Olor a marihuana, especialmente en días de calor; la cría de conejos y de gallinas; la acumulación de restos de tuberías, palés de madera, sanitarios y otras basuras han convertido en un foco de infección el entorno de dos pequeñas casas abandonadas en el camino de Higueras, en el barrio de Arenales. Al lado, se ha levantado alguna chabola a base de maderas, puertas viejas y techumbres improvisadas. Los desconocidos huéspedes han decidido completar sus propiedades con “sospechosos cultivos, creemos que de cannabis”, y con la cría de conejos y de gallinas que gozan de una considerable zona verde.

El improvisado asentamiento de estas pequeñas fincas, donde nadie reside pero existe cierto trasiego de personas que ni siquiera viven en del barrio, “da una mala imagen a la zona”, además de haber convertido ese espacio “en un foco de infección por la acumulación de basuras”, explican vecinos desde el anonimato por temor a represalias.

Las denuncias a la Policía Municipal e incluso a la Nacional no han faltado sin que, por el momento, se haya tomado ninguna medida, a pesar de que se sospecha que la marihuana crece dentro de las viejas viviendas que en su día ocupaban dos matrimonios. A la muerte de los dueños, las dos casas fueron vendidas a una promotora para edificar, pero la crisis de la construcción se llevó el proyecto y dejó en el abandono las casas de planta baja. Su ocupación no tardó en llegar. Quienes conocen la zona sospechan que el interior se ha convertido en el huerto perfecto para la plantación de la droga ilegal, si bien nadie se ha atrevido a aproximarse lo suficiente como para ver el interior. Tampoco se descarta que la chatarra acumulada tenga su origen en robos, así como los tubos y cables, “aquí se ha llegado a quemar cobre y las columnas de humo se han podido avistar desde la propia ciudad”, agrega otro ciudadano.

Estado de las viejas construcciones, rodeadas de basuras. | Cedida

Ubicadas bajo la iglesia de La Natividad, a unos metros de la piscina municipal y perfectamente visibles desde la autovía de Cardenal Cisneros, los habitantes del barrio piden al Ayuntamiento de Zamora que obligue al derribo de las casas y de las chabolas; o que se haga de forma subsidiaria si los titulares de las fincas, al parecer un banco, acceden.

Los conejos, algunos “de considerable tamaño”, y las gallinas pastan en las inmediaciones de esas estancias, rodeadas de verde, a unos metros del núcleo de población. “Queremos que levanten esas chabolas y que derriben las casas, lo peor de todo es la mala imagen que dan”, insisten en la zona. Los vecinos llevan tiempo denunciando esta situación, “pero hay miedo por las represalias de quienes se han ido apropiando de esas casas”. Les consta que los ocupas “han metido tubos de la luz, del agua y chatarra” en la singular “urbanización”.