OstrichPillow –la almohada avestruz– nació para hacer posible echar la siesta en la oficina, una idea “loca” en palabras de su propio diseñador, el zamorano Pablo Carrascal, uno de los cuatro socios responsables de este producto que desde hace años triunfa en Estados Unidos, China y hasta en la Eurocopa.

Un día, se preguntaron cómo hacer posible el descanso en la oficina. Su reto era conseguir desarrollar un objeto que transformara un cubículo cualquiera en un espacio de descanso. Lo demás, es historia, como se suele decir, porque el proyecto iraní-británico-japonés-zamorano, triunfó.

Nos centramos en las personas”, dice Carrascal, que explica que trabajan en base a datos reales, a visitar clientes y observar sus problemas concretos, a partir de los cuales, desarrollan soluciones.

Hasta estudios de la propia NASA han corroborado la importancia del bienestar durante el trabajo. Para él, el mejor ejemplo son las oficinas de Google. “Todo el mundo ha visto fotos, son espacios con toboganes, piscinas de bolas…” ríe. La diversión ayuda a la gente a sentirse mejor en el espacio de trabajo. Ellos descubrieron que también hacía falta un lugar de descanso. Ante la dificultad de equipar con camas las oficinas, decidieron que era muchos más factible tener un objeto, como una almohada para utilizar en el escritorio.

Pablo Carrascal, uno de los cuatro fundadores de OstrichPillow. | Cedida

La historia de la almohada más rara del mundo surgió casi sin querer. Todo comenzó en Studio Banana, donde Carrascal y sus socios trabajaban desde 2008 en arquitectura de espacios de trabajo y diseño de producto “centrado en lo humano”. Allí han gestado proyectos para organizaciones como Naciones Unidas, Telefónica o el Comité Olímpico Internacional, y también, el germen de OstrichPillow.

La idea era básicamente poder meterte dentro de tu almohada”. Para ello, identificaron varios factores que son necesarios para generar la misma sensación de aislamiento de una habitación, pero en un objeto. “Aislar la luz, el ruido y hacer sentir arropado al usuario” fueron las máximas.

“Los primeros prototipos no tenían ni espacio para respirar”, y aunque menos cómodo, reconoce, a él le gustaba más. Luego llegaron las claves: materiales respetuosos y el estudio de la anatomía humana.

“Fue experimental”, concluye Carrascal de la almohada avestruz, cuya idea se saltó por completo los límites de lo que debería ser una almohada, y que perfeccionaron “en ratos libres” hasta que incluso el MoMA de Nueva York ha querido guardar una entre sus salas.

Pero antes de lanzarse a la piscina, “necesitábamos validar la idea”, comenta, porque incluso para ellos, resultaba bastante inverosímil crear una almohada en la que meter la cabeza y dormir la siesta en trabajo.

La búsqueda de financiación llevó a los socios de OstrichPillow a anunciarse en una de las primeras plataformas de micromecenazgo de Estados Unidos, en pleno 2008, cuando en opinión de Pablo, se unieron dos momentos muy relevantes: el interés de la gente en participar en proyectos innovadores y la posibilidad para ellos de arrancar proyectos para los que no tenían dinero suficiente para llevar a cabo. “Nos dio mucha difusión, somos muchos más conocidos allí que en Europa”. Ostrichpillow ha vendido desde que empezó casi el millón de unidades. Marcas como NewBalance los eligió como regalo de navidad para los directivos de otras empresas estadounidenses. Durante la Eurocopa, la selección de fútbol inglesa ha viajado con sus productos “nos contactó el médico del equipo, quería facilitar el descanso de los jugadores durante los viajes entre partidos”.

El diseño más icónico de la marca, la almohada para la siesta. | Cedida

Casi al rato, todas las televisiones de los Estados Unidos querían sacar la ingeniosa almohada en sus shows. Fue “una locura” recuerda Carrascal, que relata que solo habían fabricado unos pocos prototipos con una costurera. De aquella decidieron dar la vuelta por todo el país americano para llevar aquellas primeras almohadas de plató en plató. A día de hoy este país representa el 40% de su mercado, donde son los gurús del descanso.

“Pasó de ser una idea a convertirse en una marca a nivel internacional”, cuenta el zamorano, y a día de hoy, OstrichPillow es una empresa en sí misma. Su éxito nace de una comunidad que cada vez demanda soluciones –alocadas– para cuestiones comunes.

A día de hoy disponen de un catálogo con una docena de diseños locos para cambiar el día a día, un proyecto que sigue creciendo y que planea convertirse en un templo del descanso, y mucho más.