El trasiego de viajeros en la estación de autobuses de Zamora sigue enterrado por la crisis COVID. “No se mueve”, apuntan gráficamente desde la empresa que administra las instalaciones. El cese del estado de alarma sanitaria apenas ha dado un respiro al negocio y el transporte público sigue al límite con “un crecimiento del 15%” en este año respecto del mismo periodo de 2020. Las mejores cifras se han concentrado “en el mes de julio y en lo que llevamos de agosto”.

Las pérdidas económicas se sitúan por encima del 50%, “la situación es muy preocupante” para la empresa concesionaria que se encarga de la administración de la estación, apuntan sus representantes. Las perspectivas de futuro a corto plazo resultan desoladoras, “no hay ingresos porque no hay pasajeros, que es de lo que se nutre” la estación, del canon por viajero, es decir, “según la entrada y salida de autocares y estacionamientos de estos”.

La renta de locales comerciales del edificio es otra fuente de financiación, aunque también ha caído en picado con el cierre de establecimientos porque “los negocios no funcionan” por el descenso de clientes, aunque algunos sobreviven por los vecinos del barrio de Las Viñas.

“La situación es muy difícil”, reconocen desde la sociedad que gestiona este servicio público, tal es así que “las empresas de transporte han reducido el número de expediciones y concentrado servicios para ahorrar gastos”, como en el caso de la línea que cubre el trayecto entre Zamora y Salamanca.

Las líneas interprovinciales y las intracomunitarias ha perdido entre un 50 y 60% de sus clientes. Incluso, se ha llegado a dar el caso de que algún autobús ha realizado el viaje con tres viajeros, indican.

Situación de la línea entre Zamora y Madrid

Por lo que respecta a la línea que comunica Zamora con Madrid ha visto mermar la demanda de forma preocupante, no solo por efecto de la pandemia, también por el uso más generalizado del transporte ferroviario, abundan las mismas fuentes.

El brusco descenso de viajeros hay que buscarlo en que “las líneas entre comunidades estuvieron mucho tiempo con el perímetro cerrada”, con la lógica reducción de la llegada de turistas de otros territorios y el traslado de zamoranos fuera de Castilla y León. De ahí que, el escaso incremento registrado se haya concentrado especialmente entre julio y los días transcurridos de agosto.

Con la mirada puesta en las ayudas, “se intentará obtener las máximas posibles”, el servicio de interés público continuará esperando mejores tiempos.

No pinta mejor para el transporte del ámbito rural, los zamoranos lo usan mucho menos que antes de la pandemia, cuando ya la clientela iba mermando año a año. Ahora “no hay viajeros desde hace tiempo”.

En la actualidad, un total de 25 empresas de autobuses provinciales, nacionales e internacionales operan desde estas instalaciones de la capital, con una perspectiva para el sector de viajeros por carretera que no pinta bien en estos momentos.

Una demanda muy alejada de la anterior, que llegaba a los 600.000 pasajeros

Bastaron nueve meses de pandemia con sus restricciones en la movilidad en la provincia, en Castilla y León y entre territorios para que el COVID se comiera la mitad de los 600.000 pasajeros que daban vida a la estación de autobuses. Hoy ese balance se mantiene. El sector del transporte por carretera sortea como puede este desplome de actividad, especialmente desastroso para el transporte rural que sobrevive gracias al aporte de la Junta de Castilla y León.

Líneas rurales, interprovinciales e intercomunitarias ya asistieron en tiempos precovid a un goteo de pérdida de viajeros continuado, a un ritmo tan trepidante que los dos millones de personas que llegaron a transitar por la estación de autobuses de Zamora, inaugurada al inicio de los años 90 del siglo pasado, desaparecieron hace más de una década. La gran crisis económica que se disparó en 2008 y que la provincia zamorana comenzó a sufrir desde 2010 dejó ese trasiego de viajeros poco más de la mitad, de modo que en 2014 rondaba el millón de personas. Ni en las peores perspectivas se esperaba que se redujeran seis años después a una tercera parte.