La temperatura media de Zamora capital subirá 2,8 grados en los próximos 29 años si se mantienen las circunstancias actuales y no desciende el nivel de emisiones. El dato procede de un informe elaborado por el Observatorio de Sostenibilidad, en base a las investigaciones realizadas por expertos en el ámbito de las ciencias naturales, la biología, la ingeniería o la ecología, y viene a refrendar la aceleración de un cambio climático cuyos efectos ya se perciben en estos momentos.

De hecho, según este mismo informe, la temperatura media en Zamora ya se ha incrementado en 0,78 grados en la última década con respecto al promedio de los treinta años anteriores. Además, el grueso de los ejercicios más calurosos se concentra a partir de 2014, lo que deja patente que el incremento de las temperaturas no responde a una circunstancia aislada o puntual.

Asimismo, el propio informe revela que el verano se está alargando unos nueve días de media por década, lo que ha llevado a que el periodo estival abarque prácticamente cinco semanas más en el momento actual que a comienzos de los 80. Esto se traduce también en la aparición de más olas de calor como la que ha sufrido Zamora en este mes de agosto, con cinco días consecutivos en los que el termómetro superó los 36 grados hasta alcanzar un pico de 38,9, lejos aún de los 40,4 que suponen la máxima histórica del mes y que se registraron en 2018.

Además, esa circunstancia no se percibe solamente en el periodo de verano. Hay que recordar que Zamora también tuvo un enero muy movido desde el punto de vista meteorológico, con una borrasca como Filomena, que trajo unas fuertes nevadas a mediados de mes y unas temperaturas que rozaron los siete grados bajo cero, mientras que concluyó con una fase inédita de calor para los valores normales del primer mes del año. No en vano, se rebasó el umbral del máximo histórico, con 18,9 grados.

Un trabajador retira la nieve en enero. Emilio Fraile

En general, en la mayor parte de los meses del año, los récords de temperaturas máximas se han ido superando en el último lustro, de la mano de unos valores cada vez más elevados que se están notando en todas las estaciones. De hecho, en invierno, más allá del citado umbral de enero de 2021, en febrero del pasado 2020 se acumuló la temperatura media más elevada desde que hay registros, con 9,7 grados, mientras que en marzo de 2021 también se alcanzó el pico histórico, con 26,7.

Por otro lado, en la primavera de 2020, cuando Zamora empezaba a salir a la calle tras el confinamiento, se vivió el mayo más caluroso de la historia, con una temperatura media de 18,8 grados. Tres años antes, en 2017, un junio tórrido dejó la máxima histórica del mes, con 39,8 grados, y la media más alta desde que hay registros, con 24.

Es más, en pleno verano, la media más alta de la historia en un mes de julio en Zamora data de 2015, con 25,5 grados, y la ya citada máxima de agosto se registró en 2018. En ese mismo curso, la ciudad vivió su septiembre más cálido, con 22,5 grados de promedio, cuando apenas dos años antes se había alcanzado el pico en esta época, con 38 grados, 5,4 por encima de los detectados el 5 de octubre de 2017, también tope del mes.

Una persona pasea a 18 grados dos semanas después de Filomena. Jose Luis Fernández

Con estos datos, queda patente la cantidad de umbrales de calor que se están superando en los últimos años. Esta realidad, unida a las evidencias científicas, llevó al Ayuntamiento de Zamora a aprobar en 2019 la declaración de emergencia climática, en la que se reconoció que el planeta, así como los seres vivos y los ecosistemas, se encuentran en una situación de grave peligro.

Esa aprobación supuso para la institución municipal asumir el cumplimiento de compromisos políticos reales y vinculantes para hacer frente a la crisis climática que está sufriendo el planeta en estos momentos, como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero entre el 40% y el 60% para 2030; abandonar los combustibles fósiles apostando por una energía 100% renovable de manera prioritaria; avanzar hacia una economía local y de proximidad, que impulse la soberanía alimentaria, silvicultura, agricultura y ganadería ecológica y de proximidad; o incorporarse a organizaciones nacionales e internacionales de municipios comprometidos en la lucha.