Van vestidos de calle, pero los llamativos crucifijos que exhiben sobre su pecho les identifican. El zamorano Manuel Lobo y el colombiano Diego Penna se han hecho cargo de la labor del responso, las palabras de despedida final del féretro en los instantes previos al enterramiento. Son laicos, pero dirigen el rezo como Dios manda, de acuerdo con el guión que les proporciona el delegado de liturgia, Narciso Lorenzo sobre el que pueden improvisar con alguna oración o cántico religioso, pero que proporciona una coherencia al responso de tal forma que reconforte en lo posible a las familias en tan penosos momentos.

Acaban de empezar y todavía no se encuentran todo lo sueltos que quisieran en el ejercicio de sus funciones, que desempeñan a media jornada y siempre que las familias soliciten sus servicios. “Ahora venimos los dos porque como estamos empezando nos apoyamos el uno en el otro. Somos un servicio religioso del cementerio dependiente de la Diócesis de Zamora”.

Y es que la figura de capellán del cementerio, desempeñada durante décadas por Emilio Santiago Lorenzo, era un tanto peculiar, ya que se trataba de una especie de empleado municipal. Los tiempos cambian y jubilado el titular la figura desde septiembre del pasado año, desapareció con él y tras un periodo en el que se encargaba a cada párroco la tarea del responso en el cementerio.

Sin embargo el arciprestazgo de Zamora ha apostado por una solución que no sobrecargue aún más la apretada agenda de los curas de la capital, y ha optado por la contratación de estos laicos que prácticamente acaban de empezar su tarea.

Se trata sobre todo, explica Lobo, de evitar ese momento de vacío una vez que ha concluido el funeral en la iglesia y hasta que se traslada el féretro hasta la tumba.

Los familiares agradecen ese momento que los dos laicos se afanan en convertir en un momento de despedida en paz.