Su vida ha cambiado radicalmente en muy poco tiempo y sin embargo el pintor zamorano Diego Benéitez parece no darse por enterado. Nos recibe en su estudio situado en la parte alta del Barrio de San Frontis, pero no es un día cualquiera. A miles de kilómetros de aquí, en una de las galerías más prestigiosas del Soho de Nueva York, se inaugura su primera exposición individual.

–¿Qué hace en Zamora que no está disfrutando de su éxito en la Gran Manzana?

–Con la situación del COVID era complicado ir hasta allí. Además la galería funciona muy bien y estoy en permanente contacto con ellos. Yo prefiero centrarme en lo mío y lo mío es pintar.

–Sin duda es el momento más importante de su carrera...

–Es muy sorprendente todo lo que está pasando. Participé en una muestra colectiva en la misma galería el pasado mes de febrero y de las ocho piezas que envié se vendieron seis en dos semanas; las otras dos poco después. Uno de los coleccionistas se llevó a su casa cuatro cuadros y se molestó en contactarme por Instagram para enviarme fotos y mostrarme cómo quedaban mis obras en sus paredes. Es alucinante.

–¿Qué cree que está llamando tanto la atención de sus obras en una cultura como la neoyorkina?

–A la gente le gustan mis cuadros porque dicen que transmiten paz y sosiego. Al final la cultura americana es mucho más efectista, mucha luz, mucho color, mucho neón.... pensé que una obra tan sobria como la mía que busca transmitir relax, sosiego y calma no iba a funcionar... y ha funcionado.

– Precisamente el nombre de la exposición ya lo dice todo “Calm”.

–En otras exposiciones utilizaba términos mucho más rebuscados, juegos de palabras, conceptos... pero “Calm” sintetiza perfectamente lo que quiero expresar. Son 17 cuadros en busca del paisaje cotidiano. No es algo inexistente. Es algo que tenemos permanentemente en nuestras vidas. Son esos horizontes que vemos de lejos, esos perfiles lejanos, casi oníricos que conforman una arquitectura del paisaje en plena armonía.

– ¿Qué espera de esta primera aventura en solitario a un nivel tan importante?

De momento las noticias que me llegan son muy buenas. La Hugo Galeríe es una institución que lleva funcionando en el Soho desde 1945. La persona que la lleva actualmente tiene otra en Manhattan y parece que está habiendo mucho movimiento. Así que creo que estoy en buenas manos.

– Su trayectoria es muy llamativa. No hace mucho tiempo trabajaba de soldador y pintaba graffitis en la Aldehuela...

–Descubrí el graffiti junto a mis amigos del barrio. Yo no buscaba nada formal, sólo quería expresarme y sentirme bien. Después mi madre me apuntó a unas clases de pintura. Pero mi verdadera escuela fueron los concursos de pintura rápida. Me pasé cinco años viajando y participando en todos. Gané varios premios y entonces quise seguir indagando con los formatos grandes, las texturas y otro tipo de concepto como el que presento en Nueva York

– ¿Y después de Nueva York?

Expongo en Los Ángeles. Después... Iremos viendo. Hay que seguir luchando. Cada vez que entro por la puerta del estudio soy feliz porque puedo seguir viviendo de la pintura. Y si tengo que volver a soldar lo haría para poder seguir pintando.