La Consejería de Sanidad instalará 336 detectores de radón, tanto en viviendas como en edificios públicos, con el objetivo de mapear los niveles de este gas, presente de forma natural en suelos y rocas, definir su incidencia en cada área de la provincia y evaluar el peligro potencial de exposición a este elemento químico. En Castilla y León se instalarán un total de 3.091 medidores.

La Dirección General de Salud Pública ya ha comenzado los trabajos, con el objetivo de establecer un sistema de vigilancia y seguimiento que permita, por un lado, determinar su presencia y, con esa información, reducir el potencial riesgo ante su exposición, puesto que las medidas para protegerse son sencillas.

Los equipos, gestionados a través de los Servicios Oficial Farmacéuticos de la Consejería de Sanidad, recogerán datos y mediciones a lo largo de los años 2021, 2022 y 2023, con el fin de comprobar las concentraciones de radón. Para ello, estarán tres meses en cada ubicación, sin que las personas de los sitios donde se ubiquen tengan nada que hacer.

Con esta información se podrá, en el marco de la normativa nacional y europea al respecto, determinar los términos municipales en los que se aprecia un nivel de riesgo “no despreciable”, con el objetivo de aplicar en los edificios situados en esos municipios las medidas que aparecen recogidas en el vigente Código Técnico de Edificación, y que facilitan la limitación de la exposición ocupacional interior al gas radón procedente del terreno.

Carcinógeno humano

El gas radón es un elemento químico vinculado a la desintegración radioactiva del uranio y está presente de forma natural en suelos y rocas; su concentración —y por tanto el riesgo para la salud— ocurre en el interior de lugares cerrados, en donde se acumula filtrándose especialmente desde las formaciones geológicas situadas bajo las edificaciones, a través de grietas o huecos en paredes, juntas o desagües.

La Organización Mundial de la Salud lo considera carcinógeno humano, únicamente por detrás del tabaco, de manera que el riesgo de cáncer de pulmón aumenta proporcionalmente según la exposición al radón, más aún en personas fumadoras o exfumadoras.

Si bien no hay un umbral debajo del cual su riesgo para la salud no exista, lo cierto es que el radón residencial, el que pueda retenerse en lugares cerrados, considerado la fuente más importante de este gas, es muy fácil de evitar a través de una buena ventilación que evite su acumulación en inmuebles: cuanto menor sea la concentración de radón en una vivienda, menor será el peligro y, además, es muy sencillo de detectar y cuantificar.