El poeta zamorano Jesús Hilario Tundidor recibirá hoy el último adiós de sus familiares y amigos en Zamora, la ciudad que le vio nacer el 22 de junio de 1935 y que le vio crecer en la calle de las Damas, donde inauguró en 2014 una placa que recuerda al literato. La ciudad, aquella de la que siempre hablaba allí donde fuera, le rindió, por fin, homenaje.

La despedida será hoy a las cinco de la tarde en la iglesia de San Vicente, con aforo limitado, tras fallecer el domingo por la mañana en Madrid. Hilario Tundidor descansará en el panteón de los ilustres del Cementerio de San Atilano, según anunciaba en la tarde ayer el Ayuntamiento de Zamora.

El poeta conversa con un grupo de adolescentes en Zamora. | Emilio Fraile

La noticia cayó ayer como un mazazo entre sus amigos, artistas y poetas, que destacaron al genio y al “gran luchador, gran poeta, buen amigo”, en palabras del artista Tomás Crespo. De nuevo la talla humana de Hilario Tundidor, “la gran persona que era”, zamorano que tuvo que salir de su tierra, a la "que amó de lejos porque le tocó emigrar”, subrayaba Crespo.

Su amigo ensalza “las labores meritorias que tuvo que hacer” para lograr el éxito que tuvo, lobrado “por su capacidad de trabajo y su amor a la poesía”. Ahí están sus frutos, su larga lista de premios: Premio Castilla y León de las Letras 2013; el Adonais (1962); Álamo (1969); el González de Lama (1972); el Esquío (1981); el Premio “San Juan de Baños, 1997”, como reconocimiento a su Obra Poética; el de la Academia Castellano-leonesa de Poesía 1999, por su trayectoria poética; el “León Felipe, 2000”, por el valor humano de su poesía, sus valores éticos y estéticos; el de la Asociación Madrileña de Críticos 2006, al mejor libro de Ediciones sobre Arte al poema "Fiesa sobre lo azul".

El enorme brillo del poeta no deja atrás la calidad humana del hombre, al que lloraban ayer sus amigos, impresionados por la noticia de su pérdida, casi sin palabras para poder expresar el dolor por una “ausencia” que dejará un hueco en sus vidas, “pero su poesía estará siempre con nosotros, de las más altas que se ha hecho”, remarcaba Juan Manuel Rodríguez Tobal. El ser humano “maravilloso”, era también “un disparate de persona, te sorprendía siempre”, recuerda Rodríguez Tobal del “padre de mis amigos, mi modelo”, del que “ahora siento muchísimo su pérdida”, al igual que Crespo o el también artista y amigo desde la infancia Antonio Pedrero. Alaban al hombre “noble y cariñoso, que encarnaba los valores de bondad. Todo lo que daba empequeñecía todos sus defectos”.

A ese lado “humano y cariñoso”, de la persona “muy especial como ser humano, muy cálido”, se refería ayer el poeta leonés Antonio Colinas, que lamentaba la pérdida del “gran amigo y gran zamorano, quería mucho a esta tierra”. Mostró su admiración hacia Hilario Tundidor “desde el Adonais”, uno de los más queridos y destacados autores de Zamora.

Polémico, por ese carácter que sus admiradores y amigos califican desde el cariño como “exagerado, por apasionado”, abunda Ángel Fernández Benéitez, otro rendido al maestro, que destaca a ese Tundidor “que se caracterizó por huir de la superficialidad y la trivialidad, que conocía bien “lo humilde, como demuestra en su obra “Voz baja”. Un poeta “con gran sentido de la justicia social y la política”.