El miedo a los besos y los abrazos se mantiene pero, en comparación con el año pasado, Zamora vivió ayer un Día de la Madre mucho más cálido, con más contacto, menos pavor y una demostración de amor con mayúsculas, como la que merecen las mujeres que han traído vida al mundo y que, sobre todo, la han cuidado.

Ese cariño no se mide con regalos, pero a nadie se le escapa que un detalle siempre viene bien. De ahí que las floristerías y las pastelerías de la capital fuesen testigo ayer de largas colas de zamoranos dispuestos a agasajar a sus madres y abuelas.

Además, las calles más céntricas de la ciudad mostraron escenas familiares en las que la sonrisa se intuía tras la mascarilla. Están siendo tiempos duros, pero la luz se empieza a ver al final del túnel y, en el caso de algunas madres, la vacuna ya permite algún gesto mayor de afecto.

En este punto, uno de los principales lunares del Día de la Madre 2021 fue la ausencia de muchos hijos, alejados más que nunca de su tierra por culpa del cierre perimetral. En estos casos, un año más, las nuevas tecnologías y los repartos a domicilio se convirtieron en los principales aliados. El amor se complica desde la distancia, pero también se valora.

Todos los ausentes, y también los que estuvieron junto a sus madres en este primer domingo de mayo, suspiran por la normalidad para el próximo 2022.