La última vez que nos vimos andaba con la guitarra al hombro, compaginando su oficio de maestro con recitales en cafés y teatros de la provincia. Ponía música a los grandes: Neruda, José Hierro, al portugués Fernando Pessoa o a sus amigos y referentes zamoranos Claudio Rodriguez o Agustín García Calvo. Pero también musicaba sus propias composiciones poéticas que comenzaban a despuntar en algunas publicaciones colectivas.

Han pasado veinte años desde entonces y a Luis Ramos se le ha multiplicado por diez la biografía. Alumno tardío de Filosofía, se doctoró con una tesis sobre Claudio Rodríguez, aprobó las oposiciones de secundaria, dio clases en la Universidad Laboral hasta su jubilación…Y todo ello sin olvidar su verdadera vocación de contador de historias sea en prosa, en verso o a modo de canción.

Cuánto tiempo ha pasado, cuántas cosas ¿Y cuántos libros?

–He publicado 12 libros de poemas. No he parado desde que salió el primero, “Entre cunetas” en 2015. Así que estoy encantado.

–Ahora presenta su primer libro de relatos…

–Sí. Se titula “Con los ojos del frío”. Son relatos centrados en el recuerdo de personajes reales convertidos en personajes de ficción. El título lo escogí de un verso del poeta granadino Javier Egea que dice que “las historias se cuentan con los ojos del frío”. Me llamó la atención porque el frío al que se refiere no tiene que ver con el de la calle. Es un frío interior, no meteorológico. Yo lo interpreto como el frío de la España no vaciada sino despoblada y abandonada a la que pertenecemos.

¿Por qué la dedicatoria a su padre?

–Porque es a la primera persona a la que yo vi leer. Leía un libro continuamente y ese libro que tanto le gustaba aparece en uno de los relatos. No voy a desvelar en cuál de ellos para que el lector sepa adivinarlo.

–Retener el tiempo, los lugares, las personas, los momentos…. ¿Es la intención de su libro?

–Contaba la fotógrafa Cristina García Rodero que cuando hacía fotografías de retrato lo hacía para darle vida perpetua a esos personajes que tarde o temprano iban a desaparecer. El hecho de hacer una fotografía o escribir un relato es como salvarlos de la pérdida, aunque en mi caso no hable de personajes reales sino de ficciones basadas en los mismos.

–¿Por qué las mujeres son las grandes protagonistas de sus relatos?

–A mí también me ha sorprendido, me he dado cuenta ahora. Es verdad que hay un cincuenta por ciento de protagonistas femeninas y en el otro cincuenta los personajes de mujeres adquieren una fuerza tremenda pero de verdad que ha sido algo inconsciente.

–Evocación, memoria y recuerdo. ¿No hemos sido muy torpes al dejar marchar la memoria viva de este país sin recoger su sabiduría?

–Profundamente torpes. Y no sólo eso. Nuestra falta de inteligencia ha provocado que la juventud de ahora no conozca o se haya perdido muchas cosas. Se ha perdido memoria pero también el mundo de los cuentos, las ganas de narrar, de contarnos cosas, vivencias, anécdotas… Ya no se “cuenta en vivo” como decía Claudio Rodríguez. No se cuenta desde el corazón. Eso está desapareciendo y yo estoy tratando de salvar ese olvido.

–¿Estamos demasiado nostalgicos?¿Miramos demasiado atrás después de la pandemia?

–Yo no hablaría de nostalgia sino de añoranza. Añoranza de un tiempo que se fue. La gente desaparece sin dejar huella y de ahí mi empeño con estos relatos en salvar de la muerte aquello que tristemente hemos dejado que se fuera. La añoranza puede ser constructiva. Nuestros mayores eran fuente de riqueza y sabiduría. No sé si los jóvenes son conscientes de ello cuando se comportan como lo hacen en tiempos de pandemia.

–De lo que sí podemos sentir esa especie de tristeza otoñal es de la Zamora bohemia de antaño que usted supo exprimir bien...

–Pues sí porque se están muriendo todos. Se fue Claudio, se fue García Calvo, Luis Quico, Tundidor, Waldo Santos… De aquella enorme generación quedan cuatro. Yo era muy joven en los 60 pero recuerdo aquello que se llamó la Aceña Cultural. Estaban todos. Escritores, pintores escultores, intelectuales… iy de todo aquello no hay nada escrito! Sería urgente hacerlo antes de que lo perdamos del todo.

–Qué recuerdos tiene usted de aquella época?

– Por entonces tenía 20 años y estaba empezando en la música y en la literatura. Teníamos una tertulia y una revista que se llamaba Zagüan y fue donde conocí a todos ellos. Siempre diré que mis grandes referentes son zamoranos, Claudio, Tundidor, García Calvo…Eran tiempos de inquietudes políticas, culturales, vitales en general. Todos estábamos implicados en cosas…

–¿Y viniendo de aquello cómo ve este siglo XXI?

– Pues disperso, tristemente individualista, excesivamente consumista y exageradamente neoliberal. Pensando desde una óptica de izquierda radical como la mía me da susto, pasmo, pavor. Por eso creo en la literatura como una posibilidad de salvarse de todo esto.

–¿Nos estamos quedando huérfanos de genios?

–No de genios sino de gente que, como dice Gamoneda, hablaba desde la necesidad, desde el ser indigentes. La gente que ha vivido la guerra y la posguerra vivió la indigencia ya no de hambre sino la indigencia personal. No poder hablar, no poder decir, no poder salir… Esa indigencia los obligó a construirse y llenar huecos por todos los lados. A darse de una forma maravillosa y esa gente tan importante está desapareciendo.

–Y no hablamos sólo de la muerte sino de la ¿extinción en vida?

– Es la muerte pero también la la desaparición cultural de personajes como Agustín García Calvo. La gente de 30 años no conoce a este señor, no le interesa y es tanto lo que tiene Agustín… su obra como filósofo, lingüista, literato, su trayectoria vital… Como la generación siguiente que somos creo que nos hemos equivocado a la hora de educar. No hemos sabido transmitir el valor de esta gente o no les ha llegado.

–Y no es el único grande que está en el olvido….

–Pues no. Le pasa a Waldo Santos, a Tundidor… A Mezquita que es un pintor grandioso... Igual que hemos conseguido mover y potenciar la obra de Claudio hacerlo con todos. Hay que rescatar las tertulias, hacer más seminarios... En la música pasa igual. ¿Quién conoce al pianista Berdión? Un músico cuyas composiciones se ejecutan junto a las de Bach o Beethoven. ¿Qué se sabe de Miguel Manzano más allá de la música tradicional cuando sus obras para órgano se están tocando en Italia? Es muy triste que no apreciemos lo nuestro y que nos perdamos tanto talento.

–¿La cultura podría suponer el futuro para Zamora?

–Hay una cosa que para mí está cada vez más clara. Lo único que podemos vender en Zamora es cultura. Pero no sólo iglesias, monumentos y Semana Santa, que eso está muy bien. En esta tierra hay y ha habido grandes músicos, grandes literatos, grandes pintores, grandes pensadores… Potenciemos eso. Lo tradicional está muy bien pero aprovechemos que tenemos esta riqueza también para mostrársela al mundo.

–¿Cómo se presenta el verano?

–Sigo liado con la poesía. Tengo un poemario nuevo que saldrá en breve y preparo un nuevo ensayo sobre la obra de Claudio Rodríguez para el otoño. Así que feliz.