Hace ya más de cuatro años que la barriada de Pinilla no celebra sus tradicionales festividades de julio, desde que su comisión de fiestas dimitió en bloque en el 2016 y a la que nadie se ha presentado como sustituto.

“Yo el 20 de julio me voy para la finca y hasta que no pasa el 25 no vuelvo a Pinilla”, confiesa Artemio Pérez Hernández, presidente de la Asociación de Vecinos del distrito y exmiembro de la comisión. “Me da pena recordar lo que se hacía y que ahora ya no se hace, siento que eran las mejores fiestas de toda Zamora”.

Las paelladas para más de un millar de personas, carreras de coches, discomóviles o la fiesta de la espuma desde el lunes a las 7 de la tarde y hasta el domingo a las 12, con el habitual acto pirotécnico para cerrar el festejo, son algunas de las actividades de las que el barrio ha tenido que despedirse.

“Las fiestas unen a los vecinos”, manifiesta Inmaculada Domínguez, vecina de Pinilla. “Cuando se hacían los concursos de tortilla participaban muchas personas, y cuando se daba el chorizo gratis venían hasta del barrio adyacente”.

Pero, aunque este año hubiera sido posible la celebración de las festividades como se recuerda antiguamente, la crisis sanitaria hubiera puesto dificultades para llevarlas a cabo. Y es que, el barrio de Pinilla, actualmente, “pasa de las fiestas, lo que quiere la gente es curarse, cuidarse y que la pandemia acabe de una vez”, afirma José Ramón Álvarez, propietario de un quiosco en la calle Salamanca.

“En el barrio la pandemia se ha vivido muy mal”, admite Isabel Hernández, dueña del bar “Tropical”. “Ha bajado mucho todo, la gente sale lo mínimo posible, es por eso que antes compraba seis botellas de ginebra para el bar, y ahora solo compro dos porque no se vende. Con las fiestas todos los negocios saldríamos a flote y habría más vida en el distrito”, concluye.

La pandemia del COVID-19 ha afectado al barrio en todos los sentidos, al igual que a muchos otros de la provincia. Por las tardes “no hay tanto movimiento en las calles por el miedo y respeto hacia el coronavirus” que por las mañanas, asegura el quiosquero. A esto se le suma, al igual que pasó en el año anterior, que la piscina de la barriada no haya podido abrir sus puertas, ya que, además de por temas sanitarios, la asociación no cuenta con los fondos suficientes para poder contratar al personal necesario que contabilice el número de personas que entran o salen, o el que se encarga de desinfectar todo el recinto.