Tres patos y dos cigüeñas. Mi diario de confinamiento” es el título del último libro de Charo Antón, ilustrado con sus propios dibujos, una obra alejada de los poemarios habituales en los que refleja los cien días de encierro en soledad de una mujer, la propia autora, con su perro, en su casa de Montamarta.

—¿Qué es “Tres patos y dos cigüeñas"?

—Es más que nada ensayo. Aunque está escrito en forma de diario, porque lo escribí en los cien primeros días del confinamiento, en realidad no es un diario. El confinamiento está ahí, porque está de fondo, pero hay recuerdos, cosas que me contaba la gente por teléfono, pesadillas, viajes, libros, lecturas, artes, un poco de todo. Acompañado por 115 dibujos y pinturas.

—Pasó el confinamiento en un pueblo cercano a Zamora.

— Como vivo en Montamarta, el pueblo y mi perro están presentes en todo el libro: voy recorriendo todos los pagos, todas las caminatas que hacía, es muy variado, hay cosas de botánica, zoología, e incluso contiene recetas que me pedían, el himno del confinamiento de Francia, porque he sido profesora de francés y tengo mucho contacto y nos contábamos como eran en los dos países todas las leyes del confinamiento. Se reflejan un montón de cosas.

—¿Es lo que iba escribiendo durante el confinamiento?

— Los cien primeros días. Me propuse llegar hasta el capítulo cien, porque si no iba a ser eterno y justo al 99 día es cuando nos dejaban ya salir, o sea que casi coinciden los cien capítulos con el encierro que tuvimos.

—Es su primer libro de prosa.

—Hasta ahora solo había publicado poemas y con este libro no estaba nada segura. Pero bueno, lo he sacado hace unos meses, está el librerías de Castilla y León y seis de Zamora. No sabía si iba a funcionar, pero está saliendo estupendamente.

—¿Escribía ya con la idea de publicar un libro?

—Yo escribo a diario y fue después cuando vi que el material sería para un libro, lo que a su vez me sirvió de acicate para seguirlo haciendo. La gente del pueblo colaboró mucho conmigo para contarme cosas de los pagos, porque yo no nací en Montamarta, aunque lleve muchos años. Tuvimos muchas suerte que el embalse estaba con agua y había mucha fauna. Es una miscelánea y si no te gusta un capítulo, te gusta otro.

—¿Cómo ha llevado el confinamiento?

—Al estar sola y aislada con el perro para mi fue un shock, porque yo soy muy sociable. Pero después estar conmigo misma al final me resultó muy provechoso y me di cuenta de la mayor ventaja: que no tenía obligaciones de ningún tipo. La libertad que perdías por un lado la ganabas por otro, no tenías ni que ir a renovar el carnet ni te paraba la Policía por exceso de velocidad.