La llegada a la provincia de Zamora de más de 15.000 desplazados de otras comunidades autónomas tan solo entre los meses de julio y agosto en este verano COVID ha dejado extenuados a los médicos de familia, especialmente a los de los municipios. Atención Primaria ha estado “totalmente saturados”, explican los profesionales consultados por este diario. La situación llegó a ser de tal calibre en algunas localidades, como Puebla de Sanabria, Sayago o Fuentesaúco entre otros, que los sanitarios se vieron al borde del colapso, con una población duplicada que atender, “fue como si tuvieran a su cargo a dos pueblos a la vez”.

El muy difícil verano que anticipó la consejera de Sanidad, Verónica Casado, fue realmente agotadora, ya que no hubo ningún refuerzo para saldar el 40% de déficit de plantilla provocada por las vacantes y por los médicos que estaban disfrutando de sus vacaciones. Y el número de pacientes de fuera de Zamora que optaron por pasar el verano en la provincia desbordó por completo las previsiones.

A los 9.972 ciudadanos desplazados con sus cartillas en esos dos meses punteros del periodo estival reflejados en las estadísticas de la Consejería de Sanidad, con mayor preferencia por agosto (6.079 foráneos), los sanitarios estiman que “se sobrepasó con creces los 5.000 pacientes que llegaron de forma ilegal”, sin su desplazamiento sanitario tramitado, apunta Ángel Chapa, responsable de Sanidad de CSIF, vicepresidente de la Junta de Personal del Área de Salud de Zamora y médico de urgencias desde hace 25 años.

Test de antígenos

Por lo que respecta a las consultas por COVID sobre posibles positivos, en esos meses, de encuentros en la capital y en los pueblos con familias y amigos, se dispararon las peticiones de test de antígenos. La alternativa más rápida y barata para los usuarios (se ahorran 6 euros) es acudir al servicio de urgencias del Complejo Asistencial, “y lo hacen aunque no tengan síntomas de infección por coronavirus, sin esperar a las 48 horas”, lo que de ninguna forma les protege, puesto que “si no se tienen síntomas claros, los resultados del test no son fiables y da una falsa tranquilidad. Es que es imprescindible esperar esas 48 horas para que sea efectivo”. El resultado de la prueba tiene una validez total solo si el paciente es sintomático y se hace de inmediato, reitera. “Pero la gente miente para que a las dos de la mañana se le hagan el test”. Los médicos han detectado que muchos de esos pacientes eran jóvenes.

Otras patologías

La saturación no solo obedecía a posibles casos COVID que acudían para hacerse pruebas de antígenos antes los mínimos síntomas, “mocos o tos”, que ocasionaron verdaderos quebraderos de cabeza a los médicos de familia y al servicio de urgencias del Virgen de la Concha. Hay personas que acuden con patologías habituales de las que hay que tratar al paciente sin datos rigurosos, solo con lo que relata al médico, dado que procede de otra comunidad autónoma con otro sistema sanitario, al no existir “interconexión con el sistema sanitario en el que reside, de modo que te encuentras enfermos del que desconoces absolutamente todo”.

Ese tipo de usuario llegado de otras comunidades sin cartilla suele estar formado por personas mayores, “nacidos en el municipio del que emigraron, a los que deja su familia en las casas del pueblo con pluripatologías y diversos fármacos para medicarse”, subraya, “personas de las que no tenemos acceso al historial médico y a los que sin tarjeta de rescatado no se puede hacer. Es un riesgo de seguridad clínica”. Estos casos “se han resuelto tirando de buena voluntad, pero puedes incurrir en delito de seguridad clínica”.

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