El Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León decide hoy las nuevas restricciones que aplicará en la comunidad y que podrían agravarse en algunas localidades, como Zamora capital, que ostentan unas de las incidencias más altas de coronavirus, junto con Burgos.

Si la consejera de Sanidad, Verónica Casado, insinuaba el pasado martes la posibilidad de un toque de queda nocturno estilo Valencia para Burgos y Zamora, limitado a términos municipales y durante 14 días, el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco prácticamente descartaba esta posibilidad ayer, al indicar que los servicios jurídicos han elaborado un informe en el que desaconsejan pedir esta medida al Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Afirmó que el toque de queda estará sobre la mesa de su Gobierno esta mañana, pero no parece probable que el Ejecutivo se arriesgue a recibir un revolcón judicial.

Desde luego sería la medida más adecuada, ya que atacaría directamente al principal foco de contagios de la quinta ola de la pandemia, relacionado con el ocio nocturno, tanto el que se disfruta en establecimientos, que está ya más controlado debido a las restricciones de horarios hasta las 2 de la madrugada, como el espontáneo en forma de fiestas y botellones.

Así las cosas, la Junta puede barajar otras posibilidades. Una de ellas los cierres perimetrales, ya aplicados con anterioridad en algunos municipios con alta incidencia con los parabienes judiciales. En el caso de Zamora esta medida tendría una dificultad grande, ya que es la capital de la provincia y por tanto tiene muchos municipios interconectados por los servicios y aspectos laborales. Un cierre perimetral de una ciudad como Zamora sería muy difícil de llevar a la práctica por la gran cantidad de personas que entran y salen a diario de su término municipal al resto de la provincia.

Otra de las posibilidades sería recurrir a una reescalada, es decir, pasar del nivel 1 de restricciones actual al 2. Esta medida tiene el inconveniente de que perjudicaría a sectores económicos, incluidos algunos de la hostelería y restauración, que no parece que tengan mucho que ver con el estallido de esta quinta ola de contagios, muy centrada en la juventud, aunque de ahí ha pasado a otros tramos de edad.

El propio vicepresidente autonómico, Francisco Igea, se mostró partidario de no castigar innecesariamente a sectores que no tienen nada que ver con el control de los contagios en esta ola.

Una de las soluciones podría estar en una especie de nivel 2 atenuado, es decir, que en lugar de aplicar todas las restricciones, sólo se centrase en algunas y dejara otras actividades sin tantas limitaciones, o incluso sin ninguna. Es lo que apuntó la consejera de Sanidad, Verónica Casado, que mencionó directamente a las terrazas como un ejemplo de actividad hostelera que no sólo no debe tener más restricciones sino que debe poder trabajar ya al cien por cien.

La evolución de la pandemia, no obstante, es muy rápida y aunque ha golpeado sobre todo en Atención Primaria, está empezando a llegar ya a los hospitales, una de las líneas rojas que durante la pandemia han sido fundamentales a la hora de tomar las medidas más restrictivas.

Habrá que estar atentos también a ver si se toma alguna otra medida con respecto a las fiestas de los pueblos. La Junta ha remitido una guía de actuación a los ayuntamientos en la que desaconseja los actos multitudinarios, aunque no prohíbe, por ejemplo, las verbenas. Este podría ser alguno de los aspectos donde se decida dar una vuelta de tuerca más en forma de restricciones. La respuesta, a partir de las 12.30 horas.

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