En 1984 se toma la decisión de cerrar la línea Astorga-Plasencia, destruyéndose así la columna vertebral que comunicaba las tierras occidentales españolas. Se destruía una forma eficaz de comunicación que contribuía al desarrollo de la fachada atlántica de Europa occidental, imposibilitando el desarrollo de nuevos ejes transversales entre las redes ferroviaria de Portugal y España.

Se perdía así la creación de un espacio fronterizo de desarrollo y cooperación internacional, además de la posibilidad de descongestionar los tráficos ferroviarios Norte-Sur, con el obligado paso por Madrid.

Estas son sólo unas pinceladas que las Cámaras de Comercio e Industria de la Ruta de la Plata desvelaban en 2009 a través de un magnífico estudio que analizaba la movilidad transversal (ya conocida en la época del Imperio Romano), la optimización de los tráficos rodados, los costes de los carburantes, los impactos medioambientales, la reducción de CO2, el nuevo transporte intermodal, los centros logísticos…

Vistos los resultados, absolutamente a nadie con capacidad de gestión política le debió interesar, ya que la apuesta de nuestros dirigentes, fue exclusivamente una, un único discurso en lo que a Ferrocarril se refiere: sólo alta velocidad.

Se ha ignorado todo lo demás: comunicaciones transversales para mercancías, con abaratamiento de costes y repercusiones sobre precio directos al consumidor, sinergias económicas entre provincias, ahorro energético, bondades medioambientales...

La comunicación ferroviaria es probablemente el mejor invento que revolucionó el mundo desde el siglo XIX, partiendo de dos conceptos irrenunciables: transporte de viajeros y mercancías. Todas las ciudades o pueblos que conocieron el Ferrocarril saben de sus bondades. Zamora y Benavente fueron dos claros ejemplos de Ferrocarril social, útil y rentable que influyó enormemente en su progreso...

Hace 157 años llegaba el primer tren a Zamora, aportando modernidad, trabajo y desarrollo, hasta ese fatídico 1985 en que se clausuró el citado eje transversal.

Pasaron 30 años sin enmendar este fatal error, pero en cambio nos llegó el AVE. ¿Desde ese 2015 en que tenemos alta velocidad, hemos recuperado algo? ¿No deberíamos reflexionar sobre el hecho de que la Alta Velocidad sólo nos permite aspirar a ser un punto de paso en una línea rápida que nos aportará muy poco? Sería conveniente preguntarle a nuestros representantes políticos y agentes sociales si hay algo más que solo replicar un pensamiento único.

Nunca es tarde para ir un poco más allá, pues la Zamora despoblada no se puede quedar en un discurso simplista: debemos exigir más que un tren madrugador. Debemos aglutinar proyectos ilusionantes como los de Latem Aluminium, o la biorrefinería de Barcial, sobre los que nadie ha mencionado ese imprescindible papel que debería tener el Ferrocarril.

Los proyectos megalómanos que muy poco nos aportan, que conectan sólo a grandes núcleos de población despreciando todo lo que queda en medio, cuya implementación es en muchos casos a costa de un altísimo coste medioambiental y de mantenimiento, no nos sirven. Reflexionemos por un momento en lo que verdaderamente necesitamos.

Asociación Ferroviaria Zamorana