Los pasos adelante de la vacunación han hecho retroceder a la pandemia hasta un punto en el que solo se situó durante el verano de 2020. Los casos siguen bajando, la incidencia va acercándose progresivamente a cero y los mapas de riesgo empiezan a dibujar un panorama halagüeño para casi todos los municipios de Zamora. De hecho, solo hay cinco localidades que se mantienen actualmente en una situación de alerta máxima por COVID. Es el caso de Ferreruela, Santibáñez de Tera, Pobladura del Valle, Pedralba de la Pradería y Robleda-Cervantes.

Todos ellos son pueblos de menos de 500 habitantes, que apenas suman un 1% de la población de la provincia entre todos. Además, con su pequeño censo, la detección de apenas uno o dos contagios en un momento determinado supone que la incidencia por cada 100.000 habitantes se dispare de manera alarmante sin que haya motivos reales para esa preocupación.

Con todo, se puede concluir que la práctica totalidad de la provincia ha escapado de la quinta ola y se encuentra en el camino hacia la nueva normalidad, en consonancia con la normativa de la Junta de Castilla y León, aprobada bajo el epígrafe de “riesgo controlado”. Para muestra está la situación de la capital, donde se han detectado apenas dos contagios en los últimos días.

Un fallecido más

La confianza de las autoridades, de las empresas y de los propios ciudadanos está en que la relajación de las restricciones no implique nuevos repuntes que reconduzcan a la provincia hacia la pesadilla. En aras de evitar ese escenario, la Junta de Castilla y León está insistiendo en las captaciones para vacunar a las personas que faltan por recibir sus dosis y ya ha iniciado el proceso para inmunizar con un tercer pinchazo a la población de las residencias.

Todo, con el objetivo de evitar fallecimientos a causa de un virus que, a pesar de todo, sigue matando. Zamora, que apenas tiene una incidencia de 19 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días en el conjunto de la provincia, sumó este lunes otra víctima más en el Complejo Asistencial.

Con este, ya son 465 los decesos provocados por el COVID en las dependencias hospitalarias zamoranas y 28 las vidas que ha segado la pandemia durante la quinta ola. Solo el avance de la vacunación ha impedido que el verano fuese uno de los periodos más letales de la crisis sanitaria; aun así, la lista de muertes ha sido muy elevada en plena campaña de inmunización.

En el capítulo de buenas noticias, destaca el descenso progresivo del número de hospitalizados por coronavirus. Lejos quedan ahora las preocupaciones por una posible saturación del Complejo Asistencial a causa del impacto de la pandemia. En estos momentos, la zona de planta alberga a cuatro enfermos COVID, mientras que otro más se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos.

Por lo demás, en lo que se refiere a los datos del día, Sanidad comunicó este lunes las cifras correspondientes a todo el fin de semana. La Junta ya no actualiza las estadísticas los sábados y los domingos, dada la ralentización de la pandemia. Lo cierto es que los números avalan ese criterio, pues Zamora apenas sumó un contagio más desde el viernes.

En lo referente a los brotes, la situación no varió con respecto a los últimos datos remitidos por la Consejería de Sanidad. La provincia continúa con un foco activo, con cinco contagios vinculados.

En definitiva, Zamora sigue avanzando para escapar de la pesadilla del COVID en esta fase de convivencia con el virus, a la espera del desarrollo de un otoño que se antoja clave en la salida de la pandemia. Si no hay pasos atrás, el final de la crisis sanitaria irá apareciendo en el horizonte.