Los técnicos de la Unidad de Atención a Víctimas con Discapacidad, que valoran las capacidades de estas personas para prestar testimonio, aseguran que la menor de 12 años que contó a su madre que el fisioterapeuta del colegio Virgen del Castillo "me tocó los pelillos" en referencia sus partes íntimas "relató lo vivido, aunque no puede dar muchos detalles" por el síndrome "Prader-Willi" que le limita. 

No obstante, los integrantes de la Unidad, cuyo informe sirve de base para el interrogatorio policial y judicial, agregaron que la niña "tenía un pensamiento concreto, poca capacidad de imaginación para inventar un relato con continuidad en el tiempo", incluiso, al contrario, "el paso del tiempo puede juega en contra y se pierden detalles". 

Los padres de la menor decidieron acudir a la Unidad, "ante la gravedad del abuso sexual que la menor habría sufrido por parte del fisioterapeuta, de iniciales J.A.R., según contó a la madre, pero sin darle importancia porque "la niña no tiene conciencia de que fuera malo, ante la gravedad de los hechos", explicó el padre a preguntas del Ministerio Fiscal, que exige a 8 años de cárcel al acusado y 4 de inhabilitación para ejercer su profesión. El progenitor concretó que la menor "no tenía formación sexual y apenas diferencia los órganos sexuales masculinos y femeninos, el conocimiento sexual era nulo o escaso. No sabe lo que son tocamientos, ni el consentimiento". 

Contó que su hija "es reacia a los hombres, pero le hemos enseñado que cuando le toca un médico tiene ser así y creo que ella consideraba al fisio como un médico". 

Ante las preguntas de la defensa de J. A. R., respecto de la costumbre de la niña de mentir para obtener comida, los progenitores subrayaron que "siempre acaba contando todo, a lo mejor no en el momento que queremos, pero después sí".