“Los caminos del romancero” es el título de la conferencia-concierto que este viernes (20.00 horas) ofrecerá la investigadora África López Zabalegui en el Museo Etnográfico de Castilla y León, para adentrar al público en estas composiciones poéticas a través de la literatura y la música.

–¿Qué objetivo tiene esta conferencia con un tema tan singular?

–La intención es un acercamiento al romancero para la gente que apenas lo conoce, aunque le suene el nombre. Y es que todos hemos oído hablar del romancero, pero no sabríamos definirlo ni especificar sus características. Así que esta charla tiene ese carácter divulgativo, por un lado, a nivel filológico, y por otro, a nivel musical. Creo que este segundo aspecto es muy interesante para descubrir esa otra dimensión del romancero que a veces se olvida en los círculos académicos. En definitiva, el romance son historias cantadas, así que creo que la mejor manera de ilustrarlo es a través de un concierto. Por eso, junto a El Portal de Carmen, se intercalará conferencia y concierto.

–¿Se centrará en alguna época concreta de la historia del romancero?

–La conferencia va a ser como una trayectoria desde los orígenes, sobre el siglo XIV, hasta hoy en día, para ver cómo poemas que a lo mejor se compusieron a finales de la Edad Media o principios de la Edad Moderna se siguen cantando en la actualidad y cómo a lo largo de los siglos ha habido diferentes aportaciones que han pasado a la memoria colectiva.

–¿Cuál es su origen?

–Existen dos hipótesis sobre este tema. Por un lado, se atribuye a los noticieros, ya que se creaba en forma de romance los sucesos que acaecían en el reino y eran como el periódico de la época. Por otro lado, están los romances épicos, aquellos episodios de gestas cantados para que la gente se entretuviese.

–¿En qué zonas eran más habituales?

–Son totalmente panhispánicos, en toda la península ibérica, tanto Portugal como España. Luego también se encuentran entre los sefardíes, tanto en Marruecos como en las comunidades de Oriente y, más tarde, llegaron hasta Hispanoamérica.

–¿Sigue el romancero vigente?

–Sí, sobre todo en las zonas rurales de trabajo comunal. Además, muchas veces nos sorprendemos recordando canciones de infancia que en realidad son romances.

África López, investigadora de la Fundación Menéndez Pidal Cedida

–¿Cómo surgió su pasión por el estudio del romancero?

–Fue a través de un profesor en la carrera de Filología Hispánica, que estudiaba en la Universidad Complutense. En el siguiente curso había una asignatura específica del romancero y así fui descubriendo un mundo desconocido y apasionante, con la idea de saber la posibilidad y capacidad que tienen todas las sociedades de crear literatura. Me encantó y, a partir de ahí empecé a investigar.

–Hasta llegar a la Fundación Ramón Menéndez Pidal. ¿Cuál es allí su cometido?

–Participo en un proyecto de investigación predoctoral con una beca, realizando la edición de un tomo del romancero tradicional de las lenguas hispánicas. Se trata de un proyecto que tenía la propia fundación, con la idea de editar los romances que se cantaban en todo el ámbito panhispánico, uno a uno. Es una ardua tarea.

–¿Lo más habitual es que los romanceros sean anónimos o se puede conocer a su autor?

–Los romances de los que nosotros nos encargamos son orales, cantados por la gente, así que se suele decir que el autor es el pueblo. Quizá de alguno tengamos un pliego suelto del siglo XVI, lo que data su origen, pero al final el autor es la manifestación oral, la colectividad.

–¿Dónde radica su fuerza para pervivir durante siglos?

–Quizá los romances del Cid o de los sucesos épicos del siglo XV o XVI no tenían mucho interés para alguien del pueblo, pero cuando preguntas a un cantor de romances sobre alguno que esté cantando, no lo identifica como un suceso épico o algo histórico, sino que se trata de un relato sobre la vida, sobre los amores o sobre traiciones. Eso es lo importante y con lo que se queda. De hecho, una de las características del romancero, de su poética, es que si un romance no tiene interés para la colectividad, va a desaparecer. O cambia debido a su carácter de apertura por la oralidad, o desaparece.

–Su tarea de recopilación es complicada, pero ¿lo es más encontrar la música original que los acompañaba?

–Es más complejo, sobre todo porque el estudio del romancero ha sido, por lo menos desde la Fundación Menéndez Pidal, sobre todo filológico, dejando a un lado el tema musical. Sí que hay partituras, algunas de palacio, pero la música de las adaptaciones que se van a escuchar son adaptaciones contemporáneas. Es decir, las que desde principios del siglo XX, cuando se iban por los pueblos a hacer encuestas y las señoras cantaban el romance o después se grababan en los años 70 y 80, se han ido recopilando. Esa es la música que se va a interpretar, porque no tenemos muchos más vestigios.

Jaime Álvarez, Carmen Cuevas y Sergio Portales, de El Portal de Carmen. | Raúl Blanco

El Portal de Carmen se enfunda en el papel eventual de trovadores

Versiones musicalizadas de romances interpretados por grandes como Eliseo Parra o Amancio Prada o poemas medievales con música inédita son algunos de los temas que se podrán escuchar en la conferencia-concierto “Los caminos del romancero” este viernes en el Museo Etnográfico de la mano del grupo zamorano El Portal de Carmen, conformado por los músicos Sergio Portales y Jaime Álvarez, que se acompañan de la voz de Carmen Cuevas. Una de las piezas más interesantes será “El romance de la muerte del príncipe Juan”, que recogieron Menéndez Pidal y su mujer María Goyri en su viaje de novios en 1900 y que no ha vuelto a ser interpretado musicalmente. Entre otras sorpresas, además, Sergio Portales interpretará una pieza renacentista instrumental con la guitarra y también utilizará por primera vez el laúd, mientras que su compañero se atreverá con un romance de ciego, en un tono más jocoso, a capela.