Acusado de tomar como ocupa el club de alterne “Color Reinas”, situado entre La Granja de Moreruela y Santovenia del Esla, de sustraer objetos, entre ellos las máquinas tragaperras, y causar daños en las instalaciones valorados en 70.164 euros, quien fue el vigilante del negocio se enfrenta ahora a dos años de prisión. Y a la obligación de indemnizar al dueño del negocio con esa cantidad.

El joven pasó de camarero en 2017 en el club a prestar servicios como vigilante entre junio y diciembre de 2018, hasta que las mujeres que trabajaban en el club lo abandonaron “por el mal estado del edificio, por el frío que pasaban”, declaró el zamorano que compareció en el Juzgado de lo Penal. Un deterioro que confirmaron testigos “desde hace muchos años, estaba abandonado ya antes de ser el Color Reinas”, explicó un amigo del imputado en la vista oral, una versión que coincidió con la de otros, que apuntaban la existencia de humedades en las paredes, enchufes arrancados”, sin dejar de señalar que “cuando iba a comer” mientras el local fue un restaurante, “siempre ha estado muy mal conservado”.

El imputado negó que hubiera vivido en el inmueble -en su día el restaurante Oviedo, situado en la N.630- y que cuando dejó el club en junio de 2018 se llevó solo sus cosas. Una mudanza en la que le ayudó un amigo, quien corroboró que las máquinas tragaperras “se quedaron allí, no se las llevó” el procesado, “todo quedó cerrado cuando nos fuimos”, declaró en el juicio oral. Los testigos apuntaron que “se veía gente merodeando por allí, he visto a gente entrar. Está en ruinas”, concretaba otro de los amigos del imputado ante la magistrada de lo Penal.

No obstante, la Fiscalía Provincial mantuvo la acusación y la petición de los dos años de prisión por entender que el imputado era el que tenía llaves del establecimiento, donde ya no hay máquinas y se han constatado daños importantes, por lo que le acusa de delitos de hurto y por daños. La acusación particular aseguró que el procesado “no dejaba entrar al dueño, hubo un procedimiento judicial para que entregara las llaves” al hombre, al que le habría amenazado con destrozarle el local porque no le pagaba por la vigilancia. El abogado del acusado cree que existe una animadversión del denunciante hacia su cliente, que le llegó a denunciar por tráfico de drogas. Sostiene que todo el conflicto se deriva de que le dejó de pagar el sueldo de 300 euros al mes y acumuló una deuda significativa 1.700 euros. Insiste en que el edificio tiene desperfectos por falta de mantenimiento durante 40 años, “daños estructurales, hay goteras, baños deteriorados y habitaciones que se usan como escombreras, para almacenar muebles y basura”.