“El Museo de Semana Santa ha sido mi vida”. Y es que con poco más de 20 años y recién casada, en enero de 1979, el edificio se convirtió en su primer hogar, “vivíamos en el piso de arriba”. Trini Roncero fue, con el apoyo de su joven marido, José Casas, “guardesa” del edificio que custodiaba todos los pasos de la Semana de Pasión. “Verás, es un poco complicado”. Y se lanza a recordar. “En aquellos años no había seguridad, ni alarmas, ¡ni teléfono! La única opción era que alguien viviera aquí”, comenta a las puertas que custodió durante más de cuatro décadas, el mismo lugar en el que ayer la Cofradía de la Santa Vera Cruz rendía homenaje al matrimonio, en especial de Trini.
El ofrecimiento aceleró la boda de los dos jóvenes, “pensábamos casarnos, pero no teníamos prisa”. A quien sí le apremiaba el enlace era al entonces presidente de la Junta Pro Semana Santa, Marcelino Pertejo, para tener quien controlara el edificio, recién jubilado el anterior encargado, “y nos dijeron, como vosotros estáis a punto de casaros y alguien tiene que vivir allí..., pues nos pidieron que nos encargáramos del Museo”. Trini y Jose ocuparon el apartamento de arriba durante dos décadas, hasta que llegaron los niños y se nos quedó pequeño. “Estábamos todo el día en el Museo. Antes, ni había horario, llamaban al timbre y ya estaba”.
De eso hace ya 42 años, los mismos que permaneció disponible a cualquier hora y en cualquier día de la semana. Las anécdotas han sido “sorprendentes y muy bonitas”, pero prefiere guardárselas, “solo puedo decir cosas buenas de todos, de todas las cofradías, son muchos amigos”, dice una Trini emocionada ante un público que aplaude en este sencillo acto de reconocimiento a su labor y la de su marido. “El Ángel del Museo no esté en el Huerto del Olivo, sino que durante décadas ha estado a la entrada”, declaraba el presidente de la hermandad, Teo Hernando, al hacerle entrega de la Cruz de San Miguel. Después llegaron los abrazos y las felicitaciones, los “nos vemos en la calle”.
