Con el objetivo de “afrontar colectivamente los problemas y necesidades de la provincia de Zamora, a través de la identificación de iniciativas y ejecución de proyectos que consigan dinamizar la provincia y su desarrollo económico, cooperativo y social”. Así nació hace cuatro años la asociación para el desarrollo de la provincia Zamora 10, fruto de la inquietud del sector empresarial ante la “delicada situación que atraviesa la provincia de Zamora” y ante las “negativas perspectivas de futuro que los expertos auguran”. En agosto de 2017, hace ahora cuatro años, se inaugura la oficina de Zamora 10 en la calle San Torcuato y se presenta al gerente de la asociación, Francisco Prieto. 48 meses después Zamora 10 ha cambiado —ha dado por cerrados algunos proyectos y ha añadido ideas nuevas—, pero Prieto sigue al frente.

—Cuatro años desde que se puso al frente de Zamora 10. ¿Qué balance hace?

—Tiene que ser positivo, tenemos que ser optimistas. Ha habido muchas piedras en el camino, pero creo que el resultado global es bueno. Creo que hemos hecho buen trabajo. Yo hago dos valoraciones. La primera es que hemos conseguido crear en Zamora una tensión constante en cuanto al hecho de cuestionar lo que se hace con nuestro dinero, exigir, pedir a las instituciones. Hemos intentado que la sensación victimista desaparezca y que se fomente el debate sobre ideas y propuestas. Zamora 10 es parte de esa sociedad que debate y que se posiciona. En el tema concreto de los proyectos hay que ver la botella medio llena. Ha habido unos que han salido y otros que no, unos que están preparados y otros que estamos retomando después de que la pandemia nos parara. De los diez iniciales pasamos a 22 y tenemos nueve listos y otros tantos ya muy avanzados. Nuestra situación es buena, pese a todo.

—Pese a todo.

—Pese a todo, y lo digo sin querer hacer más sangre. Hemos perdido mucho el tiempo en determinados aspectos, se nos ha cuestionado y se ha visto a Zamora 10 como un grupo con aspiraciones políticas o como un colectivo afín a determinados partidos, cosa que no es. Se nos han puesto muchas piedras en el camino y se nos ha desgastado mucho.

—Hablemos de proyectos. De los que se han podido llevar a cabo, ¿con cuál se queda?

—Creo que la Escuela Internacional de Industrias Lácteas es el proyecto que más ha crecido y que se ha convertido en emblemático para Zamora 10. Con este proyecto ahora estamos en una fase en la que Zamora 10 quiere desvincularse de la Fundación, para que sea autónoma. Queremos que las ideas sean rematadas por profesionales. La Escuela ya tiene su cuadro de profesores, su dirección y su futuro definido. Es el proyecto que más y mejor hemos desarrollado y el que está arrastrando a otros. Ha dado pie a la programación del Encuentro Mundial del Queso, en el que estamos trabajando, y al Centro de Innovación del Ovino, que se ha quedado un poco atrás pero que no olvidamos. También está relacionado con la feria Ovinnova, que fue un éxito en su primera edición y que se retomará.

—Nos vamos ahora al extremo contrario. ¿Cuál es la principal espina que se queda clavada?

—Zamora Patrimonio de la Humanidad. Seguimos pensando que es bueno, pero no hemos conseguido convencer a las personas que teníamos que convencer. Hay que reformularlo, pero no renunciamos a él. Sí es cierto que ya no se puede hacer como estaba planteado porque las normas han cambiado, pero pensamos que Zamora merece tener un reconocimiento. Seguiremos presionando para que no se olvide.

—Vamos a centrarnos en la actividad actual de Zamora 10. Monte la Reina lo concentra todo, o casi todo.

—Todo no, pero sí mucho. Seguimos ahí, con negociaciones y con conversaciones que no pueden salir a la luz pero que poco a poco van dando sus frutos. En las últimas reuniones con representantes del Gobierno les hemos transmitido que toda la sociedad zamorana está a favor, que el Ejército está a favor de traer el campamento. Trabajamos para que el Ministerio de Defensa y el Gobierno agilicen el tema. Yo creo que la promesa la van a cumplir, pero decimos que no puede ser todo tan lento. El tiempo corre en contra de Zamora y no podemos dejar pasar los años. Hay que mantener la tensión, que se concreten los pasos y los plazos. Seguir trabajando, en definitiva.

—Parece que no es cuestión de voluntad política y es difícil pensar que se trate de un problema de dinero. ¿Tienen alguna explicación a por qué no se lleva ya a cabo?

—No. No lo sabemos. Todos estamos de acuerdo en que es útil, que es necesario, que Zamora lo merece. Los militares han dado una opinión favorable y en cuanto al dinero, es difícil pensar que el Gobierno no esté en capacidad de gastarse los 85 millones que costaría la obra. Más cuando se va a generar un importante ingreso para la provincia. No hacen más que decirnos que seamos pacientes, pero no vemos avances. Lo que es necesario es una partida comprometida en los Presupuestos Generales del Estado. Pero una partida de verdad, no lo que hay ahora. Si todos sabemos que es bueno para Zamora, no entendemos que no se haga.

—Hablamos de un máximo de cien millones que no vienen cuando nos anuncian 3.300 millones de euros para El Prat y para Barajas. ¿Cómo tiene que tragarse esto la sociedad zamorana?

—No entiendo cómo lo consentimos, que no salgamos a la calle. Los zamoranos tenemos que exigir lo que nos corresponde, o al menos lo mismo que les dan a otros. No tiene sentido que en Zamora nos den limosnas de inversiones pequeñas y que se repartan miles de euros a quien ya tiene riqueza. Aquí lo necesitamos para sobrevivir y hay cosas que son un agravio para los zamoranos. Nosotros pedimos a los políticos de la tierra que denuncien esta situación y que exijan inversiones.

—Cuando hablamos de inversiones todo el mundo mira a los fondos europeos. ¿Lo aprovecharemos?

—Se van a dar a proyectos concretos que se presenten. Ha habido la sensación de que esto era el maná y que se iba a repartir por provincias. Son fondos para proyectos concretos que buscar reforzar los pilares de la Unión Europea. Tenemos dos preocupaciones con este tema. La primera es que no conocemos proyectos importantes para la provincia de Zamora que puedan ser impulsados con estos fondos. La segunda, que se están presentado muchos proyectos pequeños y que no va a haber capacidad de gestión. Castilla y León tiene 700 declaraciones de interés. Eso hay que gestionarlo y va a producir una saturación tremenda. Es posible que se nos conceda el dinero y que no lo podamos gastar. Algunos proyectos sí son adecuados, como el de Silver Economy de la Diputación, pero son los menos.

—¿Es de la opinión de que es el último tren de Zamora?

—No sé si el último, pero desde luego nos quedan pocos. Tenemos el grave problema de la situación demográfica. Cuando la generación del “baby boom” se jubile habrá que plantearse quién viene detrás para dar un impulso a la provincia. Los jóvenes se están marchando, eso es un hecho, y si la población envejece no va a haber nadie que se haga cargo de actividades económicas. En Zamora no se ven traspasos de negocios porque no hay gente joven que se haga cargo de ellos. Corremos el riesgo de convertirnos, en unas décadas, en un pueblo grande, con los servicios que tiene un pueblo grande.

—Hablamos de Monte la Reina, hablamos de proyectos europeos... pero siempre acabamos en lo mismo, en la despoblación.

—Por supuesto que es la base del problema. Zamora está como está porque la gente joven se marcha y no hay capacidad de atracción de población ni de empresas. A la generación mejor formada de la historia le estamos ofreciendo, dicho con todos los respetos, trabajos como reponedores o en el sector servicios. Las previsiones son malísimas.

—Hablábamos antes de que se ha conseguido despertar conciencias en la provincia. Así se comenzó el otras provincias, pienso en Teruel, en las que después se han creado partidos políticos uniprovinciales que han llegado al Congreso de los Diputados...

—Este es un planteamiento que está en la calle, que en Zamora se produzca un fenómeno similar al de Teruel Existe. La calle tiene la sensación de que Teruel Existe, o Soria Ya, son alternativas a la política tradicional. Creo que desde un punto de vista egoísta, pero hasta cierto punto lógico. “Como mis representantes no hacen nada por esta tierra vamos a subastar el voto a cambio de inversiones”. Pasa en Zamora y creo que en todas las provincias de la llamada España Vaciada. A nosotros se nos ha contactado desde otras organizaciones, hemos mantenido contactos. Nos han explicado lo que hicieron, cómo lo hicieron y se han ofrecido a asesorar. Pero eso ya no compete a Zamora 10, compete a la sociedad. Sería dar un paso que, creo, no es el correcto, pero que me parece lógico.

—¿Cree que es posible algo así en Zamora para las próximas elecciones Generales, para las que quedan más de dos años?

—Creo que en Zamora no estamos preparados para eso. Personalmente, no veo a Zamora preparada para llegar a ese punto. Haría falta un líder y en esta provincia buscaríamos muy hondo en el pasado de cualquiera para echarlo por tierra...

—Volvamos a los proyectos. Uno de los últimos en cristalizar ha sido la peleada Marca Zamora, y lo ha hecho con polémica doble. Primero, por la propia marca y después, por la autoría.

—La primera es si la marca me gusta o no me gusta. Yo ahí no entro porque para gustos, colores, y para eso se eligió a un jurado de prestigio y ajeno a Zamora, para evitar que hubiera influencias. El jurado no valora que la marca refleje todo lo que es Zamora, quiere que sea comercialmente activa, que sea visible. Bassat me razonaba que los neoyorkinos no se sentían identificados con el “I love New York”, pero es un eslogan imbatible. Nunca habrá una marca que nos guste a todos, pero hay que apostar por esta. La segunda polémica es la de la autoría. Ha habido dos personas que han dicho que la marca “Zamora Enamora” estaba ya registrada y están en su derecho de emprender las acciones que consideren. Nosotros la hemos presentado en el registro y hay un plazo en el que cualquiera que se sienta perjudicado puede alegar. Por ahora no hay noticia.

—Ahora viene la otra parte, que es el desarrollo de la marca. Su uso.

—Trabajamos en ello. La Diputación la usa de forma general en muchos aspectos y el Ayuntamiento lo va a empezar a hacer. Hay dos o tres clubes deportivos que ya lo van a usar, y también va a estar en la próxima campaña de Caja Rural. Estamos esperando a septiembre, a que el registro nos diga que está todo bien, para tener una reunión con las empresas de Zamora y que también comiencen a usarla. Preferimos ir con calma porque si hay algún problema, es un engorro tener que dar marcha atrás. Yo creo que el sector empresarial va a responder. Conseguir la marca ha sido la parte fácil, ahora hay que ponerse en manos de profesionales.

—Cada año le pregunto por el futuro de Zamora 10. ¿Qué recorrido tiene?

—Te digo lo mismo de siempre. Zamora 10 no tiene vocación de permanencia. Surge como algo temporal. En principio se habló de cinco años. No sé si serán cinco o siete, pero llegará el momento de dar un paso al lado. Hemos conseguido remover conciencias, crear polémica y movimiento, pero las ideas y los proyectos corresponden a otras personas y, fundamentalmente, a las instituciones.