Ocurrió hace más de mil años, en el 939 después de Cristo. Según recogen las crónicas medievales, la ciudad de Zamora sufrió un fuerte terremoto. O eso parecía. “Villas y alcázares magníficos se derrumbaron con la trepidante vacilación del terreno; huyeron las gentes despavoridas desde el poblado a los campos, y las aves y las bestias abandonaron espantadas sus nidos y madrigueras”, narró, ya en el siglo XIX, Ursicino Álvarez Martínez, en su obra “Historia Civil y Eclesiástica de la Provincia”.

¿Pero aquel evento fue de verdad un terremoto? Diversos estudios hablan del impacto de aquel temblor en otras ciudades del entorno que también sufrieron daños, desde los núcleos principales de Portugal hasta la zona de La Rioja, pasando por varios puntos de lo que ahora es Castilla y León, y lo cierto es que las últimas teorías sacan a la luz otra posibilidad: “Podría haberse tratado de la caída de un cometa o de un meteorito fragmentado”.

Aquel cuerpo podría haber explotado , o directamente impactado en las cercanías del litoral portugués. Esta circunstancia habría provocado que ardieran pueblos, “e incluso hombres, bestias y peñas a lo largo de la costa”, y habría generado una sensación similar a la de un terremoto en Zamora.

El asunto se sitúa ahora en el foco gracias al trabajo de investigación realizado por Pablo Silva Barroso, del departamento de Geología de la Universidad de Salamanca, que aparece como uno de los textos de mayor interés en el anuario del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, que se presentó este miércoles en el antiguo palacio provincial.

Los encargados de mostrar la publicación fueron el responsable del área de Cultura de la Diputación, Jesús María Prada, y el secretario del Florián de Ocampo, Sergio Pérez, que repasaron los puntos más destacados de un anuario que incluye investigaciones en el ámbito de la antropología, la arqueología, la geografía, la geología, la historia o la literatura.

En ese sentido, Prada remarcó que los anuarios “no son tochos que sirvan como resumen de las actividades del instituto, sino que funcionan más bien como una revista con artículos de todo tipo para los zamoranos”. El también vicepresidente segundo de la Diputación hizo un repaso por el índice y destacó “la amplia gama” de temas que incluye la edición de 2020: “Son textos que nos ayudan a conocer historias”, abundó el responsable político.

En la misma línea, Sergio Pérez subrayó que el anuario “puede parecer un libro feo, pero no tiene un contenido árido o espeso”. El secretario del instituto de estudios zamoranos recordó que la publicación se edita desde el año 1984 y celebró “la buena salud” de la que goza, a pesar de los problemas relacionados con la pandemia.

Del mismo modo, Pérez explicó que el Florián de Ocampo “se está volcando en la digitalización” de las publicaciones de años anteriores, para que los zamoranos puedan disfrutar de ellas a través de descargas gratuitas. “Queda mucho por hacer, por investigar y por estudiar en la provincia”, aseguró el secretario del instituto.

Cabe destacar que se han editado 500 ejemplares de este anuario, que se podrá adquirir en las librerías, hasta agotar existencias, a un precio de 13 euros.

Un recuerdo para el fallecido hispanista Peter Linehan

El anuario 2020 del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo arranca con un recuerdo para el hispanista Peter Linehan, que falleció en Cambridge el pasado 9 de julio. El coordinador del dossier sobre su figura, José Carlos de Lera, recuerda que este estudioso “mantuvo una relación estrecha con la provincia”. No en vano, desde la década de los 60, Linehan llevó a cabo investigaciones sobre la Edad Media en Zamora: “Es difícil resumir la personalidad y oficio de uno de los mejores historiadores de la Iglesia del siglo XIII. Confieso mi suerte de poder haberle conocido en sus numerosas visitas veraniegas al archivo catedralicio de Zamora, y más tarde, de publicar el libro de Don Suero con él”, indicó De Lera, en su día, en un texto publicado originariamente, en LA OPINIÓN-EL CORREO. De Lera narró también cómo Linehan fue sospechoso de “espionaje” durante sus investigaciones estivales en la Zamora de los 60, y elogió la tarea del estudioso inglés a la hora de elaborar monografías como la que le dedicó a las dominicas zamoranas. Según José Carlos de Lera, la gran aportación de Peter Linehan fue “revalorizar la microhistoria”, y “explotar científicamente algunos de los diplomas custodiados en el catedralicio zamorano”. Su legado, resumido en el anuario del Florián de Ocampo, es “el fruto de una sólida formación, trabajo inteligente y su pasión por la investigación”.