Es miércoles por la mañana y Boya aún tirita de frío tras un amanecer gélido. Precavida ante tal circunstancia, Julia va pertrechada de tal modo que apenas se intuye una parte de su frente; el resto aparece cubierto. Frente a ella, José Ángel Romero habla desde el umbral de su puerta sobre uno de los temas ineludibles en esta primavera: la vacuna contra el COVID. Los dos protagonistas de la escena ven cerca el pinchazo. La mujer cumplirá 80 años en apenas unos meses, por lo que debe ser de las siguientes por edad; el hombre nació en 1957 y, en principio, debería recibir una dosis de AstraZeneca más pronto que tarde. En principio.

Vacunación en la Zamora Rural Jose Luis Fernández

La suspensión provisional de la vacunación con el antídoto de esta marca centra una parte de la conversación entre ambos, aunque José Ángel lo tiene claro: acudirá a la cita con AstraZeneca si las autoridades lo ven conveniente. Otra cuestión es el lugar. La Junta estableció como puntos de inmunización el Teatro Ramos Carrión de Zamora y el Hospital Provincial de Benavente. Ambos quedan a una hora en coche de este pueblo de medio centenar de habitantes situado en la frontera entre Aliste y La Carballeda.

“Es una hora de ida y otra de vuelta y, si vas solo, a ver si tienes suerte y no te da reacción mientras conduces”, señala José Ángel. En su caso, Julia tendrá que viajar hasta Alcañices, a algo más de treinta minutos en coche, cuando sea su turno. “Yo no tengo vehículo”, advierte la cuasi octogenaria de Boya. Ella, como muchos otros habitantes del medio rural de la provincia, “ya se las apañará”.

En otro rincón de Aliste, a un paso de Portugal, Rosa Campesino pasea de buena mañana por las calles vacías de Brandilanes. La quietud es tendencia por estos lares. La vecina está visiblemente molesta por “el abandono” que sufre la zona y entiende que la “dejadez” de las autoridades competentes afecta también a la vacunación y a la atención médica en general: “Para todo tenemos que ir a Alcañices”, resume la mujer.

Vacunación en la Zamora Rural Jose Luis Fernández

Rosa alude al peligro de las carreteras de la zona, especialmente palpable en la N-122, y deja bien claro lo que opina acerca del proceso de vacunación para la gente de su pueblo: “Me parece fatal que no se haga aquí, y también que haya familiares que tengan que pedir el día en el trabajo para llevar a sus padres cuando les toca”, afirma.

La parte positiva para Brandilanes es que, viaje a Alcañices mediante, sus mayores de 80 han pasado ya por el proceso. El caso concreto de Rosa dependerá de los vaivenes de AstraZeneca, al verse también entre los nacidos a finales de los 50. En principio, mantiene la idea de dejar pasar el turno. “Es voluntario y no creo que vayan a venir hasta aquí a buscarme”, despacha la alistana.

Ya al pie de la N-122, Mercedes Álvarez se presenta entre risas como “la deshollinadora”. En esa tarea anda metida ahora, aunque solo en la faena de su propia vivienda en Ceadea. El pueblo tiene a sus nonagenarios vacunados, entre ellos los padres de Mercedes, aunque los de la década siguiente aún esperan turno. Una inoportuna cancelación de las citas les dejó atrás en la lista. La situación se solucionará de forma inminente, si no hay más problemas.

Vacunación en la Zamora Rural Jose Luis Fernández

Mercedes se encuentra en esa edad intermedia entre quienes están empezando a recibir la vacuna por edad y los que podrían aspirar a la AstraZeneca si se resuelven todas las trabas. De momento, le toca esperar. Lo hará en Madrid, donde tiene su residencia habitual. En Ceadea, otra vecina aguarda su turno en el pueblo, preocupada por el desplazamiento: “Aquí hay gente de mi edad que va en muletas o que tiene problemas para moverse. Deberían venir al consultorio”, opina la mujer.

A medida que avanza el día, el sol va paliando el frío y deja ver más vida en las calles y en las terrazas de los pueblos que tienen bar. En Mahíde, el alcalde de Figueruela de Arriba, Carlos Pérez, habla con interés del tema de la vacuna, a la espera también de recibir la llamada que lleva meses deseando. Este año cumplirá los 80 y la inmunización le espera: “Todavía mantengo la esperanza de que toda la vacunación de esta zona se pueda hacer en Alcañices”, asegura.

Para los habitantes de Villanueva de Valrojo, ya en La Carballeda, el punto de referencia es Villardeciervos: “Vengo de allí y estaban vacunando ahora mismo”, indica el responsable del bar “Otra cosa”. Sus parroquianos se reducen a dos, costumbre en estos tiempos de permanente temporada baja: “Aquí hemos estado tranquilos”, reconoce el hostelero, que espera que el movimiento de Semana Santa no vaya a alterar esa calma, ahora que el final se ve más cerca.

Vacunación en la Zamora Rural Jose Luis Fernández

En Otero de Bodas, Ángel también entiende que su inmunización es inminente. Las cuentas le salen. Cuando mira alrededor, sus vecinos mayores ya han pasado por el trance de la vacuna: “Estoy esperando a que me citen para ir a Tábara”, revela este hombre de 76 años, que cuenta cómo algunas personas han tenido que utilizar el recurso del taxi para acudir a la cita. Sin vehículo ni familiares cerca, hay poco más que hacer.

Ángel señala las casas vacías del pueblo, casi todas a la vista, y recomienda la plaza como punto de encuentro. Allí se halla Modesto junto a otros vecinos que forman una improvisada tertulia sobre las vacunas. “Aquí hay un consultorio para que vengan”, advierte uno de los paisanos. “Apenas nos juntamos con nadie y a ver si ahora tenemos que ir a Zamora o a Benavente a mezclarnos”, zanja.

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