En el año 1961, Vallesa de la Guareña tenía 844 habitantes; en 2019, la cifra había bajado a 83. La caída supera el 90% y sitúa a uno de los ayuntamientos más orientales de la provincia como el paradigma de la despoblación que ha sufrido todo el territorio en las últimas décadas. Pero su caso no es único. Hasta 28 municipios zamoranos han perdido más del 80% de su capital humano en el citado periodo y se encaminan hacia un futuro incierto, despojados ya de la capacidad de reacción de antaño y entregados, en muchos casos, a la fe en medidas de urgencia que no acaban de llegar.

Un pueblo zamorano, al atardecer. | Emilio Fraile

Estos datos aparecen ordenados en la aplicación web Geovacui, una herramienta elaborada por la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con el Ministerio de Ciencia e Innovación, que permite seguir, a través de un mapa interactivo, la evolución de los municipios desde el punto de vista demográfico, económico o social. La radiografía, elaborada con datos procedentes de organismos oficiales, vuelve a mostrar una provincia en decadencia, especialmente si se compara con lo que fue Zamora, en niveles de población, a comienzos de los años 60.

Sesenta años de caída libre

En aquella época, la provincia rondaba los 310.000 habitantes. Es poco menos que el doble de los 168.720 que tiene ahora. Si se tiene en cuenta que, desde entonces, la capital ha ganado unas 19.000 personas y que Benavente ha crecido en 7.000 más, se percibe claramente cómo el medio rural se ha desangrado de manera dramática. Fuera de los dos núcleos principales, el saldo poblacional negativo de los últimos sesenta años ronda las 165.000 personas.

Así, más allá del citado caso de Vallesa, hay otros 27 municipios que han pagado especialmente ese desplome, al entregar más de cuatro quintas partes de su capital humano en este periodo. Hay varias zonas que acumulan un porcentaje importante de esa pérdida, pero una de las destacadas es la Alta Sanabria, como se percibe en Pías, que ha pasado de 802 a 113 habitantes (-85,91%); Porto, de 920 a 178 (-80,65%); o Hermisende, de 1.183 a 228 (-80,73%). Esto, con datos correspondientes a 2019. La caída continúa sin freno y Porto vio cómo se iban otras 22 personas al año siguiente, según el INE.

Por lo demás, la herramienta puesta en marcha por la Universidad Complutense revela la existencia de otros nueve municipios zamoranos cuya pérdida rebasa el 85% desde el año 1961. Así ocurre en Valdefinjas, de 368 a 55 habitantes en este periodo; Villanueva de las Peras, de 529 a 78; Bustillo del Oro, de 679 a 84; Pobladura de Valderaduey, de 278 a 40; Fuentesecas, de 356 a 50; Espadañedo, de 844 a 107; Manzanal de los Infantes, de 1.019 a 123; Justel, de 568 a 75; y Molezuelas de la Carballeda, de 412 a 56.

Estos son los municipios más afectados por una dinámica que golpea, en general, a toda la provincia. De hecho, el mapa utiliza una gama cromática que va desde el azul, para los lugares que ganan población, hasta el rojo para los territorios que más pierden, y en Zamora el azul es la excepción y el rojo y el naranja la norma.

En ese sentido, si se pone la vista en algunos de los municipios principales de las comarcas, también se puede ver la misma dinámica que en los lugares más castigados. Quizá, con porcentajes menos llamativos, pero con desplomes tan acusados como el que se detecta en Bermillo de Sayago, que ha pasado de 3.040 habitantes a tan solo 1.015 desde 1961 a 2019.

En la misma línea, Santibáñez de Vidriales ha bajado desde las 3.248 a las 958 personas; Villalpando, de 2.590 a 1.475; Tábara de 1.629 a 727; Fuentesaúco, de 3.036 a 1.475; Carbajales de Alba, de 1.251 a 525; Galende, de 2.875 a 1.004; y Puebla de Sanabria, de 1.804 a 1.373. Estos datos evidencian que la grave despoblación que sufre la provincia no se circunscribe a los núcleos más pequeños, sino que se extiende hacia las cabeceras de comarca, que siguen mermando mientras sus entornos se ven perjudicados por la disminución de servicios que trae aparejada la pérdida poblacional.

De hecho, los dos grandes municipios de la provincia, Zamora y Benavente, que ganan población si se tienen en cuenta las cifras de 1961 y 2019, ya hace algunos años que muestran una tendencia negativa, mientras que Toro también va en esa línea y tiene menos habitantes que hace sesenta años: de 11.013 a 8.713, con cifras correspondientes al curso pasado.

Estos números, unidos a la falta de reacción y a los datos sobre el saldo vegetativo, que revelan una tendencia de menos de 800 nacimientos y más de 3.000 muertes al año, provocan que la provincia se sitúe como una de las zonas de Europa que más población perderá en los próximos años. Zamora será, además, si nadie lo remedia, una de las regiones más envejecidas de la UE dentro de poco. Es el resultado de décadas de caída libre.

Las zonas que crecen se concentran en el alfoz de Zamora

Mientras los pueblos más alejados de los grandes núcleos, especialmente los de la zona de la frontera con Portugal, pierden población a paladas, los municipios del entorno de la capital son los únicos que muestran un saldo positivo si se tienen en cuenta los datos de 1961 y los actuales. De hecho, el municipio que mayor ganancia presenta es Morales del Vino, que ha pasado de ser una localidad mediana de 1.199 habitantes hace sesenta años a convertirse en el cuarto ayuntamiento de la provincia, con casi 3.000 censados. Lo mismo sucede con lugares como Roales, que inició la década de los 60 con 446 personas y se va acercando ya paulatinamente a las mil. Otras localidades del entorno de Zamora también crecen, aunque sea de forma más leve, como Moraleja del Vino, de 1.612 a 1721; Arcenillas, de 328 a 420; Villaralbo, de 1.584 a 1.821; o Monfarracinos, de 791 a 967. Todos ellos, lugares situados al pie de la ciudad.

Los pueblos en riesgo de despoblación se multiplican por doce

Una de las consecuencias del desplome demográfico que están padeciendo algunas localidades de la provincia es que prácticamente tres cuartas partes de los municipios zamoranos cuentan ahora con una densidad de población inferior a los 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado, que es el límite que marca Europa para hablar de zonas críticas. En total, en estos momentos hay 184 municipios que se hallan en esta situación, cuando en 1961 eran 16, doce veces menos. Ya entonces, el ayuntamiento que tenía una cifra más preocupante era Porto de Sanabria, que ocupa una gran extensión y que padece un grave déficit de habitantes que sigue empeorando año tras año. De hecho, su densidad de población es ya inferior a uno.