El sol empieza a picar como es habitual en una mañana de julio. El tráfico del mediodía es abundante. Varios coches dan vueltas sin parar buscando algún estacionamiento libre en los alrededores de la plaza de toros, ocupados desde primera hora de la mañana. Con suerte, algún vecino cogerá su coche para ir a trabajar y dejará un hueco libre para el paciente que tenga consulta médica en el Centro de Salud Santa Elena. Esta escena tan típica en las calles del barrio puede que cambie en pocos días cuando las rayas que delimitan los aparcamientos se vistan de azul.

Los propietarios de los negocios situados en esta zona van a verse afectados por la medida. La mayoría de ellos son optimistas y esperan que los aparcamientos regulados atraigan un mayor tráfico de gente a sus locales. “Hay coches que se tiran mucho tiempo aparcados quitándole a otros la oportunidad de hacerlo”, comenta Alejandra Echeverri, hostelera de la zona. Para ella es beneficioso que los coches estacionen unas horas y dejen sitio al siguiente porque así muchas más personas pasarán por la puerta de su bar. Habrá más probabilidades de que la gente lo conozca y entre a tomar un café.

Al igual que Alejandra, para Freddy Rodríguez, hostelero en la avenida de la Plaza de Toros, la noticia de la zona azul llega cargada de esperanza. “Significa que la gente se va a mover, hay coches por ahí que están inertes todo el rato, son de personas que no se mueven”, cuenta detrás de la barra. Cuando empiecen a cobrar, la gente que estacionaba el coche durante varios días y no lo movía del sitio se verá obligada a cambiarlo si no quieren gastarse un dineral y eso le dará la oportunidad a otros de poder aparcar en esa calle.

Opiniones J. L. F.

En el local de al lado comparten la misma opinión que los hosteleros del barrio y esperan que la zona azul “afecte a mejor”. Sin embargo, son conscientes de que los vecinos del barrio van a verse perjudicados. “El problema de este sitio es que no hay zona azul. La gente aparca todo el día y no hay movimiento de coches. Creo que como comercio nos beneficia porque habrá más movimiento y eso siempre está bien”, opina Jonathan Rodríguez, dependiente de la ferretería.

Desde los negocios creen que la ORA dejará más sitios libres y eso puede ser favorable a la hora de atraer clientes, pero también entienden la preocupación y rechazo de los vecinos.

Cristian Álvarez, técnico que trabaja en un taller de cambio y reparación de lunas al final de la calle se muestra sorprendido e indignado al conocer la noticia. “Esto lo hacen para sacar dinero, porque para otra cosa no. A nosotros no nos afecta porque tenemos bado y no solemos aparcar en la calle. Además, esta zona tampoco es muy céntrica, tendría que ser para residentes o para gente que tenga por aquí una vivienda. Zona azul no tendría que ser de ninguna manera, es incomprensible. O blanca, o residentes”.

Junto al taller se encuentra una empresa de alquiler de vehículos que se va a ver gravemente afectada cuando las líneas de aparcamiento que separan sus coches se tiñan de azul. Elena Hernández entiende que es una cuestión del Ayuntamiento, pero tanto ella como sus clientes van a salir perjudicados.

La disparidad de opiniones entre los empresarios es muy clara. Mientras unos ven la decisión como una nueva oportunidad de futuro, en otros locales una nube gris pronostica tormentas.