La constatación del aumento de agresiones sexuales en entornos de ocio nocturno ha llevado a Cruz Roja Juventud a retomar su proyecto para generar “espacios seguros para las mujeres, un proyecto que ofrece protección y apoyo a la víctima” en el momento mismo en el que sufre algún tipo de violencia machista, explicó la coordinadora técnica de Cruz Roja Juventud en Zamora, Azucena de Luis.

La ONG espera montar su “Espacio Propio” en los conciertos y eventos de las fiestas de San Pedro en la capital, como ya lo hizo en esta Semana Santa con éxito, cuando medio centenar de mujeres jóvenes acudió a solicitar información, y siempre unidas al Punto Violeta del Ayuntamiento de Zamora para coordinar el trabajo de sensibilización. Cruz Roja Juventud confía en extender la experiencia a Benavente, a Toro (donde se puso en marcha el programa piloto antes de la pandemia), a Fermoselle y a Puebla de Sanabria, donde cuenta con una sede que les permite desplegar sus recursos.

Una amplia carpa, situada tras un mostrador, se distribuye en un área privada para recibir a las víctimas de alguno de los delitos de agresión, abuso o acoso sexual, para realizar el “acompañamiento”, además de explicarle los recursos de que dispone para recibir ayuda a través de la propia Cruz Roja o asociaciones especializadas como Azavi. Y, en ocasiones, orientarle para que reconozca la agresión de la que ha sido víctima porque “a veces las jóvenes no lo tienen claro”. Esta zona es “un lugar donde la joven o la mujer puede estar aislada”, con técnicos y voluntarias adecuadamente formadas por la ONG para abordar estas experiencias traumáticas; donde pueda decidir si quiere denunciar, explicó De Luis, en lo que sería una fase previa a la activación del protocolo para la intervención de la Policía Nacional o la Guardia Civil. Cruz Roja Juventud realiza después un seguimiento de los casos que se atienden en su “Espacio Propio”.

El otro lado de la carpa, abierto al público y dirigido especialmente a los jóvenes para concienciar sobre el machismo y sus formas, lleva a cabo dinámicas de sensibilización para informar sobre “lo que es correcto o no, sobre los insultos, chistes, comentarios, actitudes o trato que son violencia de género” pero se tienen normalizados, agregó la coordinadora. El equipo está formado por voluntariado, una educadora social, una psicóloga, una maestra, todas formadas con cursos adecuados para implicarse en el abordaje de esta problemática social, algunas de esas profesionales con másters.

El programa incluye el interactuar con jóvenes fuera de la carpa para concienciarles, ofrecerles información y proponerles juegos para profundizar en identificar y erradicar esta lacra social. De Luis confirma ese incremento de agresiones, y apunta que muchas no trascienden porque a las mujeres suele costarles contar la experiencia, “nos culpabilizamos todavía”.