El actor Rafael Maza será el encargado de abrir de nuevo el escenario del Teatro Ramos Carrión mañana domingo (19.00 horas) con un espectáculo donde su alter ego Fabiolo, el pijo más famoso en las redes tras el paso del temporal Filomena por España, aconsejará al público cómo superar esta crisis del coronavirus en “Solo Fabiolo glam slam”.

–¿Qué significa volver a los escenarios con la apertura de nuevo de los teatros?

–Significa volver con mucha energía y con muchas ganas de conectar con el público para trasladar todas esas sonrisas que he sacado durante la pandemia con mis vídeos en las redes sociales. Es algo que me ha permitido que mucha más gente me conozca ahora. Sobre el escenario mostraré mi trabajo, que es para lo que realmente me he formado como profesional y como actor. Lo que más me gusta es estar en las tablas, esta vez con un espectáculo, “Solo Fabiolo glam slam”, que ya está muy consolidado y que ahora presento en Zamora.

–El personaje de Fabiolo le ha dado buenos momentos en las redes sociales durante los últimos meses. ¿Cómo surgió la idea?

–Yo tengo otro espectáculo que es una sátira del mundo hipster, donde se habla de las redes sociales. Cuando lo puse en marcha, ni siquiera conocía Instagram, no sabía ni cómo se llamaba (risas). Pero mis amigos me animaron a abrirme una cuenta y hace un par de años, estando de gira en Zaragoza, se me ocurrió grabar un vídeo a orillas del Ebro con Fabiolo, donde decía que estaba disfrutando de Sevilla, viéndose la basílica del Pilar al fondo. Lo hice para publicitar la obra de una manera diferente, pero a los pocos días el vídeo se viralizó y todavía ahora hay personas que lo ven y no se creen que Fabiolo sea un personaje. Y la verdad es que para un actor no hay nada mejor que el que el público se piense que tu personaje es real. Ahora me acabo de abrir una cuenta también en Tik Tok y hay hasta un baile con ese mismo vídeo de Zaragoza y un reto para imitar a Fabiolo en esa escena, algo que me parece increíble.

–Y el éxito de Fabiolo en las redes terminó de explotar con el paso de Filomena por Madrid.

–Fabiolo comenzó a salir, ya totalmente caracterizado y con su pelo engominado, para hablar durante esos días desde sus balcón. Tampoco creí que fuera a tener esa repercusión, pero lo cierto es que parece que gusta ese espíritu de pijo disfrutón, que incluso te puede llegar a resultar desagradable, pero que finalmente termina cayéndote bien y te irías con él de fiesta.

–¿Se ha dado cuenta de que las redes sociales son un buen modo de conectar con el público?

–Ahora mismo creo que sí, no sé si pare bien o para mal. Yo soy de la generación que creció sin móvil ni portátil y es increíble, porque es una plataforma para que la gente te conozca. Creo que tiene más cosas buenas que malas, pero lo que sí que hay que saber es gestionarlo, ya que puede llegar a ser adictivo, mirando comentarios, preguntándose por qué gusta más o menos un vídeo... Y todo depende de los algoritmos. Precisamente, este tema me ha dado pie a un segundo espectáculo, también con Fabiolo como protagonista “Fabiolo connection”.

–¿Y qué podrán ver los zamoranos en “Solo Fabiolo”?

–Es el personaje original, que nos va a dar medidas de estímulo y crecimiento para salir de esta pandemia. Serán sus ideas alocadas para los que están en el paro o para ser creativos. Pero, a la vez, se reflexiona sobre la actualidad política y social que hay en este país, pero de la mano de Fabiolo, al que califico de bufón “high style”, que se atreve a decir cosas que yo nunca diría como Rafa Maza. A veces son muy superficiales, pero esconden una cierta crítica social y política.

–¿Es complicado dar vida a este personaje sin que nadie se sienta ofendido?

–Desde su nacimiento, Fabiolo se caracteriza por no ofender a nadie. Y creo que es porque cumple el requisito, como buen bufón, de ponerse él primero en ridículo. Y eso permite luego poder ridiculizar a los demás.

–¿Cómo es capaz de meterse en el bolsillo al público estando solo en el escenario?

–Visto desde fuera, hasta yo me sorprendo de estar una hora y media en el escenario. Para mí, el teatro es celebración y también misterio. Hay algo de la risa que es festivo y también ritualidad, porque a través de ella comulgo con el público y se genera una energía que te hace hacer y decir, reírte de ti mismo. Así que se me hace corto, como a mucha gente del público que me lo ha comentado.

–¿Necesita la gente este chute de carcajadas ahora mismo?

–Por supuesto. Además este espectáculo no es un monólogo, porque con Fabiolo hay otros muchos personajes, como un subsahariano que es su otro extremo. Pero también aparecen Dalí, Fernando Fernán Gómez, Eduard Punset o Félix Rodríguez de la Fuente. Me gusta hacer imitaciones de personajes que son conocidos por todos y que tienen cosas todavía que decirnos.

–¿Se puede hacer humor de esta crisis?

–Sí porque en Fabiolo resultan tan ridículas y atrevidas sus lecciones que te ríes de ellas, aunque esconden algo de crítica social. A veces, queramos o no, son también surrealistas las decisiones que se toman en política, en general, de lo absurdo que resulta a veces cuando tratan de justificar el que lo hayan hecho más. Es risible y necesario y Fabiolo resume todo eso en sus discursos, que me gusta llenarlos con sonetos o canciones. También hay malabares, mímica, imitaciones e interacción con el público, siempre con todas las medidas oportunas.

–Y ahí es donde se nota su intensa formación actoral.

–Estudié en Madrid en la Real Escuela Superior de Arte Dramático y también con buenos cómicos y clowns internacionales. Aunque yo me especialicé en el teatro gestual y me gustaba el mundo del circo y los malabares, siempre he hecho la comunicación a través del cuerpo, el ir más allá, no solo contar el discurso, sino implicar toda una atmósfera. Esa es la magia del teatro. Hay tantas disciplinas dentro y maneras de contar que a mí me gusta pintar con todas las herramientas con las que me he podido formar.

–¿Con el humor es donde más cómodo se encuentra?

–Me gusta contar historias con humor e ir modificando según sea la reacción del público, así que el espectáculo siempre está vivo.