominamos peyorativamente trabajo doméstico, que está muy mal valorado y pagado, que se entiende que no tiene ni tecnología, ni innovación ni conocimientos, pero que, desgraciadamente, en este año y medio hemos aprendido que son las únicas que son fundamentales, como cuidar, socializar, alimentar o enseñar. Y esas actividades, a las que no se les da valor y deberíamos hacerlo, están llenas de conocimiento, experiencia e innovación tecnológica. Y todas esas actividades deben estar en el primer plano de la explicación histórica, porque también explica cómo somos. Además, debemos quitarle ese matiz que las vincula esencialmente a las mujeres, porque las pueden hacer mujeres y hombres, como estamos viendo en nuestra cotidianidad.

–Para no caer en el mismo error.

–Efectivamente. Lo que pasa es que históricamente las han realizado y las siguen realizando en la actualidad, en mayor medida, las mujeres. No se trata de decir que somos muy importantes porque hacemos todas estas actividades y así podemos seguir, sino que se trata de explicar su importancia para la historia, así que hay que reivindicar ese papel de la mujer y subrayar que los hombres también pueden criar, socializar o cocinar, no hay nada genético en nosotras que demuestre que es labor exclusiva nuestra. Corresponsabilidad es la palabra clave aquí y poder empoderar esas actividades, porque son importantes, la sociedad no puede sobrevivir sin ellas.

Margarita Sánchez Romero Cedida

–¿También se debe hablar de conciliación?

–Eso está muy bien, pero solo lo hacemos las mujeres, así que mejor que dejar que ellas hagan todo, es sabernos repartir el trabajo entre ambos.

–¿En qué momento se decantó por el camino femenino de la historia?

–Haciendo la tesis doctoral después de estudiar Geografía e Historia. A mí nadie en toda la carrera me habló de mujeres y en mi tesis me centré en la fabricación lítica, de instrumentos de piedra, en el Neolítico. Ahí me di cuenta de que no me estaba acercando a la sociedad que estaba usando esos instrumentos, que había además más que puntas de flecha, de lanza y cuchillos, que había otros como raedera, raspador o buril, que nadie sabía lo que era. Me fijé en esas piezas menos privilegiadas en museos o publicaciones porque servían para actividades consideradas menos importantes, las que trabajaban la piel o la cerámica o servían para cocinar. Cuando terminé la tesis, me fui de estancia postdoctoral a Reino Unido, a finales de los noventa, que era donde había escuela con tradición de estudios de historia con perspectiva de género.

–¿Con su trabajo se está ayudando a valorar el papel de la mujer a lo largo de la historia?

–Creo que sí, sin falsa modestia. Además, existen ya optativas como arqueología de género en las facultades donde se imparte el grado y es de la que más alumnado tiene, hay una masa crítica. Además, hacemos mucha difusión a través de un grupo que formamos una red que se ha ido ampliando. Queríamos que la mujer estuviera más visibilizada en los museos o las revistas de divulgación científica y los libros de texto. Para ser proactivas generamos el proyecto pastwomen.net, en 2007, de divulgación histórica. Ahí trasladamos nuestras investigaciones de manera didáctica y de forma muy visual.