Abanderado de lo rural, Rodrigo Cuevas inundará este viernes la ciudad del románico de un folclore inclasificable (22 horas, plaza de la Catedral). Aunque sus raíces emanan del pasado, de la tierra y de los pueblos, su trabajo mira hacia delante a bordo de nuevos sonidos y aires de modernidad: su creador insiste “odia las modas” y sueña con un campo “repleto de charlas al fresco y niños jugando”.

Rodrigo Cuevas desprende crítica social y política, y a través de espectáculos repletos de irreverencia, pretende conquistar al público y a Zamora, en donde opina, “las tradiciones todavía están muy vivas”. Cuevas alaba la riqueza popular de la una provincia en la que aún se conservan “tres lenguas” que resisten el paso del tiempo junto a los bailes y músicas de la comarca de Sanabria y las romerías y fiestas de Aliste, siempre al son de Portugal. “Hay muchas cosas muy vivas en Zamora”, dice de la que para él es precisamente “uno de los lugares que más cultura conserva”.

“Lo que tienen las modas es que se pasan”, ríe ante un mundo que ha vuelto a mirar con ojos de futuro los pueblos tras la pandemia. Y aunque rehúye de la corriente principal, sí se alegra del “cambio” que parece, sí ha sucedido, “tenemos que darnos cuenta de la necesidad de volver al campo”, dice sobre la urgencia de llevar una vida “un poco más armónica con el mundo en el que vivimos” y que en su opinión, “la ciudad no permite” desarrollar.

El ciclo vital de Rodrigo Cuevas va al revés del mundo. Él se mudó desde la ciudad al pueblo, a contracorriente de una emigración que desde décadas, transcurre en dirección a la urbe. “Lo tuve clarísimo desde pequeño”, dice sobre su vida en el pequeño pueblo de doce habitantes en el que reside, crea y convive.

“Disfruté mucho el pueblo de mi abuela, desde niño sabía que quería vivir allí”, rememora, y explica que cuando fue “soberano de su vida”, y no tuvo que “rendir cuentas” a sus padres, hizo lo que siempre había querido, que era volver al pueblo del que descendía.

Cuevas no pasó su etapa formativa en el campo, por lo que “la discriminación” al acceso de oportunidades, no le afectó, confiesa, no tuvo que irse a la ciudad para estudiar o labrarse un futuro.

Se siente afortunado, sin duda, porque para él, vivir en el pueblo ha sido fácil “siempre”, aunque admite que su caso, como su música, es muy “particular”.

“Estamos en un cambio de paradigma, totalmente”, reflexiona el artista, que cree que al fin “nos estamos dando cuenta de que hay que cuidar tanto la salud mental como la económica”. “Si no ponemos remedio, el vaso colmará”, alega el asturiano que cree en un modo de vida más sostenible.

“Si escucháramos música en asturiano y en otras lenguas me imagino un país bastante más tolerante, más diverso y más orgulloso de lo que es y menos de los símbolos que lo representen”, explica sobre su reacción si un día encendiese la radio y escuchase una de sus músicas en una de las principales emisoras comerciales. “El asturiano está desprotegido”, dice sobre la lengua de su música “no es oficial en ninguno en los territorios en los que se habla”, lamenta. A Cuevas también le preocupa el aragonés, que cree, será la próxima “en desaparecer” junto a la suya.

Lo que vendrá, ya se verá, de momento Cuevas está “descubriendo la zarzuela”, explica sobre los próximos andares que recorrerán sus creaciones. “La lírica popular española, el folclore escénico de finales del siglo XIX y principios del XX”, lo tienen embelesado.

Rodrigo no puede adelantar con que “va a sorprender” al público zamorano esta noche por temor a romper el efecto sorpresa. Aún así, adelanta que la Plaza de la Catedral acogerá rondas sanabresas “estoy enamorado”, confiesa sobre estas canciones, y asegura una noche llena de “historias de paisano, música y tradición”.