Pedro Luis Álvarez lleva casi diez años viviendo en Madrid. Cada día se levanta unos minutos antes de las seis de la mañana y sale de su vivienda, situada en el sur de la comunidad, en dirección a la capital, donde se encuentra la empresa para la que trabaja. Hasta llegar a su puesto, este zamorano conduce durante aproximadamente una hora y media, “siempre en tensión” y con tráfico denso, “a quince o veinte kilómetros por hora”. Tras cumplir con sus obligaciones laborales, el regreso al atardecer tiene un perfil similar. Así, un día tras otro. “Es un término un poco fuerte, pero aquí estamos malviviendo”, reconoce.

Pedro Luis utiliza el plural porque, con él, también está su mujer, otra zamorana en la diáspora. Ambos llevan tiempo dándole vueltas a la idea de regresar, pero dejar su trabajo en Madrid para lanzarse a la aventura en una provincia sin demasiadas alternativas de empleo se antoja como una decisión más que arriesgada. “Para nosotros es fundamental que vuelva el tren madrugador. Yo podría ir y venir y mi mujer tendría la opción de teletrabajar. No nos gusta vivir en Madrid, aquí pagamos 850 euros de alquiler, y además lo tenemos todo en Zamora”, explica uno de los protagonistas de los retornos que está frustrando la ausencia de una conexión a primera hora entre la ciudad y la capital de España.

Zamora cumple ahora 400 días sin el tren madrugador, un servicio que se empezó a ofrecer en 2018 y que partía de la ciudad a las 7:05 horas para dejar a sus pasajeros en Chamartín antes de las 8:30. Con el estallido de la pandemia y el inicio del confinamiento, el trayecto se suspendió. Desde entonces, pese a las múltiples quejas y reclamaciones procedentes de la provincia, no se ha vuelto a recuperar.

Agustín Martín es otro de los perjudicados por este escenario. En su caso, el viaje matutino terminaba en Segovia, una de las paradas en el camino. La existencia del tren madrugador le permitía desplazarse a esta ciudad para trabajar sin necesidad de abandonar su residencia en Zamora, y así lo hizo durante meses, hasta que Renfe decidió paralizar el servicio. “Me he sentido vacilado, como se ha dicho por ahí; sientes mucha rabia”, explica este afectado.

Tren madrugador

El operador ferroviario alude a la ausencia de demanda para mantener la paralización del tren madrugador, pero hay personas como Agustín que se están viendo obligadas a hacer malabares con su vida para no dejar Zamora por culpa de esta circunstancia: “Voy tres días a la semana a Segovia en mi coche”, subraya este ciudadano, que reconoce el “cansancio” y el tiempo mal aprovechado al volante.

En su caso, la reclamación es evidente: el regreso inmediato del servicio. Pero hay más. Agustín Martín también cita la posibilidad de crear bonos para hacer más accesibles los trayectos o ajustar los horarios para favorecer al mayor número de ciudadanos que sea posible. De ello dependerá, por ejemplo, que las personas con teletrabajo parcial, que solo tienen que acudir de manera puntual a Madrid, opten por quedarse definitivamente en Zamora.

La ventana de oportunidad resulta obvia para la ciudad. En un contexto de despoblación galopante, la pandemia y sus efectos han abierto un espacio para el regreso de algunos hijos de la tierra que han visto cómo el tablero se movía por culpa del terremoto que ha hecho temblar a la humanidad: “Es difícil atraer a la población de fuera, pero hay gente que se ha ido y que se puede recuperar”, reflexiona Agustín Martín, consciente de las ventajas que ofrece una ciudad pequeña en relación con la capital.

Los zamoranos con teletrabajo parcial viven pendientes de la decisión de Renfe

Guadalupe Bécares empezó a teletrabajar cuando ese verbo apenas había empezado a conjugarse en España: “Yo volví en enero de 2020 y me había hecho mis cuentas. Quería vivir en Zamora, pero también valoré los motivos económicos. En Madrid, sin ir más lejos, pagaba 400 euros por una habitación en un piso compartido”, subraya la periodista zamorana, que se desplaza de forma periódica a la capital de España cuando lo requiere su empresa actual.

De momento, esta veinteañera está capeando la ausencia del tren madrugador como puede: “Tengo la suerte de trabajar con gente que comprende la situación”, aclara. Sus jefes le dan flexibilidad, pero con la recuperación de las citas presenciales su situación puede cambiar: “Si no puedo llegar a primera hora de la mañana y tengo que quedarme a dormir la noche anterior, puedo pedir algunos favores, pero si son cinco u ocho veces al mes...”, desliza.

En todo caso, Bécares confía en solventar esas cuestiones para seguir viviendo en una ciudad que “te permite tener una vida normal y más digna” que en Madrid. “El tema del teletrabajo ofrece una oportunidad para las ciudades medianas, pero aquí nos han cambiado las reglas del juego con la supresión del tren a primera hora”, advierte la periodista zamorana.

El trabajo a distancia también ha permitido el regreso a Zamora de Iván Pérez. Tras más de cinco años en Madrid, este ingeniero de software abandonó la capital de España cuando la pandemia le empujó fuera de la oficina, y aquí lleva más de un año, sin idea de desandar el camino emprendido. La única nube que aparece en ese horizonte es la perspectiva de su empresa de regresar próximamente a un modelo mixto: tres jornadas de teletrabajo y dos presenciales. Aquí, las facilidades para viajar a Madrid vuelven a tornarse decisivas.

“Mi idea es acudir esos dos días a la oficina, pero seguir viviendo en Zamora. Llegados a esa situación, el tren madrugador sería muy importante, porque podría ir y volver sin problema”, cuenta Iván Pérez. Sin la conexión matutina con Madrid, la cosa cambia para él, con cuestiones como la petición de favores o la posibilidad de hacer noches de hotel como alternativa. Eso, o hacer las maletas de nuevo.

Si el tren no regresa, “España se consolidará como un país a tres velocidades”. Así lo ve Julián Calvo, el secretario de la Casa de Zamora en Madrid, un hombre que observa con desazón cómo algunos de sus compañeros de trabajo en una aseguradora van y vienen a diario desde Valladolid “con tarifas lógicas”, mientras Renfe le sigue negando el tren madrugador a la provincia: “Yo tengo casa en Zamora y claro que me plantearía la posibilidad de volver”, asevera.

Calvo entiende que las empresas están fomentando el teletrabajo y que las “macrópolis” como Madrid “han saltado por los aires”. “Nosotros creemos que puede haber 55.000 o 60.000 zamoranos en Madrid”, advierte este ciudadano que tiene claro que la ausencia del tren madrugador “atenta contra el reto demográfico”.

Los afectados claman por el regreso de este servicio, pero esta vez no lo hacen en el desierto. Las instituciones locales zamoranas también se han implicado para pedirle a Renfe que recupere el trayecto cuanto antes. De hecho, el operador ferroviario ha accedido esta semana a recibir al presidente de la Diputación, Francisco José Requejo, que acudirá a Madrid con un representante del Ayuntamiento de Zamora para hacer fuerza ante la autoridad competente: “Tienen que volver con un compromiso”, indica Agustín Martín. Sin tren, para muchos, no hay retorno.