No es que la pandemia haya desaparecido de nuestras vidas, porque sigue habiendo contagios y quien más quien menos se agarra firme a la mascarilla por si acaso. Pero aquel 9 de mayo de hace un mes el decaimiento repentino del estado de alarma produjo una especie de vértigo que la realidad ha demostrado infundado. Por una vez el Gobierno tenía razón y las duras restricciones a la movilidad impuestas por el estado de alarma que impedía los viajes entre comunidades o salir a la calle por la noche carecían de sentido a esas alturas de la pandemia y con el avance de la vacunación en perspectiva.

Los datos así lo avalan. Las autoridades sanitarias más directamente implicadas en el asunto, las autonómicas, no las tenían todas consigo y responsables regionales como el vicepresidente Francisco Igea o la consejera de Sanidad Verónica Casado pedían a gritos algo que sustituyera a la norma que permite limitar derechos fundamentales. La experiencia de aventuras anteriores cuando se levantó la mano antes de tiempo, como en Navidad, hacía presagiar un posible repunte, ya que se trata de un virus traicionero al que le gusta que la gente se relacione lo más posible, se mueva y evite la distancia de seguridad.

Un mes después no sólo no se ha producido el temido repunte, al menos en Zamora, sino que los datos van claramente a mejor. Sin que estemos, ni mucho menos para tirar cohetes.

Ese 9 de mayo Zamora registraba 13.330 enfermos acumulados de coronavirus, mientras que hoy, un mes después, hay 13.675, es decir, 345 contagiados más, que suponen una media de 11,5 diarios. Los brotes activos son idénticos, 18, con 105 casos vinculados, 15 menos que entonces. Y en el hospital habían fallecido 430 personas, seis menos de las que se cuentan un mes más tarde, 436.

En las residencias la situación está estable, aunque ha habido algún contagio (se dio en Villalpando, por ejemplo) e incluso un fallecido más (van 308 en los geriátricos).

Primera noche sin toque de queda en la capital, hace un mes. | E. Fraile

La incidencia de la enfermedad es muy parecida: estaba el 105 casos por cien mil habitantes en la provincia de Zamora a 14 días y en 53 a 7 días mientras que ahora está en 98 y 48 casos respectivamente. Sin embargo, la situación en el hospital ha mejorado muchísimo, en un proceso descrito ya por las autoridades sanitarias autonómicas, los mencionados Igea y Casado: ahora los contagios no se traducen tanto en ingresos hospitalarios, entre otras cosas porque la población mayor, más vulnerable, está protegida por la vacuna.

Una vez más los datos así lo demuestran. Un mes más tarde el hospital tiene solo 7 pacientes de coronavirus en planta y la UCI vacía, algo impensable en mayo, cuando la unidad de críticos tenía un tercio de los puestos a disposición de los pacientes COVID y la ocupación del hospital era de casi el 6% de las camas.

El resto de los indicadores del Semáforo COVID han dio también mejorando, y, aunque con altibajos, en general se mantienen en niveles bajos o incluso de nueva normalidad.

Cierto es que el decaimiento del estado de alarma no supuso la desaparición por completo de todas las restricciones, ya que se mantuvieron las previstas en el Semáforo COVID durante mucho tiempo en el nivel 4 (que impedía por ejemplo determinado consumo en hostelería), recrudecidas incluso en aquellas localidades que estaban en riesgo alto, como le ocurrió a Benavente que tardó más tiempo que el resto en abrir los establecimientos.

Y la situación de contagios por municipios también ha mejorado en este mes, pero con matices. Los pueblos con contagios se han reducido de 38 a 31. Entre las 15 localidades de más de mil habitantes, el 9 de mayo diez de ellas tenían algún caso; ayer sólo siete habían registrado contagios en las últimas dos semanas. Sin embargo, la incidencia del coronavirus en la capital ha subido de 81 casos por cien mil a 131 en este mes; en Benavente ha bajado de 169 a 118, en Toro también ha subido, de 68 a 196, en Morales del Vino baja de 134 a 67, en Villaralbo y Moraleja del Vino, ambas con casos, están hoy en cero, Fuentesaúco pasa de 126 a 63, San Cristóbal de Entreviñas que estaba a cero cuenta con una incidencia de 73 por cien mil; Puebla de Sanabria baja de 368 a cero y Fermoselle sube de 85 a 257. Bien es verdad que excepción hecha de Zamora, Benavente y Toro, en el resto de municipios un solo caso dispara la incidencia contabilizada en términos relativos por cada cien mil personas. Alcañices, Santa Cristina de la Polvorosa, Coreses y Bermillo de Sayago están a cero, como hace un mes.

Vacunación

Buena culpa de la marcha de todo el proceso la ha tenido la vacunación. El 9 de mayo había en Zamora 104.947 personas con la primera dosis; hoy hay 37.000 más y estamos en 142.046, lo que significa que más de la mitad de la población, el 51,85% ya tiene al menos una inyección.

Y con la pauta completa había hace un mes 39.138 zamoranos y hoy son 54.891, es decir, 15.753 más, lo que se traduce en que el 32,34% de la población provincial ya tiene las dos dosis.

De hecho, prácticamente todos los zamoranos mayores de 70 años están ya vacunados con las dos dosis. Las personas que tienen entre 60 y 69 años están vacunadas prácticamente el 95% con la primera dosis y en torno a un 25% (20% en hombres y 26% en mujeres) con la pauta completa.

Y entre los 50 y 59 años la vacunación está a punto de llegar a estos niveles, cuando concluya esta misma semana la inmunización de todo este grupo de edad en Zamora y Benavente.

Este incremento del ritmo de vacunación por edades lo que ha permitido es, por un lado, evitar o limitar la propagación del virus y por otro que la enfermedad no alcance a los colectivos más vulnerables, con lo que se evitan casos graves e ingresos hospitalarios. Y eso a pesar de que de cara al verano se prevé que vaya habiendo mayor movilidad y más tras el rechazo de las medidas restrictivas del Gobierno con las que las comunidades parecen apuntar a una recuperación de todo lo que supone ocio y turismo.

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