Jesús Hilario Tundidor representa la creación pura en solitario, la estricta voz del poeta. También la voz profunda, apasionada y lastimera de la tierra. Jesús Hilario Tundidor, en años durísimos, se ató a la palabra e hizo de ella su vida llena de luz y de esplendor. Desde “Junto a mi silencio”, su primera obra, hasta “Fue”, su último libro, va una larga marcha, una larga búsqueda de la palabra esencial, limpia, exenta, mayestática, clásica.

Recordaré siempre el día que presentó en Zamora, en la Diputación, mi obra “Edades de la tierra”, muy joven yo y muy joven él también. Y recordaré variados encuentros en los que coincidíamos hablando de las profundidades de Castilla, de sus soledades, desde los clásicos y desde la permanente voz de Machado.

Le saludé por última vez en un homenaje en Madrid, en un precioso lugar lleno de poetas, amigos y admiradores, donde Hilario era ya palabra máxima, palabra definitiva, voz insorprendible y única.

Mi admiración hacia él por su vida, por su larga marcha, por su pan de la palabra y por su inmenso silencio. Es un retrato puro de Castilla, es un zamorano de historia y vida incomparable.

Que las palabras que escribió en “Fue” sean su mejor esquela mortuoria. El paso irreparable del tiempo como Virgilio dijo, ha dado un fruto hermoso en su palabra acumulada.