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La zamorana Justa Freire, maestra de las Trece Rosas, pierde su calle en Madrid

El general Millán Astray sustituye a la zamorana tras una batalla legal dilata durante años

La zamorana Justa Freire, maestra de las Trece Rosas, pierde su calle en Madrid

La calle en homenaje a la maestra zamorana Justa Freire ha sido retirada por el Ayuntamiento de Madrid en favor de la antigua placa que había ocupado su lugar durante décadas, dedicada al general Millán Astray.

Un operario retira la placa de la calle de Justa Freire en Madrid. | Twitter

Justa Freire ganó su lugar en el céntrico distrito de la Latina en 2017, cuando el gobierno de Manuela Carmena rescató a la maestra zamorana del anonimato en el que había permanecido durante décadas. Ahora, el cambio llega tras una larga pelea judicial que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha zanjado con la obligada restauración de la antigua placa, al considerar que la calle de Millán Astray no supone una “exaltación del franquismo”. Esta sentencia afecta a otras doce localizaciones más del callejero madrileño, que tendrán que recuperar los nombres de personajes como el del fundador de la Legión.

Nacida en Moraleja del Vino en 1896, Freire es una de las más ilustres pedagogas de la generación de los maestros de la república, una carrera destacadísima que tuvo su origen en Zamora, donde estudió magisterio alentada por su madre y por su tía y tras lo que obtuvo la plaza de maestra nacional en 1918, cuando contaba con 22 años.

Es tres años después cuando consigue plaza en Madrid, en un centro vinculado al Instituto de Libre Enseñanza, donde empieza su trayectoria como parte de la nueva corriente pedagógica. Freire se encargaba de la educación de los niños del barrio obrero de Cuatro Caminos a la vez que del cuidado de la casa y del comedor del centro, de la acogida del nuevo alumnado, la escuela maternal y las veladas familiares que ocuparon su vida durante algo más de una década.

Luego, dio un paso más, y tras graduarse en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio, empezó a impartir cursos a otros maestros. Justa no cesaba en cultivar su propia formación, y gracias a la ayuda de la Junta para Ampliación de Estudios, también pudo viajar becada a Francia y Bélgica, además de formar parte de las Misiones Pedagógicas.

La zamorana fue una de las primeras mujeres españolas en dirigir un equipo de docentes, reconocimiento que le llegó con 36 años cuando entró a la dirección del grupo escolar Alfredo Calderón de Ciudad Jardín, actualmente bajo el nombre de CEIP Padre Poveda. Tres años después de su llegada, el centro cierra tras el estallido de la Guerra Civil, cuando Freire fue evacuada a Valencia junto a sus alumnos, donde se le encarga colaborar con la creación y desarrollo de las Comunidades Familiares de Educación junto con el pedagogo Ángel Llorca. Gracias a su trabajo, la zamorana ascendió rápidamente durante la guerra, años por los que fue inspectora, delegada regional de la Infancia Evacuada y, finalmente, delegada nacional.

Pero Justa también sufrió los estragos del régimen. En mayo de 1939, recién concluida la guerra, fue apartada de sus funciones y detenida por el bando nacional, que la enviaría a la cárcel de mujeres de Ventas, donde fue condenada por un consejo de guerra a seis años de prisión.

La represión no frenó su entusiasmo por la enseñanza, y fue en la cárcel cuando se hizo cargo de la escuela de adultas. Junto a otras maestras como Rafaela González Quesada y María Sánchez Arbós, Justa dedicó sus años como presa a la instrucción de las reclusas, entre las que se encontraban algunas de las jóvenes a las que luego se las conocería como las Trece Rosas.

Tras cumplir la condena, la zamorana salió de la cárcel en 1941, tiempo en el que trabajó impartiendo clases particulares y más tarde como secretaria en el Colegio Británico, al que acudían los hijos de los ministros franquistas, donde también desarrolló labores docentes. No fue hasta 1953, a los 57 años, cuando se le permite recuperar su plaza como maestra en el servicio nacional, a cambio de perder sus logros como docente. A pesar de todo, Justa Freire volvió a ser maestra, profesión que –a pesar de Millán Astray– le ha valido una calle con su nombre.

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