Solo el sector de la hostelería se atreve a poner porcentaje a la posible subida de los productos que oferta, “como mínimo, en un 20%”, para “paliar una pequeña parte” del encarecimiento del servicio que arrastran por el elevadísimo precio del recibo de la luz que afrontan desde el uno de junio, un mínimo de 400 euros para los locales más pequeños, explican empresarios del sector.

Si bien no todos los dueños de bares y cafeterías han decidido ya repercutir ese coste en el precio final del producto que ofertan, buena parte de ellos se juegan su supervivencia en esta batalla frente al coste de la energía eléctrica. “No habrá más remedio”, sentencia el presidente de la Asociación Zamorana de Empresarios de Hostelería (Azehos), Óscar Somoza, quien subraya que “el sector está resistiendo porque hasta ahora no había llegado la factura”. Pocos, pero ya hay hosteleros que se han decidido y todavía no ha llegado el cambio horario, “tenemos pánico” y no pierden la esperanza de que se mantenga el actual.

Ese mínimo del 20% serviría a este sector solo “para ir equilibrando los costes con las ventas, no nos generaría una ganancia, ayudaría a mantener los ingresos y los beneficios al mismo nivel que antes del desequilibrio de costes entre servicios y producto final”, agrega. Algunos hosteleros mantendrán sus precios, indican a este periódico, pero los efectos para el consumidor tendrán que llegar tarde o temprano, quizás cuando esté más cerca el final de este 2021.

“La capacidad de aguante de los empresarios está al límite, especialmente para las empresas de menos de cinco trabajadores”, que en la provincia de Zamora son muchas, manifiesta el presidente de la CEOE-Cepyme de Zamora, José María Esbec. Mucho más cauto que Somoza, no deja de apuntar que “globalmente, habrá incremento de precios en todas las empresas, en función de su situación y de las imposiciones del mercado en cada sector”. A la espera de conocer la consecuencia real, barrunta que el incremento medio de las facturas de la luz rondará el 50%, sin dejar de señalar las dificultades de ese cálculo con el ejemplo de que “hoy -por ayer- ese precio es el doble respecto del mismo periodo de 2020; y el gas se está poniendo como la luz. Esto se produce en un entono en el que la pandemia ha perjudicado mucho a las empresas por las limitaciones y cierres” y, por ende, “a la economía”.

Una peluquera trabaja en su negocio de la capital. | Emilio Fraile

Otro de los sectores más afectados por esta subida de la luz, el de las peluquerías, cifra sus pérdidas entre el 20 y el 25%, un porcentaje que pocos profesionales se atreven a trasladar a sus clientes, “prefiero tener más y ganar menos con cada uno”, explica una autónoma. La factura que espera en una semana será, la menos, de cien euros más que en el mismo periodo de 2020, julio y agosto. “No está la cosa para subir, yo lo que quiero es trabajar más aunque cobre menos y que los clientes se sientan a gusto, porque la economía está muy mal para todos; mejor eso que perder clientes”. No tocar los precios ha frenado el descenso de clientes en este 2021, desde junio el sector servicios y la hostelería han vuelto a la normalidad, “mis clientas fijas vuelven a venir dos veces por semana por la celebración de los eventos, el buen tiempo, las vacunas”, añade la peluquera.

Un galimatías que hoy impide conocer con exactitud el efecto

“No hay quien entienda la factura de la luz”. A partir de ahí, calcular la repercusión de ese coste en el producto final es otro auténtico galimatías, advierten los empresarios zamoranos. Y no es una cuestión menor, puesto que se trata del gasto más importante para las empresas después del personal, “genera una tensión tendente a incrementar precios para mantener el beneficio legítimo del empresario”, abunda el presidente de la CEOE-Cpyme, José María Esbec. Al margen, claro está, de la senda a seguir que imponga el mercado, otro factor determinante, explica.

Los empresarios se mueven en un terreno que les perjudica sí o sí: el efecto que puede tener en la bajada de beneficios, “que es un problema fuerte para las empresas”; o el incremento de precios “que no es bueno”. Cabe la posibilidad de que los pequeños y medianos empresarios zamoranos tengan que combinar ambos factores, “repercutir una parte de la factura de la luz en el precio del producto, pero no muy grande” para asegurar su actividad.

Esbec recuerda que en Zamora existe una economía de demanda interna, en la que el consumo final tiene una importancia vital porque de él depende el comercio y el sector servicios. Alude a la inevitable subida de la inflación y a la reducción de los resultados de las empresas, pero los efectos no se conocerán hasta final de año, cuando se calcule la inflación

Por su parte, el sector de la hostelería pide políticas activas para enfrentar los efectos del incremento del coste de la electricidad en la actividad empresarial. “No queremos subvenciones, queremos que se nos compense por el cobro de los costes fijos, de tasas e impuestos que hemos pagado durante la pandemia cuando no ha habido actividad”, un colchón para encarar mejor la crisis avivada por la subida de la luz, declara el presidente de los hostelero, Óscar Somoza. Ya que el pago de esos tributos ha repercutido en las cuantas de resultados de las empresas, “que revierta ahora de alguna manera en nuestros negocios”. O que se pongan en marcha iniciativas que repercutan directamente en la actividad empresarial, como los bonos turísticos de Junta, "una medida muy buena”, abunda Somoza. Salvo que se tomen medidas que suspendan impuestos propios, como las repercusiones en el IAE, de las máquinas tragaperras, el impuesto sobre personas físicas, el sector tendrá serias dificultades.

El salvavidas de los precios fijos que sortean el incremento

Los negocios de lavandería son algunos de los que sufrirán un mayor incremento en el coste de producción por las características del negocio, en el que la electricidad es esencial en su actividad. Las facturas de la luz sufrirán, pues, una subida sustancial que tocará, sin duda, a los bolsillos de los ciudadanos que utilizan ese servicio habitualmente. Sin embargo, el aumento puede verse atenuado en algunos negocios en los que sus titulares han optado por los contratos con precio fijo, de modo que disponen de “tres tramos horarios y un precio fijo”, explica la responsable de una lavandería de la capital. Se trata de una fórmula que sortea ese fuerte revés que esperan la mayoría de los negocios, un “salvavidas” para sortear esta situación. La consecuencia es que esa repercusión en el coste de servicio al usuario “será menor”, agregan desde otra tintorería consultada que podrá evitar en mejores circunstancias el varapalo que supone trabajar en horas punta, “no me va a afecta”.